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Econet Marino: Utadeo, uno de los actores que trabaja por la pesca sostenible en el Magdalena
Jueves, Marzo 21, 2019
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El estudio desarrollado por Utadeo Santa Marta, en conjunto con instituciones estatales y asociaciones de pescadores, entre el 2009 al 2011, buscaba implementar soluciones productivas para estas comunidades, al tiempo que se garantizaba la sostenibilidad de 25 especies de peces de interés comercial, a partir de la determinación de su talla media de madurez.
Por: Emanuel Enciso Camacho - Fotografías: Archivo investigadores

Por siglos, la pesca artesanal ha sido un conocimiento ancestral que se transmite de generación en generación en las comunidades de pescadores del Magdalena. Estos saberes no solo cuentan con fuertes raíces culturales, sino que además se constituye en la base de la economía y la subsistencia de miles de personas que habitan la región costera de ese departamento. Sin embargo, hay un fuerte desconocimiento del valor social de esta actividad, razón por la que su trabajo es poco remunerado (entre 0,3 a 0,7 SMLDV, en promedio) y tienen acceso limitado a beneficios gubernamentales y planes de mejoramiento e impulso empresarial.

El trabajo de consultoría fue realizado en conjunto por Utadeo Santa Marta, la fundación de educación ambiental Silankangama, la Fundación Museo del Mar a través del Acuario Mundo Marino, la Alianza Coopestaganga (Cooperativa Integral de Pescadores de Taganga Coopestaganga, Asopargo, la Corporación de Pescadores Chinchorreros de Taganga y la Asociación de Pescadores Piscicultores) y el Incoder (hoy Autoridad Nacional de Apicultura y Pesca), bajo la financiación del Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, buscaba precisamente generar estructuras productivas en las comunidades de pescadores, al tiempo que estos eran conscientes de su realidad económica, pero por el otro lado, a través de un riguroso estudio científico, dar cuenta de los recursos ícticos (peces) de valor comercial, que estaban siendo explotados o sufrían algún tipo de sobreexplotación en la región. Según cifras de la FAO, principal órgano regulador de las pesquerías a nivel mundial, se estima que, de las poblaciones de peces marinos alrededor del mundo, el 25% se encuentran moderadamente explotadas, 47% plenamente explotadas y 18% están sobreexplotadas.

Preparativos para la faena de pesca

La consultoría, que se desarrolló entre el 2009 al 2011 bajo el liderazgo de la profesora Marcela Grijalba Bendeck, con el acompañamiento de la bióloga marina tadeísta Diana Bustos Montes, concluyó que la situación era crítica, debido a la sobreexplotación de la que eran objeto algunas de las 25 especies de interés comercial analizadas, razón por la cual el volumen de especies capturadas por faena, en algunas zonas, había disminuido, y en ese sentido, también se ponía en juego la supervivencia del ecosistema.

Una de las causas de este fenómeno, como lo explica Bustos, se encuentra en las faenas de pesca, pues allí muchos peces juveniles son capturados. De igual manera, algunas artes de pesca, entre ellas las redes de enmalle, en ocasiones son poco selectivas, mientras que otras, que afortunadamente han caído en desuso, como la implementación de la dinamita, son destructivas y contaminantes.

Así, a partir de los resultados obtenidos en quince sitios de desembarco a lo largo del margen costero del Magdalena, se buscaba determinar la talla media de madurez de las especies analizadas, con el fin de fijar referencias para los pescadores que les permitieran establecer el momento ideal para que los peces sean capturados y la población de estos sea sostenible. Lo ideal, como lo afirma Bustos, es que la pesca esté dirigida a individuos que estén por encima de la talla de madurez, pues este es el indicador biológico de que han alcanzado la adultez y se han reproducido por lo menos una vez en su vida. Esta información se obtuvo a partir del análisis de muestras a las gónadas de estos animales.

Se encontró que, en la región, por lo menos doce especies de peces de importancia comercial y ecológica se capturan por debajo de su talla madurez, tal como sucede con la cojinúa (Caranx crysos), el jurel (Caranx hippos), el bonito (Euthynnus alletteratus) y el róbalo (Centropomus undecimalis), entre otras. Entre las artes que mayor impacto generan sobre los recursos se encontraron los chinchorros y las redes de enmalle. En todo caso, la comunidad de pescadores ratificó la importancia de las áreas marinas protegidas del departamento, además de recomendar la protección de otros sitios como la desembocadura de los ríos Mendihuaca, Guachaca, Buritaca y Palomino.

