Mi casa mi cuerpo: un espacio donde el arte reconstruye la memoria

Las artes son un espacio que aporta a la construcción de la memoria colectiva de los pueblos. Esta apuesta es precisamente la que ha asumido el profesor Óscar Moreno del programa de Artes Plásticas de Utadeo, quien en los últimos siete años ha desarrollado una investigación sobre un grupo de familias en situación de desplazamiento forzoso, que actualmente viven en el municipio de Soacha. El interés por esta temática se dio en el marco de la maestría en Estudios Culturales de la Universidad Nacional que en ese momento se encontraba desarrollando el artista, así como el observatorio de poéticas sociales de Utadeo, del cual el expositor hace parte.

Fruto de su indagación, en agosto del año pasado, Moreno dio a conocer a la comunidad académica su libro titulado “Mi casa, mi cuerpo. Migración forzosa. Memoria y creación colectiva”, en el cual recopila los relatos orales de las familias con las que trabajó durante ese lapso de tiempo. Ahora en 2015, como una forma de hacer coparticipe a la comunidad tadeísta, el profesor Moreno presenta la exposición que lleva el mismo nombre del libro. El evento contará con dos visitas guiadas por las instalaciones de la Sala alterna del Museo de Artes Visuales, así como una actividad de cierre donde se busca generar un espacio abierto para la participación de los profesores y estudiantes de diversos programas, cuyas preocupaciones académicas se centren en el abordaje de este tipo de temáticas desde la interdisciplinariedad y el trabajo colaborativo. La muestra estará disponible hasta el próximo 24 de abril. 

Desde este espacio, Moreno desea crear una fuente de reflexión y acercamiento con los procesos de memoria en nuestro país, haciendo uso de múltiples medios en una sola galería, entre ellos la fotografía, el video y el diseño arquitectónico, los cuales se convierten en narrativas interdisciplinares que dan cuenta de los relatos populares de estas familias, en conjunción con la etnografía como eje articulador. El enfoque del trabajo se centra en los discursos de los estudios culturales puestos en escena con las prácticas de las familias objeto de la investigación. Como lo menciona el expositor “Es un proyecto interdisciplinar que está enunciado desde las artes, con un énfasis en el valor de las prácticas artísticas. Los procesos de creación son pensados de una manera poética y puede cruzar también intereses con la arquitectura y la tecnología en medios audiovisuales y fotografía”.

La muestra visual es un viaje continuo al pasado y presente de cada una de estas familias. Para ello, en la primera fase de investigación, Moreno viajó a los departamentos de Huila, Caquetá, Valle del Cauca y Nariño con el propósito de reconstruir las historias de los migrantes forzosos antes que fueran victimas de este flagelo. Esta fase, como lo relata el maestro, fue un ejercicio de memoria que fue compilado en el álbum de fotografía familiar de fondo negro que se exhibe en la galería. A su vez, fue un momento emotivo para las familias, quienes por más de diez años no visitaban estos lugares.

Por su parte, la exhibición también contempla un álbum fotográfico de fondo blanco, en el cual se recopila la segunda fase de la investigación de Moreno. Allí, el visitante podrá encontrar un recuento de la casa de barrio en el que habitan actualmente. Este juego de álbumes llevó a Moreno a construir un atlas fotográfico de la memoria, donde se combinan los recuerdos y los relatos orales del pasado con las situaciones y vivencias del presente. Estas narrativas visuales se fusionan con cientos de páginas que dan cuenta de los relatos familiares en materia de la construcción de la casa en el tiempo, creencias, tradiciones, y ante todo, la descripción de la casa soñada en cuanto a pisos, paredes, techos, puertas, ventanas, agua, electricidad, plantas y animales. Este collage multimedia dio pie a la intervención por parte del artista, a través de una escultura con rasgos arquitectónicos que evoca esas descripciones acerca de la casa de los sueños. La iniciativa se materializó con la puesta en escena de tres maquetas de 40 centímetros cuadrados de base por 15 centímetros de altura. Adicionalmente Moreno, junto a una de las familias, construyó una de las casas a escala real en el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación, ubicado en el Cementerio Central de Bogotá. Esta última fase tenía como fin reivindicar simbólicamente la memoria de las victimas.

La exposición revive el tema de la reparación simbólica

“Mi casa mi cuerpo” es una exposición que promueve el papel del arte como un medio para reflexionar sobre la reparación simbólica. Así lo sostiene el doctor Francisco Gil, director del programa de Artes Plásticas de Utadeo, quien ha liderado desde la comunidad académica de la Institución el proyecto de plástica social, con el fin de repensar la historia desde lo sensible: “el testimonio de las víctimas es un tema de oralidad, de sensibilidad, que no solamente pasa por un tema de derechos, sino por un habla y un decir distinto. Entonces me parece importante, y no sólo por esta coyuntura histórica, sino porque creo que a la Universidad le debe caber el país y no acabar en el ensimismamiento que suele ocurrir en el mismo ámbito universitario”.

Para Gil, la exposición del profesor Moreno se encuentra bien configurada, dado que presenta los relatos con potencia, logrando que el público se sumerja en los mundos que subsisten dentro de la exposición. En ese aspecto, el director del programa, considera que “me parece una exposición que bien vale la pena verla y tratar de experimentar esas relaciones que existen entre casa, cuerpo y vida. Adicionalmente este tipo de muestras logran ensanchar un poco lo que se estima como artístico, pues muchas veces se cree que lo artístico es el lugar de un creador que plasma su expresión individual. Creo que es importante que se vaya dilatando y ensanchando esa noción, al tiempo que se vea cómo el arte tiene otras posibilidades de articularse con otras disciplinas, problemas y asuntos propios de este país”.  

Así pues, “Mi casa mi cuerpo” configura un lugar donde las víctimas hablan desde su corporalidad, dotadas de sensaciones y emociones como fundamentos netamente estéticos. Desde allí, como Gil lo menciona, se evidencia que las problemáticas sociales no son ajenas al artista, y a su vez, son asuntos que le competen a toda la población.