Entre el 27 y el 29 de octubre de 2010 se celebró en Bogotá una innovadora feria en construcción de paz. El evento fue organizado por el Área de Paz del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y contó con el respaldo de diferentes entidades internacionales y nacionales –GTZ, Asdi, Unión Europea, la Agencia Española de Cooperación Internacional, la Embajada de Holanda y la Alcaldía Mayor de Bogotá -.
La meta de la iniciativa fue constituir un espacio para visibilizar las experiencias regionales y locales de construcción de paz; para generar una oportunidad para dialogar, llegar a acuerdos, intercambiar conocimientos y promover propuestas alrededor de la construcción de paz; y para suscitar un punto de encuentro con instituciones públicas, organizaciones de la sociedad civil, la cooperación internacional y personalidades reconocidas en el campo de la paz para aprender de las experiencias existentes.
Sus principales objetivos fueron contribuir a la generación de insumos de política pública de paz y desarrollo basados en las experiencias de construcción de paz desde las regiones; visibilizar y compartir experiencias significativas de construcción de paz desde las regiones, en un encuentro con instituciones estatales y cooperación internacional; crear y fortalecer alianzas y redes institucionales alrededor de la construcción de paz desde las regiones y nutrir el debate internacional de modelos de construcción de paz con enfoque territorial.
En la feria se presentó una muestra de 156 iniciativas locales de paz, las cuales se organizaron en torno a cinco grandes ejes de acción: cultura de paz; gobernabilidad y participación ciudadana para la paz; justicia, derechos humanos y derechos de las víctimas; desarrollo socioeconómico para la paz y mujeres constructoras de paz.
En ese contexto, los cerca de 200.000 asistentes, que representaban a las iniciativas, la academia, las entidades oficiales, la cooperación internacional y las organizaciones sociales participaron en una serie de espacios –ágoras, malokas, laboratorios, expresiones culturales- en los cuales se discutieron temas trascendentales para la paz en Colombia: cultura de paz; legislación de víctimas y tierras; cooperación internacional; procesos de desmovilización, desarme y reinserción; políticas de desarrollo socioeconómico; situación de las mujeres en el conflicto; memoria histórica; perdón, reconciliación y garantías de no repetición.
Los resultados de Expopaz en los diferentes campos de la construcción de paz fueron significativos. En lo que respecta a los derechos de las víctimas, las organizaciones de víctimas del país presentaron propuestas conjuntas para garantizar los derechos de las víctimas en un aporte al proyecto de ley que se tramita actualmente en el país. De igual forma, los representantes del Ministerio de Interior y de Justicia; el senador ponente de la ley de víctimas, Juan Fernando Cristo, y el doctor Eduardo González, Defensor del Pueblo del Meta manifestaron el compromiso con la defensa de los derechos de las víctimas y acogieron el documento de propuestas de las víctimas para estudiarlo.
En cuanto al desarrollo socio-económico para la paz, los participantes insistieron en que no puede haber desarrollo rural integral sin organizaciones sociales empoderadas, protegidas y reconocidas. Además, plantearon que el desarrollo humano, expresado en el bienestar de la gente, debe ser el fin de todas las acciones y políticas públicas relacionadas con el campo, y que se requiere una nueva institucionalidad a tono con ese propósito, acompañada de avances constitucionales, legales y administrativos.
Sobre los jóvenes y la construcción de paz, uno de los aportes más significativos fueron los grandes aprendizajes que han vivido diferentes regiones acerca del rol transformador de los y las jóvenes en la incidencia de políticas públicas territoriales de juventud. Se planteó que la institucionalidad debe entender la necesidad de formular políticas de juventud coherentes con la visión y el empoderamiento de los jóvenes. Algunas experiencias exitosas han logrado vincular los procesos de juventud con los planes de ordenamiento territorial y los planes de desarrollo municipal, departamental y nacional.
También se manifestó la necesidad de afianzar la formación de los jóvenes, fortalecer sus organizaciones sociales y superar las formas de exclusión y estigmatización. Se reconoció que estos elementos se enfrentan a importantes desafíos: lograr que la sociedad reconozca al joven como sujeto de derechos, generar políticas públicas intergeneracionales y el fortalecer los procesos de comunicación que dan visibilidad a la juventud.
Acerca de la gobernabilidad y participación ciudadana se planteó la necesidad de abrir el diálogo social territorial para construir acuerdos de gobernabilidad, con metodologías para la construcción y seguimiento de los programas de gobierno que presenten los candidatos en la contienda electoral del 2011. Además, se expuso la urgencia de empoderar a los ciudadanos y legitimar las políticas públicas con el fin de dar viabilidad a las políticas públicas en construcción de paz.
En cuanto a las mujeres constructoras de paz, se enfatizó la necesidad de reconocer los protagonismos de las mujeres en la construcción de paz y de construir una agenda política de las mujeres con miras a su autonomía política, social y económica. Asimismo, se planteó la urgencia de avanzar en un proceso de exigibilidad de derechos (sexuales, reproductivos, sociales, políticos y económicos) para una restitución individual y colectiva, con garantías de protección y de no repetición.
Por último, en el ámbito de la cultura de paz, se manifestó que los procesos de comunicación ciudadana y comunitaria juegan un papel fundamental en la construcción de paz, ya que generan espacios para el intercambio social y la incidencia política, contribuyen al desarrollo y hacen visibles a las víctimas del conflicto. Muy importante en este marco fue el diálogo que establecieron las iniciativas con la academia, en el cual las primeras pidieron al sector académico identificar una apuesta de conocimiento que reconozca la riqueza cultural de las comunidades y tienda puentes entre éstas y las nuevas formas de investigación y divulgación de la información; asimismo, se propuso que se diera relevancia a los actores locales y regionales en la investigación académica sobre la paz.
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