El Observatorio tuvo la oportunidad de conversar con Volker Frank, director de Gestión Técnica de la Fundación Futuro Latinoamericano (FFLA), una una organización ecuatoriana con ámbito regional que trabaja en el manejo de conflictos socioambientales y promueve el diálogo multisectorial y el establecimiento de modelos de gobernanza innovadores y socialmente legitimados.
Observatorio de Construcción de Paz: para comenzar, quisiéramos que nos comentara qué hace su organización, cuál es su historia y qué programas están adelantando actualmente.
Volker Frank: la Fundación Futuro Latinoamericano es una organización ecuatoriana, con sede en Quito, pero con una vocación regional. Aunque trabaja fuertemente con un enfoque en Ecuador y el directorio está allí, ha trabajado también en Perú, Panamá, Argentina y Uruguay. La entidad fue fundada en 1993, un poco a partir de la compra de la tierra del río de Janeiro en el 92, cuando alguna gente de América Latina dijo “bueno, hay organizaciones ambientales, hay organizaciones de desarrollo, pero no hay ninguna organización que trabaje un poco el tema de cómo se llega a acuerdos sobre el desarrollo sostenible, cómo se llega a que los actores se sienten en una mesa y discutan todos los temas de desarrollo sostenible.”
A partir de eso, la FFLA tiene principalmente cuatro enfoques de trabajo: procesos de diálogo y concertación, procesos de transformación de conflictos socio-ambientales, sistemas de gobernanza y construcción de paz, aunque este último es un poco más reciente. Todos esos procesos orientados a un desarrollo sostenible, que entendemos en toda su integralidad política, social, económica, cultural y ambiental; es decir, desarrollo sostenible no solamente es un concepto ambiental, sino que abarca todos los conceptos.
En este momento somos unas 27 personas, que trabajamos desde Quito con algunos equipos que están fuera de la ciudad. En 2009 nos hemos reestructurado en iniciativas temáticas que trabajan todos los enfoques que mencioné, por ejemplo en temas de agua, de áreas marinas protegidas y también una iniciativa de territorios interculturales donde fomentamos el diálogo intercultural entre nacionalidades. Esta iniciativa, llamada “Cultura de paz y zonas fronterizas” viene trabajando desde 2008 en la frontera Ecuador-Colombia, pero tiene la perspectiva de ampliarse a otras zonas fronterizas en América Latina.
Obviamente, y esto es importante, todos sabemos que en Ecuador hay un contexto bien diferente al contexto colombiano: no hay un conflicto interno, y aparte de la frontera, no existen los grupos armados ilegales. Lo que sí es muy fuerte, y en eso trabaja FFLA, es en los conflictos socio-ambientales por petróleo, minería, agua, etcétera; es decir, no es un paraíso pero la situación es diferente. ¿Qué hacemos en la frontera? Las provincias que colindan en el norte con Colombia son Esmeraldas, Sucumbíos y Carchi, y las dos primeras tienen los índices de violencia más altos en todo Ecuador. En esas zonas nosotros no hablamos de conflictos concretos, sino de situaciones de conflictividad, porque hay una serie de problemas cuyas dinámicas se interrelacionan. En la frontera con Colombia hay varios conflictos socio ambientales: en Sucumbíos es muy fuerte el petróleo, y en Esmeraldas hay problemas con la palma africana, la minería ilegal y la deforestación.
Por otro lado, obviamente tenemos impactos del conflicto interno en Colombia. Hay mucha migración, que a veces es temporal pero en ocasiones es permanente: en territorio ecuatoriano hay comunidades que tienen entre el 60% y el 100% de pobladores colombianos. Asimismo, tenemos en esas provincias la presencia de los grupos irregulares, que aunque no operan en territorio ecuatoriano, si lo utilizan como zona de descanso. Existe el problema de tráfico de drogas, que es más fuerte en la frontera norte que en el resto del país, obviamente por las vías de tránsito de las drogas; también hay cierto tráfico de armas. Es decir, son situaciones de conflictividad bien complejas, que en parte tienen que ver con el conflicto interno en Colombia y en parte son características de las provincias mismas.
Frente a esto, en 2007 hicimos junto con otras organizaciones un análisis de paz, conflictividad y desarrollo, buscando evaluar la situación de conflictividad y qué hacen otros actores frente a ella, e identificar dónde hay posibilidades de un aporte desde FFLA. Uno de los primeros proyectos es fomentar procesos de diálogo a nivel local, que incluyan a todos los actores. Igualmente, hace más o menos 2 años estamos trabajando con jóvenes y mujeres en la construcción de paz. Ahí, por un lado, tenemos un proceso de formación de promotores culturales de paz; en la provincia de Sucumbíos en este momento estamos con más o menos 100 promotores que todavía están en el proceso de formación. En este se tratan temas como la no violencia activa, derechos, cultura de paz, género, identidad y autoestima. Esto se hace de una manera lúdica, adaptada a los jóvenes y enfocada en los aspectos emociones y sentimentales.
