Omaira Macias: "en La Tadeo pasé los años más felices de mi vida"

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Omaira Macias: "en La Tadeo pasé los años más felices de mi vida"
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Jueves, Febrero 22, 2018
Omaira Macías es una mujer que llegó a Bogotá buscando cambiar su vida y gracias a su lucha diaria y a su tesón lo logró a través del Squash. Fue entrenadora de los vecinos, visitantes y estudiantes de Utadeo durante 17 años y la entrevistamos para saber más de su historia y de su vida personal y profesional.
Fotografía: Jacobo Palacios Méndez - Oficina de Comunicación

Omaira Macías es caucana, llegó a Bogotá buscando cambiar su vida y gracias a su lucha diaria y a su tesón lo logró a través del Squash. Fue entrenadora de los vecinos, visitantes y estudiantes de Utadeo durante 17 años y la entrevistamos para saber más de su historia y de su vida personal y profesional.

¿Cómo llegó a Bogotá?

Soy Caucana, de un pueblo llamado El Descanso, que queda en entre Mocoa y Pitalito, como dicen coloquialmente: ese pueblito solo conozco yo. Salí a los 14 años de mi casa, tuve un recorrido muy duro hasta que logré ubicarme laboralmente en el club de squash, que quedaba donde ahora está el Edificio de Artes y Diseño, eso fue en el año 1982, ahí trabajé 18 años, y también  fue el lugar donde logré formarme en el squash.

Háblenos de sus logros deportivos

Participé en varios torneos nacionales, jugué hasta el año 1990, fui profesional en squash, compitiendo en primera categoría, y ahí estuve entre las 5 primeras del ranking nacional. También soy juez de squash, tengo certificación internacional, entonces logré trabajar en esos dos campos: dictando clases de squash y arbitrando.

¿Cómo es su vida personal?

Vivo con mi esposo, cumplimos ya 22 años de estar juntos, no tuve hijos de sangre, pero tengo un chico que llegó a nuestras vidas, se llama Francis Javier y es hijo de una sobrina mía y lo acogimos como hijo.  Llegó de once años a mi hogar,  entonces lo pusimos a estudiar el bachillerato. Es como si fuera mi hijo. Me siento orgullosa porque él también siguió mis pasos en el deporte, juega en primera categoría. Está terminando la universidad, estudia en la INCCA Cultura Física y Deporte, y trabaja también dando clases de squash.

Cuéntenos sobre su llegada a Bogotá y en especial a La Tadeo

Omaria nos relata su recorrido del Descanso, Cauca hasta Mocoa como un viaje de dos días enteros caminando. Luego se traslada a Buesaco – Nariño, un pueblo cercano a Pasto y de allí finalmente decide mudarse a Bogotá en 1979 por invitación de su hermana Devora, quien ya le había conseguido trabajo cuidando niños, labor que años después la conectó con el mundo del Squash.

“En el año 1982 la familia Salgado con la que yo trabajaba, jugaba squash en Uniclub, único lugar en Bogotá donde se podía practicar esa disciplina. Ellos decidieron entonces montar un club de squash que funcionó durante muchos años en la Carrera 5 con calle 26. Allí empecé a trabajar en la cafetería pero con el tiempo aprendí a jugar muy bien y ese fue el inicio de mi carrera deportiva”.

En esa época no había escuelas de squash, Omaira aprendió viendo y jugando y cuando empezó a ir a los torneos deportivos logró entender el funcionamiento y la dinámica del juego, al respecto nos contó: “yo lo que tenía era fuerza y resistencia, en eso nadie me ganaba, entonces me invitaban a cuanto torneo había. Los mismos clientes que jugaban conmigo me llevaban a esos torneos en Medellín, Cali, Armenia, Ibagué.”

Sobre su llegada a La Tadeo Omaira afirma: “Dios es grande, veníamos con mi esposo, vimos el club abierto y decidimos entrar. Ese día Juan Sastoque, una persona de Gestión Humana nos mostró el lugar y yo terminé contándole la historia del sitio, así fue que me enteré que estaban buscando profesor de squash y me postule al cargo. Fue en el 2001 que me convertí en la entrenadora de Squash y dure 17 años trabajando para la universidad”. 

¿Qué significa para La Tadeo en su vida?

Creo que los años más felices los pasé en La Tadeo, por todo, por la gente, los estuiantes, los compañeros; aquí uno nunca tiene que esperar o rogar que le paguen el salario como me tocaba en otros trabajos, acá no, acá te pagan antes; también por los jefes que tuve, primero Stella y luego Luis Eduardo y Ricardo, personas excelentes que siempre me tuvieron en cuenta y respaldaron mi labor. Pase mi vida feliz, tanto así que yo tenía un perro que se llamaba Martín, murió de 13 años y tuve la oportunidad de tenerlo conmigo, la universidad lo acogió de tal manera que la gente pensaba que el perro era de la universidad. Sumado a eso, todas las satisfacciones por los logros deportivos, varios torneos ganados, buenas participaciones en Cerros y en ASCUN, dejamos en alto el nombre de la Universidad, no solo a nivel de competencia sino también por los valores de los estudiantes.

¿Qué va a extrañar de la Tadeo?

Los muchachos, en especial ellos, porque en últimas es con los que compartí, estuve todo el tiempo a su lado. A mis compañeros de la oficina de Deportes solo los veía cuando había reunión, aunque debo decir que con los que tuve cercanía me fue muy bien, acá trabajamos en equipo y nunca hubo  problema alguno.

Me voy muy contenta, logré tener una vida bonita acá en La Tadeo y ahora tengo tiempo de dedicarme a las cosas que me gustan, como correr y también dar mis clases particulares de squash, seguiré visitando la universidad y la llevaré siempre en mis mejores recuerdos.

Reconocimiento personería jurídica: Resolución 2613 del 14 de agosto de 1959 Minjusticia.

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