Una voz de protesta de colores rojo y azul, un llamado a proteger la vida y los recursos naturales a través botellas de perfumes, cartón, cajas de vino y demás objetos cotidianos. Así se muestra la exposición “Trazos de luz” del director de la Escuela de Publicidad de Utadeo, Christian Schrader, en el Club El Nogal en Bogotá.
El pasado 11 de julio, la exposición abrió sus puertas al público general con una visita guiada a cargo de Schrader y del curador del club, Carlos Alberto García. Se trató de un recorrido de carácter cercano y ameno a través de las 16 figuras de neón que componen la muestra, aunque también significó un acercamiento a los pensamientos e inquietudes del artista.
“Esta es una obra controvertida. Está más cerca del diseño que del arte. Yo soy diseñador… si soy artista lo dirá el tiempo. Está más cerca de la publicidad y de la imagen divertida”, asegura Christian Schrader.
Sí, su obra es divertida y luminosa. Según el texto curatorial, evoca la relación de la luz artificial con el arte contemporáneo que se da hacia los años sesenta del siglo XX: “Artistas vinculados al contexto minimalista como Dan Flavin, en 1963, hicieron uso del tubo fluorescente de fabricación industrial para generar diálogos entre la luz y el espacio arquitectónico”.
También lo hizo en la década del setenta Robert Cottingham, quien “plasmó en una serie de pinturas, fragmentos de anuncios comerciales con los fuertes reflejos de las luces de neón de la ciudad, buscando: ‘rastrear las cosas artificiales, las cuales ofrecen más datos sobre la condición humana que el mismo hombre’ (Cottingham, 1972)”, añade el texto de García.
No obstante esta valiosa relación entre arte, ciencia y publicidad (llamada por el mismo Schrader como un ejercicio no de advertising sino de artvertising), estos trazos de luz están cargados de un profundo significado social.
Gota a gota se nos agota, por ejemplo, es una pieza que se pregunta sobre el futuro ambiental de la humanidad y sobre el uso que se les dará a los hidrantes en el momento en que ya no tengamos agua. Se trata de un homenaje a nuestros recursos hídricos.
Un pescador de estrellas es una sentida obra en homenaje al Pacífico colombiano. Se trata de la representación de un pescador que navega el río Atrato, a propósito de la última versión del evento de conciencia ambiental, organizado por la Escuela de Publicidad de Utadeo, Alma de la Tierra, que se desarrolló en el Departamento del Chocó.
“El río Atrato es un lamento, ya no tiene tantos pescados, tiene mucho mercurio, casi no hay pescadores. A las 4 de la mañana vi pasar un pescador, yo lo vi de luz, yo vi ese pescador de neón; simplemente con la luna y con el reflejo se veía de esa manera”, asegura el diseñador.
La balsa sobre la cual reposa el pescador de neón fue tallada en Bojayá, Chocó.
En el 2002, un cilindro bomba cayó en la iglesia de Bojayá y terminó con la vida de 119 personas que se refugiaban de los enfrentamientos entre el grupo paramilitar Autodefensas Unidas de Colombia y las entonces Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia.
La bomba vino del cielo, así como el bombardeo que sufrió Guernica en 1937, a manos de soldados alemanes e italianos en el marco de la Guerra Civil Española. Ese mismo año Pablo Piacasso pintó el famoso cuadro que lleva el nombre de esta población y que representa el horror del bombardeo.
“Bojayá es un Guernica, no tuvo a Picasso que lo pintara, pero hemos tenido Abad Colorado con sus fotos”, asegura Schrader. Conmovido por el dolor de la guerra y con el ánimo de rendir un homenaje a las víctimas del conflicto armado colombiano, decidió convertir al Guernica en trazos de luz.
“La publicidad no es solo un motor para la parte comercial, sino una plataforma de transformar los comportamientos. Es una de las herramientas que se utiliza para hablar sobre los temas ambientales y sociales, y cada vez más va a tener que ver con esto”, explica Schrader.
Su obra es un reflejo de esta función de la publicidad, pero tiene un elemento adicional: la voz viva de este artista que no quiere llamarse artista, la profundidad de una obra inspirada en los dolores y angustias de la sociedad occidental. Con argón y neón, Schrader se expresa y protesta contra un mundo de sequías, de sequías de selvas y ríos, de sequías de pensamiento y humanidad.
