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Tadeístas transforman el icopor y el aceite en materiales de construcción
Lunes, Marzo 7, 2016
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El proyecto hace parte del semillero de investigación de Nanobioingeniería, liderado por la profesora Alis Pataquiva. Los estudiantes publicaron los resultados en una prestigiosa revista internacional.
Fotografía: Laura Vega - Oficina de Comunicación

¿Sabía usted que materiales como el icopor y el aceite de cocina podrían ser reutilizados en la creación de materiales de construcción como adoquines de pasto y ladrillos? Se trata de uno de los resultados alcanzados por el semillero de investigación de Nanobioingeniería, liderado por la profesora Alis Pataquiva, quien junto con sus estudiantes del programa de Ingeniería Química, Adriana María Sarmiento y Helver Leonardo Guzmán, publicaron los primeros hallazgos de dicha investigación en la revista internacional Waste and Biomass Valorization, considerada una publicación top en su tema, al ubicarse en el cuartil dos de Scopus.

En el artículo científico titulado “Expanded Polystyrene (EPS) and Waste Cooking Oil (WCO) from urban wastes to potential material of construction”, los autores detallaron el proceso por el cual estos materiales, considerados contaminantes y de difícil tratamiento, pueden ser transformados, y así convertirse en productos con valor agregado que incursionen en mercados sostenibles: “es un proceso principalmente mecánico y térmico, donde hacemos una mezcla de estos materiales y los llevamos a altas temperaturas. Allí se logra hacer una mezcla homogénea y luego se modelan en moldes de metal o aluminio”, sostiene Guzmán.

De esta manera, el poliestireno expandido, comúnmente llamado icopor, está compuesto por partículas de aire, que al ser eliminadas de la matriz polimérica por el efecto del calor, se compacta en una masa. En este proceso, el aceite de cocina se usa como un solvente: “el icopor ha tenido mucho impacto, especialmente en la ciudad, porque es un residuo que ocupa mucho espacio en las grandes empresas y no les genera ningún rendimiento económico. Las empresas necesitan gestores para ese tipo de materiales, quienes sean capaces de realizarles un tratamiento para producir productos de valor agregado”, resalta la docente líder. 

 

Hacia un proyecto de construcción autosostenible

Ha sido tal el impacto económico de esta transformación del icopor, que como lo resalta Pataquiva, empresas como Frisby, TCC o Samsung se encuentran interesadas en este proceso: “sin embargo, este primer artículo científico que recién se ha publicado solo trata el tema de cómo es esta transformación y cuáles son las características físicas, químicas y mecánicas que puede tener el material. Pero aún es mucho el trabajo que hay por hacer para llegar a gran escala”.

Muestra de ello es que actualmente estos jóvenes investigadores tadeístas redactan lo que será su segundo artículo, el cual versará sobre el control de las variables de este proceso de transformación. De igual forma, a futuro planean realizar un piloto para poder hacer un producción formal del material.

Desde el año 2012, este proyecto de investigación contó con la financiación por parte de la Universidad en sus fases 1 y 2, a través de las convocatorias para Grupos de Investigación: “inicialmente pensamos verlo como un adoquín, en la medida que no podíamos incorporarlo a superficies que fueran de alto tráfico, como por ejemplo una carretera, así que se experimentó en pasos peatonales o de bicicletas. También experimentamos si el material podía meterse en la tierra. Se ha pensado en un posible uso como el ladrillo que se conoce en el mercado”, sostuvo Sarmiento.  

Aunque el material creado en el laboratorio no puede usarse como un bloque de concreto tradicional, en la medida que no se adhiere con cemento, actualmente se están evaluando alternativas arquitectónicas para la unión de estos ladrillos, con el ánimo de crear estructuras: “otra cosa que nos llama la atención del material es que se podría utilizar para fachadas porque son lavables, brillantes, lisas y se pueden colorear, utilizando residuos que tienen color como las bandejas de hortalizas o de pollo”, sugiere Pataquiva.

 

“Nosotros estamos en la tierra, pero nuestro límite es el cielo”

Esta es una de las frases que mayor impacto han causado en Helver, quien recuerda fue uno de los primeros mensajes que la profesora Alis Pataquiva transmitió a sus estudiantes. Desde ahí, la consistencia, la perseverancia y la pasión han sido el norte de estos investigadores, quienes han permanecido gran parte de su tiempo libre en el laboratorio: “la investigación la realizábamos continuamente. Cuando íbamos por la calle encontrábamos materiales que llevábamos al laboratorio. Es un proceso, en el que nos fuimos enamorando cada vez más y la Universidad nos brindó múltiples elementos como la financiación”, resalta Adriana.

Por su parte, para Alis Pataquiva la publicación en esta revista internacional marca un hito para el programa de Ingeniería Química, en la medida que Helver y Adriana son los primeros estudiantes que se gradúan con un paper publicado: “lo que buscamos es que los estudiantes siempre estén enamorados de lo que hacen, el proyecto que tienen y lo puedan desarrollar por un tiempo mucho más extenso que lo que usualmente se da en una tesis. La idea es que el estudiante esté dominando cada vez más su tema, de manera que sea presentando un artículo o  socializando su tesis, la confianza sea tal que no llegue con miedo. Las tesis que han salido de este semillero han sido meritorias.  Lo que queremos es que todos nuestros estudiantes tengan ese mismo compromiso porque es la manera de decir que todos podemos hacer ciencia y que se puede generar más conocimiento, aparte del ya existente”,  enfatizó la docente. 

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