“Una sociedad sin hip-hop sería como una ciudad con las paredes grises”: Mulato

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“Una sociedad sin hip-hop sería como una ciudad con las paredes grises”: Mulato
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Viernes, Julio 21, 2017
El profesor del Taller de Rap de Utadeo es promotor del movimiento hip-hop en Colombia y ha recorrido los barrios de Bogotá para promover la paz a través del arte.
Fotografías: Laura Vega - Oficina de Comunicación

José Reinaldo Puin o como mejor lo conocen, ‘Mulato’, es delgado, moreno y de estatura baja. Tiene un gesto noble en el rostro y habla como cuando rapea.

El profesor del Taller de Rap del Centro de Arte y Cultura de Utadeo es promotor del movimiento hip-hop en Colombia y por décadas ha recorrido los barrios de Bogotá para transformar la cotidianidad de decenas de jóvenes que, como él, encuentran paz en el hip-hop.

 

El origen de ‘Mulato’

Cuando era muy chico me llamaban ‘Negro’, entonces uno de mis grandes amigos viajó a Brasil y cuando llegó era la súper estrella. Dejó de llamarme ‘Negro’ para llamarme ‘Mulato’, porque así se dice en portugués. Entonces ya todo el mundo me llamó así y fue muy difícil cambiarlo.

Nací en el barrio Egipto, queda en la parte superior del Centro Histórico. Es un barrio que ha sido marginado, aislado, estigmatizado y señalado por toda la ciudad y eso ha hecho que el Estado no esté presente.

El barrio nació en 1556, unos añitos después de que Gonzalo Jiménez de Quesada llegara. Se construyó la iglesia Nuestra Señora de Egipto y había una plaza de mercado, que era la segunda más importante luego de la Plaza de Bolívar.

Cerca de este lugar construyeron varias universidades y, luego, pasaron por ahí una gran avenida que es la de la Casa de Nariño, en donde todos los días pasa el presidente.

Pero lo que hizo esa calle fue dividir una parte del Centro Histórico y gente que trabajaba en el acueducto levantó casas ahí. Terminó siendo como una vereda dentro de la ciudad.

Las pandillas, entre los años 80 y 90, se hicieron dueños del territorio, sin Dios ni ley, con drogas, hurtos y todo lo que pueda haber. Todo eso lo puede ver cuando niño.

Una de las historias que más recuerdo es cuando estaba en sexto grado y tuve que salir al colegio. Cuando abrí la puerta había un amigo mío, al que le decían ‘Cobra’, con unos ocho balazos y tuve que pasar por encima de él y fue como irme así al colegio, como si nada hubiera pasado.

Se naturalizó volver temprano a la casa, porque había balaceras. Pero también empecé a ver que todos los pelados queríamos ser pandilleros, porque veíamos que estudiar no servía para nada, el que estudiaba no se le veía un progreso, el que no lo hacía sí tenía buena ropa, buenas motos, carros y eso empezó a crear esa ideología en los jóvenes.

 

 

“Empecé a escribir canciones sobre lo que veía”

Cuando yo empecé a escuchar rap, escuché en esas canciones historias de barrios como el mío, lugares olvidados por el Estado, donde solo subían para pedir votos, pero nunca para llevar agua, electricidad, ni salud, ni nada.

Me gané una beca para estudiar el bachillerato en un colegio privado y ahí conocí a unos pareceros, ellos tocaban rock. Mi primer acercamiento con la música fue más desde el rock, con Led Zeppelin, Pantera y el resto del parche, y me gustó resto pero al escuchar rap me sentí mucho más identificado.

Y como ya tenía una línea artística y quería hacer algo con el arte, empecé a escribir canciones sobre lo que veía, escuchando una emisora que se llamaba Reino Clandestino de la Radiodifusora Nacional de Colombia.

Escuchar esas canciones me inspiró, con unos primos, a hacer mi primer grupo de rap que se llamaba Ritmo Callejero, esto como a mediados de los 90. Tenía unos 14 años, era muy chico.

Tuvimos la oportunidad de presentarnos en un espacio mucho más grande, con público, con micrófonos, algo que nunca habíamos hecho que era sentirnos artistas, subir, que nos dieran agua, que al salir la gente aplaudiera, que cantáramos y a la gente le gustara, que fue en las celebraciones del 6 de reyes del barrio Egipto.

Poco a poco fui entendiendo que el rap era más que rap y que el hip-hop era un todo: que había break dance, graffiti, DJs y que había toda una cultura alrededor. Que la forma en que nos vestíamos, todo, tenía una identidad.

 

 

“En los barrios de la periferia solo ves un muro al frente, no ves un horizonte”

Cuando era pelado y estaba en todo ese mundo era muy fácil acceder a las drogas, te las regalan y… tú lo haces. Como lo has naturalizado toda la vida y lo has visto, lo haces, entonces eso te trae consecuencias para tu vida. Eso hizo que me alejara un tiempo de la música y de alguna manera pierdes el rumbo.

Pero un parcero me dijo: “volvamos a crear un grupo”. Entonces empecé a volver a ensayar, a volver a ser, a volver a escribir y me di cuenta de que si yo podía hacerlo a través de la música, pues todos los pelados con los que yo me la pasaba también lo podían hacer y podían encontrar otro camino.

Porque es muy difícil, no solo en mi barrio, sino en los barrios de la periferia, y es que solo ves un muro al frente, tú no ves un horizonte.

Entonces, empecé a ver que había una esperanza en esto, porque al escribir también tenía la necesidad de estudiar, de entender la música, de aprenderla, de entenderla, de inmiscuirme en esto y entendí que el hip-hop era una cultura que podía cambiar vidas.

 

 

“Estar en un escenario es sentir que estás haciendo algo importante con tu vida”

Estar en un escenario es sentir que estás haciendo algo importante con tu vida, como cuando tú cocinas algo en tu casa y te lo comes: hiciste algo por ti, con tus manos, con tu creatividad, lo que tú tenías en tu cabeza lo llevaste, lo hiciste, lo creaste.

Por eso pienso que en términos de Dios, no como un solo Dios sino pensando en él como el creador, pienso que los artistas somos lo más cercano a Dios, a la creación, a hacer de la nada algo que no existe, crear algo bello, algo que pueda hacer que la gente se sienta identificada y que saber lo que a ti te pasa le está pasando a millones de personas.

 

El hip-hop como una herramienta para la paz

Pienso en la paz no solo como el cese del fuego, sino como una relación de armonía contigo y con todo lo que te rodea. Es esa sensación de acostarte en la tarde, en la noche y cerrar tus ojos y estar tranquilo. Te sientes satisfecho con tu vida. Y esas son sensaciones que pasan con el arte; cualquier práctica artística, no solo el rap, transforma tu vida. El arte te convierte en una persona mucho más crítica y un poco menos conforme con lo que sucede, te ayuda a no ser cómplice con el silencio de todas las situaciones que suceden y que no deberían pasarle a ningún ser humano.

 

Una sociedad sin hip-hop…

Sería como una ciudad con las paredes grises, un mundo totalmente aburrido, un mundo sin vida, sin un pensamiento crítico y totalmente cuadriculado, que no permite salirse de lo que ya está establecido.

María Alejandra Navarrete

Oficina de Comunicación Utadeo

 

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