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Polilla que come frailejón, enemigo silencioso del Páramo de Chingaza
Miércoles, Marzo 1, 2017
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De acuerdo con las investigaciones adelantadas por Utadeo, la larva de la polilla consume el tejido joven del frailejón, afectando considerablemente su desarrollo y captación del agua que cerca del 70% de los bogotanos consumen a diario.
Por: Emanuel Enciso Camacho - Fotografía: Laura Vega / Oficina de Comunicación

La Cuenca de la Quebrada Calostros, en el Páramo de Chingaza, es considerado el punto cero de la afectación producida por la polilla

 

Con un panorama sublime, a unos 3.700 metros de altura sobre el nivel del mar y rodeado por miles de frailejones, chuscales y puyas (principal fuente de alimentación del oso de anteojos en el altiplano cundiboyacense), la Cuenca de la Quebrada Calostros, en el Parque Nacional Natural Chingaza, recibe a los investigadores tadeístas Luz Stella Fuentes y Carlos Bojacá.

En este lugar ambos han estudiado, durante los últimos cuatro años, la presencia de una nueva especie de polilla, cuya larva o estado inmaduro consume las hojas jóvenes de los frailejones; esto no solo causa graves daños a su crecimiento, también afecta su capacidad de captar el agua proveniente de las lluvias y la niebla, que luego se filtra por los suelos y pasa a la quebrada que alimenta la Represa de Chingaza, que suministra cerca del 70 por ciento del agua potable que consumen los bogotanos.

Esto ha convertido al insecto Lepidóptero Pterophoridae Oidaematophorus espeletiae, como fue denominado por los investigadores, en una potencial amenaza para el suministro de agua en la ciudad; de hecho, los resultados arrojados en los cerca de sesenta puntos de muestreo y más de 2.000 frailejones estudiados por los investigadores indican que ocho de cada cien de estas plantas están afectadas, en algunos casos con un nivel de severidad que oscila entre el 75 el 100 por ciento, estado en el cual es casi improbable que sobrevivan.

 

Frailejón común (Espeletia grandiflora), planta icónica de los páramos colombianos. Según las investigaciones, la polilla afecta especificamente a esta especie. 

 

El daño a la planta, que en total puede tardar hasta ocho meses en producirse, empieza cuando el adulto de la Polilla Pluma, como es conocida popularmente, pone los huevos en ella; pasado un tiempo salen larvas que empiezan a alimentarse del meristemo o tejido joven de estas fábricas de agua. El insecto crece hasta llegar al estado de pupa y finalmente alcanza la adultez, momento en el cual busca pareja para copular y volver a incubar los huevos en otro frailejón.

Contrario a lo que se piensa acerca de las condiciones climáticas de un páramo, caracterizado por las bajas temperaturas, niebla y una alta concentración de lluvias, la visita a Chingaza esta vez estuvo enmarcada por una sequía que lleva más de quince días y una temperatura cercana a los 18 grados centígrados.

Aunque algunas creencias populares de los habitantes y guías del lugar apuntan a que el clima del páramo se encuentra estrechamente ligado a las energías de las personas que lo visitan, lo cierto es que dicho fenómeno puede estar relacionado con el cambio climático y el calentamiento global que, según los investigadores, es la causa principal de las dos hipótesis que se manejan sobre el origen de la polilla

La primera de ellas sugiere que el aumento de las temperaturas que ha venido registrándose en los últimos años llevó al insecto a establecerse en el páramo y encontrar en el frailejón una fuente de alimento. Una segunda posibilidad apunta a que esta especie siempre ha estado en el lugar, pero al cambiar el clima la población de la polilla creció al igual que el consumo del frailejón.

 

Los investigadores tadeístas Carlos Bojacá y Luz Stella Fuentes han investigado esta problemática durante los últimos cuatro años

 

“El remedio puede ser peor que la enfermedad”

Al internarse por el follaje del lugar, Luz Stella Fuentes recuerda que aunque se han identificado algunos enemigos naturales de este insecto, como las larvas de díptero (moscas, mosquitos y tábanos) y algunas avispas, es precipitado pensar en un control biológico natural o químico de este depredador de frailejones, pues su introducción al ecosistema podría provocar una alteración significativa en las especies vegetales y animales que viven en el páramo, e incluso en el agua que filtran dichas plantas.

Hasta el momento la única solución posible es continuar haciendo monitoreo constante y periódico a los frailejones, con el fin de evidenciar cómo ha evolucionado el problema. Para ello, los investigadores trabajarán en una segunda fase de investigación que consiste en el perfeccionamiento del muestreo a través de trampas y feromonas que permitan capturar adultos de esta especie y determinar su ubicación y distribución en el páramo. La idea es que esta metodología pueda ser implementada por los entes encargados, entre ellos el Acueducto de Bogotá, uno de los financiadores de la primera fase.

