Boletín - Abril 2014

Alguna vez le decía a Fanny Mickey, de quien tuve el honor de ser buen amigo, que no era una coincidencia, que si hacia un inventario de las veinte mejores producciones de obras de teatro a las que había asistido en toda mi vida, algo más de una docena de ellas las hubiese visto en Bogotá. Y no es una coincidencia porque el Festival Iberoamericano, que en este mes de abril comienza su XIV edición, es mucho lo que nos ha dejado en términos de inolvidables presentaciones y de grandes momentos.

¿Cómo olvidar, por ejemplo, aquella semana casi histórica en la cual coincidieron en la ciudad compañías como la Royal Shakespeare Company, de Inglaterra; la del mítico Tadashi Suzuki, del Japón; el Theater an der Ruhr, de Westfalia; el Teatro Satirikon, de Moscú y el Piccolo Teatro de Milán, este último con la dirección nada menos que de Giorgio Strelher de la obra Arlequín servidor de dos patrones de Carlo Goldoni? ¿O cómo dejar de lado, en este repaso evocativo y casi siempre emocionante, a uno de los “enfants terribles” del teatro europeo, al esloveno Tomaz Pandur, quien con una fuerza de índole expresionista sorprendió a una ciudad tan poco hecha al teatro de vanguardia como esta, en esa época, con títulos de la índole de Scherezada, que puso de presente que el asunto iba en serio, o, años después, del escalofriante Barroco? No hay duda: gozar del privilegio de contar, con acaso, el más importante festival de teatro del mundo ha sido un privilegio. Así lo demuestra haber podido disfrutar de puestas en escena de los cinco continentes en espectáculos que han dejado con la boca abierta a toda suerte de públicos: a niños fascinados con el circo, a familias completas interesadas en la comedia, a intelectuales seguidores de los grandes clásicos y de los maestros de los siglos XIX y XX como Büchner, Mueller o Brecht en el campo de la dramaturgia, entre numerosos nombres, y a cientos de actores tan notables como Bruno Ganz o Alla Demidova, por citar apenas dos que se cuentan entre los más distinguidos exponentes de una generación de muchos quilates actorales en la escena mundial.

Por supuesto que este año no va a ser la excepción y, con Brasil como invitado de honor, la versión que comienza trae consigo varias suculencias que, a partir de Gonzagao La leyenda, un musical al parecer esplendoroso que abre la fiesta, han de encontrar su punto quizás más alto en la hermosa producción de La dama del mar que, del maravilloso texto de Ibsen, realizó el gran director norteamericano Bob Wilson, otro de los habituées del festival bogotano. Pero el asunto no se detiene ahí: de Rusia nos llega, y de la mano del colosal festival Chekhov de Moscú, La tempestad producida por la International Chekhov Theatre Festival Company bajo la dirección de Declan Donelan, uno de los mayores especialistas en el dramaturgo inglés y quien ha formado una compañía de actores con los principales intérpretes de la capital rusa. Otro que regresa es Pandur, esta vez con la dirección de la Medea de Eurípides producida en Eslovaquia. Solos una obra esperada con gran interés por la participación del libanés Wadji Mouawad, El caballero de Olmedo, no solo uno de los títulos señeros de Lope de Vega sino un clásico del siglo de oro español que cuenta con la dirección de Luis Pascual y la interpretación del Teatro Lliure de Barcelona.

En fin, que nos espera todo un plato fuerte en el cual nos proponemos hablar día por día de su desarrollo, tanto como de las incidencias que en él se produzcan, por ello la emisora HJUT 106.9 realizará resúmenes y establecerá una programación con comentarios críticos de cuya frecuencia y horarios informará oportunamente.

Fernando Toledo

Director

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