Venerado por miles personas que acuden cada domingo a la Iglesia del 20 de Julio, al sur de Bogotá, la imagen del Divino Niño se ha convertido no solo en un ícono religioso para los capitalinos que piden ante él prerrogativas. Su vestido rosado, los brazos abiertos apuntando al cielo y los pies descalzos, y debajo de ellas la consigna “Yo reinaré”, se encuentran en cada rincón de las vitrinas de las tiendas religiosas del lugar, al tiempo que su devoción se vive en cada centímetro cuadrado de la plaza, el santuario y en la calle, este último lugar, aprovechado por vendedores ambulantes que, tras la lógica del “rebusque”, venden desde pequeñas estampitas, hasta llaveros y mugs con el niño que inmortalizó el padre salesiano Juan del Rizzo en 1935.
Precisamente, y durante los últimos cuatro años, los investigadores de la Escuela de Publicidad, Carlos Arango y Jairo Sojo se dieron a la tarea de ver cómo la imagen del Divino Niño ha pasado de ser objeto de adoración a uno de la cultura kitsch y artefacto publicitario, en eso que los antropólogos denomiman como secularización de la imagen. De allí nació el libro “Yo reinaré. El Divino Niño en la comunicación publicitaria”, publicación que será lanzada el próximo 25 de abril, a las 6:00 p.m., en el marco de la Feria Internacional del Libro de Bogotá (Filbo), y el 27 de abril, a las 5:00 p.m., en la Biblioteca de Utadeo.
Acerca del libro
La imagen del Divino Niño ha sufrido una suerte de hibridación con la cultura popular. Es frecuente ver en la ciudad esta imagen en busetas, grafitis, anuncios publicitarios e imágenes de telenovelas. También sus modificaciones o performances son recurrentes, como aquellas que lo comparan con el conocido payaso de Mc Donalds, hasta algunas más góticas o sombrías que resignifican su aura divina.
El libro hace un recorrido por las manifestaciones de la cultura popular que han dado lugar a las nuevas formas de ver el Divino Niño como un insight para las mentes creativas, en aspectos que van desde la fotografía, el arte urbano, la publicidad, el mercadeo y hasta el marketing político, en un interesante recorrido que une a la investigación con la evolución visual que ha tenido el Divino Niño desde su inserción a la cultura bogotana hace ochenta años.
