El cine es realidad, una enseñanza de Victor Gaviria para los nuevos cineastas
Caminar entre habitantes de la calle en los suburbios de Medellín, en pleno apogeo del narcotráfico y la delincuencia común, parece ser un panorama dantesco para cualquier ciudadano del común, más no lo ha sido para Víctor Gaviria, quien con más de 35 años de trayectoria en la industria del cine ha demostrado que las historias jamás contadas de la gente también merecen un reconocimiento para construir eso que llamamos memoria. Y es que la materia prima para hacer cine “puede estar en la vida misma. Es un material que te puede parecer desdeñable, muy cotidiano, insignificante, caótico. Pero entonces cuando ves la vida misma, la realidad colombiana, te das cuenta que es una serie de paisajes alterados, fracturados y de ahí podemos hacer un material extraordinario” afirma.
Con su estilo particular, basado en la utilización de actores naturales en escenarios reales y narrativas inspiradas en la violencia que ha azotado el país, Gaviria dice haber encontrado un híbrido narrativo entre el documental y las crónicas propias del periodismo, en conjunción con guiones poco imaginativos, en unas pinceladas que se han convertido en referentes para el cine colombiano a la hora de presentar la realidad social de aquellos colombianos, que por su condición social, se han vuelto invisibles ante sus compatriotas. Para Gaviria, su mayor legado a los nuevos cineastas es “recordar que existe un cine de realidad y que existe, al lado, una dramaturgia que es fuertísima y la cámara la apresa, compuesta sobretodo por personas, grupos, barrios, ciudades, gentes, poblaciones que impactan sobretodo por no conocerlas, por haberlas ignorado”.
Estas y muchas otras experiencias en su carrera como director, productor y guionista, fueron compartidas por Gaviria en el marco del primer seminario-taller “Cine y realidad”, organizado por la Corporación “Cine club el muro” en asocio con el Centro de Arte y Cultura de Utadeo, que tuvo lugar en el Hemiciclo de la Universidad del 25 y al 28 de marzo. Al respecto, el cineasta antioqueño comentó que “yo cuento mi experiencia como director de Rodrigo D, La vendedora de Rosas; hablo mucho de cómo se dirigen los actores, cómo se escogen, hablo de la escogencia de la escritura del guion y un poco sobre cómo son las estrategias para escribir en la realidad”.
Gaviria se mostró optimista ante el futuro cercano del cine colombiano al que califica de diverso en sus propuestas, así como con un semillero de directores y profesionales con grandes expectativas. Sin embargo, puntualizó que el séptimo arte hecho en nuestro país debe tener una mejor aceptación por parte de los públicos, en tanto hoy día “esas películas caen en la clasificación de cine de autor, hermético, aparentemente, para los espectadores. Entonces ha disminuido la taquilla. Películas muy buenas son vistas por cinco mil espectadores, películas muy malas son vistas por dos millones de espectadores”.
Ante este panorama, Gaviria aconseja a los nuevos cineastas y próximos egresados de esta profesión, estar constantemente activos en el medio, ya sea haciendo películas o proyectos audiovisuales independientes. En ese sentido, el trabajo debe ser colectivo, donde cada rol dentro de la producción se comunique con los demás, y ante todo, pensar en el emprendimiento por parte de los nuevos profesionales, en el que, amparados en la Ley del cine, puedan formar empresa y hallar financiación para contar esas realidades.
Finalmente, Gaviria enfatizó que existe un gran reto para los futuros profesionales del cine, puesto que “El cine colombiano ha contado cinco o seis pequeñas historias en sus cuarenta o cincuenta años de trayectoria, pero está todo por contar. La tarea que tiene ahora el cine colombiano, en un país donde termine el conflicto armado, es que ya vamos a tener tiempo para mirar quién somos, cómo somos, porque la guerra se ha convertido en una cortina de humo que nos ha hecho vivir muy tranquilamente, pero lo que la guerra esconde es precisamente todo aquello que no hemos querido ver”.
