Según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud de este año, cerca de 821 millones de personas en el mundo sufren de algún tipo de desnutrición. Una de sus posibles soluciones se prototipó en Utadeo, en el Taller Vertical Prometeo. Se trata del Tekrarium, un arácnido tecnológico de aproximadamente un metro de altura y tres metros de radio, que cuenta con diez paneles solares que alimentan sus subsistemas de producción de agua, alimentación basada en insectos e interacción con la comunidad.
Precisamente, este dispositivo fue protagonista en la sección Ciencia del diario El Tiempo, a través de un artículo de periodismo científico publicado inicialmente en la Revista Expeditio de Utadeo.
Según precisa el medio, con este dispositivo se busca llevar alimento y bebida a lugares en condiciones climáticas y de terreno extremas, aprovechando los recursos disponibles en el entorno: “Este artefacto mitológico reúne todas las complejidades ingenieriles, en diálogo con la tecnología y el diseño. Su forma en hexágono y naturaleza modular permiten que su ensamble en campo sea sencillo, al tiempo que sus cuatro soportes dinámicos, similares a las patas de una araña, son efectivos para su movimiento frente a las irregularidades del terreno”, indica El Tiempo.
En el primer subsistema, se encuentra un contenedor de agua, liquido que es capturado de la humedad del aire, así como del agua lluvia del lugar. Se estima que en condiciones con una calidad de viento optimas, este artefacto podría producir hasta medio litro de agua en las primeras horas de la madrugada.
El segundo subsistema, produce alimento alternativo a partir de un contenedor de cultivo de insectos. También presenta un contenedor de plántulas, algunas de ellas medicinales, que se nutren del agua producida por el artefacto.
En el artículo también se menciona que, en el tercer subsistema, el dispositivo se convierte en una escultura tecnológica que encaja con las cosmovisiones de los pueblos, siendo este un objeto vivo.
Las próximas fases del proyecto se enfocan en probarlo en condiciones climáticas extremas, como las de La Guajira, así como desarrollar una segunda versión del Tekrarium, el cual se especializaría en cada uno de los sistemas de producción y permitiría la alimentación por medio de otro tipo de energías renovables, entre ellas la eólica o la proveniente de residuos orgánicos (biomasa).
