Por su costumbre de meterse donde es el bicho raro, los amigos que lo conocen de toda la vida le dicen marciano. Lo que se confirma cuando uno se entera que es Arquitecto pero luego se graduó en Negociación y Relaciones Internacionales. 
Su afición por internarse en temas que en apariencia no encajan le ha permitido trabajar como community manager y jefe de debate en un par de campañas políticas al tiempo que diseñaba lámparas de cuero para una oficina de abogados.

Está en TadeoLAB desde su nacimiento, gracias a que es profesor --curioso-- del programa de arquitectura en la UJTL. Previamente, había dictado clases de comunicación gráfica, tecnología y ciudad en universidades de Bogotá y Panamá.

Paralelo a la docencia, trabaja como consultor en sostenibilidad, pedagogía y diseño participativo de espacios ; tanto con comunidades y gobiernos locales como con clientes privados. 

Es fanático de la tecnología y la cultura digital por culpa de la ciencia ficción. Sin embargo, detesta el timbre del celular, así como el ruido de la guillotina que rebanaba al héroe cuando en su Pentium II jugaba obsesivamente Prince of Persia. 

Dice que  le encanta por igual el olor del pan recién horneado y el nadar en una piscina que está sola.  Su color es el verde ladrillo.

Su deporte preferido es la navegación (en internet,) aunque también es un caminante avezado. Siempre va por ahí con una libreta en la mano, en la que anota lo que oye y lo que ve.  

Caminando ha terminado por enamorarse  de Bogotá. 

A ella le toma fotos siempre que puede,  aunque sólo al atardecer.