En ese proceso buscamos el equilibrio entre toda la población joven que viva en la zona: participan tanto ecuatorianos como colombianos, indígenas y no indígenas y obviamente hombres y mujeres. La formación la combinamos con foros y encuentros juveniles; por ejemplo, tuvimos un foro donde unos 100 jóvenes se juntaron, discutieron algunas problemáticas y sacaron una agenda de la juventud de Sucumbíos que esperamos que nutra la agenda nacional de jóvenes. Vamos hacia un foro binacional en marzo-abril (2013), donde también queremos invitar más organizaciones de jóvenes colombianos para fomentar y promover ese intercambio. Además les impulsamos para que ellos mismos, los promotores, hagan acciones de paz en la zona donde viven: algunos trabajan en códigos de convivencia en las escuelas donde están, otros trabajan a nivel de política pública local. También queremos hacer deporte y paz y vincular un poco también al tema de música.
Aparte de la formación y de los foros, el tercer componente de ese proyecto es económico. Con una caja de ahorro de Ecuador les damos el apoyo a los jóvenes para acceder a pequeños créditos y otros incentivos económicos, sabiendo que la conflictividad no solamente se atiende con formación y foros, sino también con incentivos económicos. Eso es un poco principalmente lo que estamos haciendo en este momento en temas más enfocados en construcción de paz en Ecuador.
OP: ¿Con qué tipo de organizaciones entran a colaborar para esos proyectos? ¿Tratan de recurrir, por ejemplo, a las universidades, las entidades oficiales o las iglesias?
VF: depende de los municipios, y por eso antes de empezar el trabajo hacemos una línea base, un pequeño diagnóstico sobre las organizaciones, los grupos juveniles y las formas de organización que hay. Por ejemplo en Cascales hay una oficina de juventud, cuya creación apoyamos en años anteriores, que es nuestro principal contacto, pues tienen buenas relaciones con los grupos de jóvenes en ese municipio. En Putumayo vimos que no hay organizaciones de jóvenes y decidimos trabajar con un internado que está apoyado por el municipio, concentrándonos en sus estudiantes, que normalmente son quechuas que vienen de las comunidades rurales. Así, en cada municipio vemos la situación organizativa de los jóvenes y tratamos de adaptarnos y apoyarnos.
OP: ¿Qué balance hace su organización sobre los logros que han tenido con ese trabajo? ¿Han evidenciado avances hacia comunidades más pacíficas?
VF: impactos en la conflictividad creo que no todavía, pero esperamos que sí tengamos un impacto sobre el contexto mismo. En este momento el enfoque está en los jóvenes: que salgan un poco de su actitud pasiva y sean actores de paz. Se trata de fomentar y fortalecer en ellos capacidades de paz; y en los procesos de formación sí encontramos testimonios de cambios a nivel individual. Por ejemplo, recuerdo un participante que dijo que antes del proceso de formación, mientras jugaba fútbol, vino uno, le hizo un foul y él le pegó; en cambio, después del taller, cuando le pasaba algo así se quedaba tranquilo. Otras personas dicen que están cambiando su actitud en la familia, frente a sus amigos y ante sus compañeros de trabajo. Se ha avanzado en el tema de la autoestima y de reconocerse a si mismo como el primer paso para después actuar para fuera.
El tema en este momento no es medir los impactos en el contexto, sino cómo se llega a una masa crítica que sí tenga la capacidad organizativa colectiva para influir en la zona. Sinceramente, no sé qué porcentaje sea de masa crítica, pero queremos fortalecer el proceso y la capacidad organizativa de los jóvenes. No se trata de formar jóvenes para que después se queden solitos en la casa; siempre estamos con un equipo de campo, tratando de que se reúnan, que discutan, que se encuentren otra vez en los foros. Es decir, más allá de lo individual también queremos fomentar lo colectivo, lo organizativo, para que sí tengan un impacto en el contexto. Pero es un contexto difícil, quizá no tanto como en Colombia, pero difícil. Creo que ahí tenemos que esperar algunos años más para conocer un impacto en el contexto.
OP: ¿y qué planes tiene la FFLA? ¿Quieren implementar el modelo en otras regiones de Ecuador, o incluso exportarlo a otros países?
VF: en un primer nivel, estamos trabajando para implementar un programa similar en Esmeraldas. El otro plan es fomentar el nivel binacional, es decir, trabajar más fuerte con organizaciones colindantes, especialmente en los departamentos colombianos de Nariño y Putumayo. La idea no es ir a Colombia directamente, porque más bien nosotros podemos aprender de esta experiencia. También queremos buscar organizaciones con las que podamos trabajar en Centro América. En estas regiones no tendríamos un equipo en campo, sino que trabajaríamos con socios que ya están trabajando ahí, entrando en un intercambio de aprendizaje y experiencias, trabajando comúnmente los temas que nos interesan.