ORSON WELLES, VERDADES Y MENTIRAS

Hombre de teatro, radio y cine. Actor, director y productor, quien por sí solo constituye un capítulo del cine mundial. Legendaria personalidad de la representación escénica, primer gran autor por fuera de los parámetros dominantes en Hollywood y responsable del film moderno más importante en la historia del cine estadounidense, El ciudadano Kane, 1941. Convirtió a Shakespeare en el resorte de sus experimentaciones dramatúrgicas (Macbeth – Otelo – Falstaff) y transformó la concepción fantástica del radioteatro con su factible cubrimiento en directo de La guerra de los mundos, de H.G. Wells, cuando los marcianos invaden en directo a Nueva Jersey.

A cien años de su nacimiento, en Kenosha, Wisconsin, 6 de mayo de 1915, y, treinta después de su fallecimiento, en Los Ángeles California, 9 de octubre de 1985, el cine de Welles incorpora el principio de la representación de las acciones reales en alternancia con las situaciones aparentes propias de toda ficción; por cuanto Kane al lado de Rosebud y Xanadú partieron de la construcción de un mundo imaginario poblado por personajes de carne y hueso en situaciones hipotéticas o vulnerables. Verdades y mentiras acrecentadas por el hecho de hacerle creer a los espectadores lo verosímil de una irrealidad habitada por personajes históricos o literarios en las dimensiones inagotables de la ficción fílmica.

Antes de cumplir los 25 años, O.W. ya había triunfado en los tres principales medios de comunicación existentes hacia 1940: radio, teatro y cine. Como en la fábula de origen árabe El escorpión y la rana atravesando un río, sostuvo “la incapacidad del ser humano de alterar su verdadera naturaleza, o de escapar a ese destino al que le conduce su propia personalidad”. Si Ciudadano Kane fue por más de medio siglo la cinta norteamericana que más profundamente influyó sobre el arte moderno, Soberbia (El esplendor de los Amberson) es una epopeya perfecta y El proceso (de Kafka) un discurso metafísico apenas comparable
con el hechizo fatídico de La dama de Shanghái (con Rita Hayworth) o el misterio fascinante de Sed de mal (junto a Charlton Heston).

El colosal Welles expuso además temas trascendentales sobre la crisis y el desmoronamiento ético de la sociedad norteamericana, con énfasis en las contradicciones de la naturaleza humana. Evocó ostálgicamente la infancia, concibió la dialéctica de buenos contra malos y reveló la soledad del poder o… la inutilidad del dólar. Porque “sin dinero quizás hubiese sido una buena persona”, aseveración del ciudadano de los medios. Que… “de no haber sido director de cine hubiese sido mago y… ahora utilizo la cámara cinematográfica como instrumento de poesía”. “Lo que la cámara hace, y lo hace de una forma única, es fotografiar pensamientos”. Que…“toda la maravillosa elocuencia del cine se forja en una sala de montaje”.

Son varios sus aportes narrativos y técnicos, o estilísticos: dinámica del encuadre, composición de audacias visuales y planificación rigurosa de las escenas. Los planos secuencia, la profundidad del campo fotográfico y los objetivos de corta distancia focal al servicio de la cámara subjetiva y los puntos de vista del narrador. Complejas puestas en escena concebidas a partir de dos nociones fundamentales: la plástica y la rítmica. “Una movilidad casi acrobática de los encuadres”, según el historiador André Bazin.

Con planos largos que exigieron una rigurosa preparación escénica, de virtuosismo técnico y presupuestos exiguos. También aplicó las discontinuidades temporales en el relato, sin jamás afectar su lucidez narrativa, e insistió en utilizar dinámicamente el sonido en combinación con los ambientes musicales. Porque la obra magistral del señor Orson Welles siempre será modelo de referencia creativa en el contrapunteo imagen-sonido de las fronteras indefinibles entre realidad y fantasía.

Mauricio Laurens Tapias
Crítico de cine
Realizador del programa
La voz del celuloide
Emisora HJUT 106.9 FM

En Música nocturna Argos, de 11:00 a 12:00 p. m. lunes a viernes, Orson Welles y la música de cine norteamericana.