Si bien se conoce que el ciclo de vida de esta polilla es de aproximadamente cuatro meses, gracias a los estudios hechos en el biotrón del Laboratorio de Entomología ubicado en el Centro de Biosistemas de Utadeo, aún falta evaluar la capacidad de reproducción del insecto, es decir, cuántos huevos logra poner. Para ello, en la siguiente fase se contempla la posibilidad de instalar jaulas ubicadas en los frailejones con presencia de polillas adultas.

 

Frailejón de aproximadamente treinta años, con una afectación por la larva de la polilla equivalente al 75%

 

Ortofoto, una fotografía hecha mapa

En medio del silencio que caracteriza al Páramo de Chingaza, donde solo se escucha la voz de los visitantes proyectada como eco al chocar contra los roquedales que envuelven la cuenca, así como el sonido particular del aleteo del abejorro de páramo, un dron equipado con una cámara fotográfica de grado comercial, y dirigido por el investigador Carlos Bojacá, irrumpe en el paisaje de la cuenca.

Con ella se toman imágenes de alta resolución para mapear la cobertura de las especies vegetales de la zona, procedimiento que sería imposible de realizar por tierra o a través de imágenes satelitales, pues la nubosidad no permite la visión de este último dispositivo.  

La técnica es conocida como ortofoto; como su nombre lo indica, se trata de la captura de fotografías cada dos segundos, cuya secuencia se une mediante un software especializado, de tal manera que el resultado es una gran imagen del terreno con su respectiva posición geográfica, gracias al GPS que viene integrado al dron.

Esta tecnología, financiada a través de un proyecto de cooperación entre la Universidad de Lovaina (Bélgica) y Utadeo, permite saber con precisión qué porcentaje y tipos de frailejones, chuscales y pastizales existen, así como en qué nivel estas poblaciones han sido intervenidas por el hombre. Tras veinte minutos de planeación a más de 100 metros de altura, Bojacá logró captar más de 200 fotos del terreno.

Al finalizar el recorrido, una ligera lluvia en la cuenca despidió a los investigadores, como si la naturaleza en su sabiduría quisiera recordar que aún hay esperanza para estas “fábricas de agua” y que el páramo aún vive, pero es tarea del hombre conservarlo.

 

El profesor Carlos Bojacá instala el dron que tomará las ortofotos del terreno

 

Algunos datos de la investigación

La investigación empezó en el 2012 tras conocerse el primer reporte de afectación por parte de la investigadora María Mercedes Medina, adscrita al Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales de Colombia (Ideam), junto con la profesora Amanda Varela, de la Universidad Javeriana. 

Luego de esto, se conformó un comité científico interinstitucional denominado "Programa Nacional para la Evaluación del Estado y Afectación de los Frailejones en los Páramos de Andes del Norte",  que en sus inicios tuvo la participación de varios profesores de la Utadeo como Luis Ernesto Beltrán, Carmen Alicia Parrado, Rodrigo Gil, Carlos Ricardo Bojacá y Luz Stella Fuentes. 

Este espacio facilitó un convenio de cooperación interinstitucional, suscrito en el año 2011 por la Universidad de Bogotá Jorge Tadeo Lozano, la Pontificia Universidad Javeriana, la Sociedad Colombiana de Entomología (Socolen), Patrimonio Natural y Parques Nacionales Naturales, a partir del cual se realizaron varios investigaciones con recursos internos de la Javeriana y de la Dirección de Investigación, Creación y Extensión de Utadeo.

En el año 2014 se presentó el proyecto “Aunar esfuerzos técnicos y científicos para desarrollar una investigación participativa sobre el efecto de la transformación antrópica del páramo en las interacciones planta-insecto-hongo en los frailejones (Espeletia argentea y Espeletia grandiflora) fase I” por parte de la Universidad Javeriana, Utadeo y la Sociedad Colombiana de Entomología ante Acueducto de Bogotá quien lo financió la investigación que culminó el año pasado. 

De igual manera, estudiantes del programa de Biología Ambiental y del Semillero de Modelado y Simulación hicieron el levantamiento de la información y apoyaron la toma de muestras, al tiempo que algunos de sus informes de investigación se convirtieron en tesis de pregrado y maestría en Ciencias Ambientales.

 

La larva del Lepidóptero Pterophoridae Oidaematophorus espeletiae se alimenta del tejido joven del frailejón, causándole daño a su crecimiento

 

Fotos