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Hallan altas concentraciones de cadmio en ostras del Caribe colombiano
Jueves, Julio 4, 2019
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Este metal no esencial tiene un potencial efecto cancerígeno en humanos, al tiempo que causa transformaciones genéticas y del ecosistema en las poblaciones marinas. Como parte del muestreo realizado, se encontró que una de las zonas más contaminadas con metales pesados y rastros de plaguicidas es la Bahía de Cartagena.
Por: Emanuel Enciso Camacho - Fotografías: Archivo investigadora y Alejandra Zapata – Oficina de Comunicación

La presencia de metales pesados como el mercurio y el cadmio, así como de rastros de sustancias químicas provenientes de plaguicidas, son, entre otras, las principales causas de contaminación de nuestro mar Caribe, y una muestra más de los efectos negativos que tienen las actividades humanas en nuestros recursos hídricos, desde que nacen en el continente, a través de ríos, lagos, lagunas y quebradas, hasta su desembocadura en el mar.

Como parte de su tesis de grado del Doctorado Interinstitucional en Ciencias Marinas, ofertado por Utadeo, y bajo la dirección del profesor tadeísta Michael Ahrens, la investigadora Ángela Moncaleano se dio a la tarea de analizar la presencia de los metales pesados cadmio y plomo y de los plaguicidas Clorpirifos y el neonicotinoide Imidacloprid, ambos usados en la industria agrícola, en ostras, a partir de tres muestreos en dos puntos de Santa Marta (Taganga y la Marina de la ciudad) y tres en Cartagena (dos en la Bahía y uno en isla Barú).

La mayor parte de los muestreos se realizó en zonas de manglar.

Si bien la técnica de biomarcadores, es decir, las respuestas biológicas que presenta un organismo a un compuesto o sustancia contaminante, se ha explorado de diferentes maneras en estudios de toxicología en los ecosistemas a nivel mundial, la investigación desarrollada por Moncaleano es novedosa en nuestro país, pues se enfocó en los efectos directos que los contaminantes tienen en organismos como las ostras, un tipo de bivalvos que son de gran interés comercial, en la medida que muchas de ellas se utilizan para el consumo humano, y otras, para la extracción de perlas. Usualmente los monitoreos que se desarrollan en Colombia solo tienen en cuenta la presencia de contaminantes en sedimentos y columnas de agua.

La tadeísta estudió de cerca los efectos bioquímicos que presentaron estos organismos, a partir del análisis de los niveles de metalotioneínas, proteína que actúa como respuesta de defensa en la eliminación de metales pesados, adhiriéndose a estos para volverlos más solubles. Si el biomarcador se encuentra por encima de los niveles normales, este resultado se asocia a intoxicación por metales.

Muestreo de ostras

El segundo biomarcador analizado fue la enzima acetilcolinesterasa, la cual se inhibe con la presencia de plaguicidas, los cuales, en el caso de los insectos, actúan paralizando el organismo hasta causar su muerte. Así, niveles muy bajos de la enzima en las ostras indican una alta concentración de dichos químicos en el organismo.

 

Las ostras, el ‘riñón’ de los mares

Su facilidad de identificación y de recolección, así como su permanencia en un mismo sitio durante su ciclo vital, son las características que hacen de las ostras un bioindicador ideal, en la medida que están expuestas a todos los cambios de sus ecosistemas.

Estos moluscos son considerados como los ‘riñones’ de los mares, pues se encargan de filtrar y de depurar, lo que las lleva a acumular en sus tejidos gran parte de los contaminantes, situación que, en el caso del consumo por parte de los animales y humanos, se torna peligrosa, pues los metales pesados incrementan sus concentraciones y presencia en los organismos, a medida que se escala la cadena alimenticia o red trófica, procesos que se conocen con el nombre de bioacumulación y biomagnificación.

