En la columna de opinión del profesor emérito de Utadeo titulada “¿De la minería a dónde?" publicada por el diario El Espectador el pasado 24 de mayo, Salomón Kalmanovitz evidencia cómo las políticas económicas implementadas por el gobierno en torno a la distribución de los recursos provenientes del sector minero han hecho que estos sean mal invertidos en carreteras sin terminar y en proyectos educativos, que si bien han aumentado la cobertura a nivel nacional, no han contribuido al mejoramiento de la calidad. El columnista realiza un contraste con las políticas públicas ejecutadas en Canadá y Australia, que utilizaron las rentas de sus exportaciones mineras en la dotación para una sistema de educación de alta calidad. Del mismo modo, Noruega, Perú y Chile lograron ahorrar estos recursos en fondos externos, por lo que hoy día sus gobiernos tienen excedentes que pueden gastar.
Kalmanovitz aseguró que pese a la percepción sobre Colombia como un país próspero y de clase media, lo cierto es que el problema de economía política sigue sin resolver, puesto que la materia prima, necesaria para generar mayor volumen de producción, es ahora escasa. El economista además afirma que el conflicto armado produjo la expropiación de miles de campesinos, al tiempo que violó su derecho a la propiedad. Por su parte, otros flagelos como el crimen organizado y la corrupción en el aparato de justicia generaron que intereses económicos muy particulares se impusieran en la sociedad. “El capitalismo compinchero”, como lo define Kalmanovitz, logró que los grandes oligopolios tomaran la renta de la producción de biocombustibles, mientras que otras empresas se han convertido en maquilas y empacadoras de productos importados. Frente a ello, el profesor emérito propone que debe construirse una política pública que reactive la industria y la agricultura, al tiempo que genere una mayor competencia para presionar a los productores locales a producir en volúmenes más amplios.