Dichos resultados fueron socializados a las quince comunidades de pescadores, quienes a manera de co-participes del estudio, desde sus relatos, también establecieron las especies de peces que percibían con riesgo de vulnerabilidad, al tiempo que valoraban el impacto de la contaminación y otros actores con influencia en las áreas de pesca, entre ellos el turismo, la hotelería y las actividades portuarias y mineras. Así mismo, se emitieron sugerencias al Incoder y al Ministerio de Agricultura en torno al establecimiento de tallas mínimas de captura.

“Los pescadores son muy conscientes de que muchas de sus artes causan daño al ecosistema, incluso entre ellos hay un veto para aquellos que utilizan artes que no son amigables con el medio ambiente, y es por eso que algunos hacen modificaciones en sus artes para pescar mejor. A través de charlas y talleres, les mostramos que capturar peces con talla media no solo es un beneficio ambiental sino también económico, pues genera mayor rentabilidad en la faena si se pescan peces grandes, que son apreciados en el mercado”, agrega Bustos.

Análisis de gónadas

Resultado de esta experiencia, la Autoridad Pesquera invitó a Utadeo a participar en el Plan de Ordenamiento de la Zona Costera Sur de Santa Marta - Sector Bello Horizonte, Aeropuerto y Don Jaca (POCSUR), que finalmente permitió llegar a acuerdos para el uso compartido de la zona entre los distintos actores que allí intervienen.

A nivel social, el equipo de investigación encontró que uno de los mayores problemas de las comunidades de pescadores era su falta de organización. Por ejemplo, las comunidades costeras aledañas a la Ciénaga Grande de Santa Marta aún siguen utilizando redes de enmalle con orificios muy pequeños que generan la captura de peces juveniles, en parte también debido a que su modo de pesca es costera. En algunos sitios del norte, en cambio, el uso de estas redes es menor y se utilizan anzuelos y palangres, permitiendo tener una mayor selectividad en las capturas. La zona central, correspondiente a Taganga y la ciudad de Santa Marta, está muy cerca del Parque Tayrona, que es zona protegida, por lo que se presentan conflictos, debido a que hay varias restricciones para la pesca, a lo que debe agregarse la imposibilidad de muchos de los pescadores para trasladarse a otras zonas, debido a los altos costos.

En ese sentido, el estudio buscaba, además, determinar qué estaban capturando los pescadores, cuál era el ingreso que percibían, los costos más frecuentes y qué artes eran recurrentes, con el propósito de transmitir esos conocimientos de cara a formalizar los estados financieros de las comunidades y obtener información precisa de sus gastos y ganancias.

Uno de los logros del estudio fue la inclusión de las faenas con captura nula o ingreso cero en las estadísticas del Sistema de Información Pesquera Nacional, pues anteriormente no se tenía en cuenta esta cifra a pesar de que afectaba notablemente la economía de los pescadores.

Además, el equipo de investigación ayudó a la población a formular proyectos productivos para el acceso a recursos. Uno de ellos fue el de mejora de las embarcaciones y motores, al que finalmente la comunidad tuvo acceso a través de un crédito que ya fue condonado. También se desarrollaron una serie de cursos relacionados con mecánica de motores, uso de instrumentos de navegación y organización empresarial. Así mismo, por lo menos un pescador en cada uno de los sitios de desembarco fue capacitado para ser multiplicador de otros, a tal punto que muchos de ellos han sido contratados por el Estado y empresas privadas como consultores para el levantamiento de información pesquera.

Hacer investigación aplicada, más allá de lo científico, resultó ser el mayor aprendizaje para los investigadores, pues el trasfondo social de la información recaudada sobre las tallas medias de los peces analizados era en últimas servir a las comunidades y mejorar su calidad de vida: “Los biólogos trabajamos mucho con animales y en campo, pero tenemos poco trato con las personas, y trabajar con las comunidades fue muy enriquecedor”.