Tal situación fue la que, precisamente, encontró Moncaleano en los muestreos, pues, si bien se halló zinc, mercurio y arsencio (estaño), estos metales se encontraron en los niveles permitidos o estándares a nivel internacional. Algo similar ocurrió con el plomo, el cual tuvo una mayor presencia en la Marina de Santa Marta, debido a que los botes que se encuentran allí utilizan una pintura especial, a base de este metal, para evitar la adherencia de animales a sus cascos. Por su parte, los plaguicidas estuvieron por debajo de los límites de detección, lo cual no significa que las sustancias químicas no estén presentes, sino que no es medible por los instrumentos.

“La contaminación fue muy distinta en los diferentes puntos de muestreo. Sin embargo, nos lleva a pensar que en el Caribe colombiano no se encuentran sitios prístinos o sin contaminación. Por ejemplo, se pensaba que en Taganga y en Barú se iban a encontrar niveles bajos de contaminación, pero no fue así. Es evidente que hay presencia de contaminantes y que estos generan una afectación en los individuos”, comenta la investigadora.

Muestreo en Marina de Santa Marta

La mayor preocupación se dio con el cadmio, el cual se halló en niveles por encima de la tasa permitida a nivel mundial y de acuerdo a la legislación colombiana, que es de un miligramo por kilogramo de peso. La mayor presencia de contaminantes se dio en la Bahía de Cartagena, debido a la convergencia de diferentes actividades humanas, que van desde los plaguicidas que llegan del Canal del Dique y de la cuenca del río Magdalena, así como de los residuos orgánicos y desechos industriales provenientes de las ciudades.

De esta manera, el cadmio, al ser un metal no esencial, es difícil de asimilar y de eliminar por parte de los organismos. Su acumulación y constante exposición, según la Sociedad Americana contra el Cáncer (ACS, por sus siglas en inglés), puede generar diferentes tipos de cáncer, y en el caso de los organismos marinos, aunque aún falta profundizar sobre los efectos, se sabe que tiene un alto nivel de toxicidad en peces, bivalvos y aves, a tal punto que puede afectar el desarrollo genético, generando malformaciones y comprometiendo la viabilidad de las especies.

Sobre su origen, este metal pesado es producto de diferentes procesos industriales que carecen de los controles necesarios. Tal es el caso de la disposición de pilas y baterías, pues el cadmio, utilizado en su fabricación, llega a las fuentes hídricas por intermedio de los lixiviados que se desprenden de las basuras y residuos industriales.

Análisis de biomarcadores en laboratorio

El mar Caribe recibe todos los desechos industriales, urbanos, agrícolas y provenientes de curtiembres de las aguas de ríos como Cauca y Bogotá, que desembocan en la cuenca del río Magdalena. Los contaminantes quedan en los ecosistemas, en la columna del agua y los sedimentos, y de allí son tomados por las ostras”, agrega la investigadora.

Aunque el muestreo se llevó a cabo en las costas, los metales pesados y plaguicidas pueden llegar a mar abierto, de forma diluida, no solo a través de las corrientes sino a través de las redes tróficas, de tal forma que algunos estudios han evidenciado altos niveles de estos componentes en ballenas, atunes y marlines.

Tras los resultados obtenidos, la investigadora recomienda a las autoridades ambientales del Caribe fortalecer los muestreos y aumentar la periodicidad y rigurosidad de estos, haciendo uso de instrumentos y técnicas como los empleados en la pesquisa, con el objetivo de determinar si efectivamente el contaminante se transfiere del sedimento y las corrientes de agua a los organismos.

En próximas fases de la investigación, Moncaleano indagará sobre otros tipos de biomarcadores que, de manera específica, permitan detectar la presencia de diferentes contaminantes, entre ellos el plástico, que, según advierten estudios científicos, se encuentra presente en el agua potable a través de compuestos plastificantes, así como el microplástico que, incluso, según investigadores de la Universidad de British Columbia, es consumido por los seres humanos, en un promedio de 70.000 a 120.000 partículas por año: “la gente piensa que el mar es solo la playa, pero realmente allá terminan llegando todos los desechos que producimos en el interior. Además, gran parte de la alimentación y el clima dependen de los mares”, agrega la experta.

Angela Moncaleano se convirtió en la primera doctora en Ciencias del Mar graduada por Utadeo