• La Huerta Elena Villamil
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La Huerta Elena Villamil
Viernes, Marzo 3, 2017
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Mi casa está ubicada en la localidad tercera de Santa Fe, en el barrio San Martín Centro. Soy nacida en La Perseverancia y ya cumplí 24 años de estar en esta casa. Como se dan cuenta, no soy del campo y no he tenido en absoluto conocimiento de las labores del campo, pero siempre he sentido que nací para la cocina, por lo que hice un curso y al cabo del tiempo me terminé cuestionando sobre cómo se da la comida.

La naturaleza me puso en este terreno y un día me dije: vea, ¿por qué no cultivo?, aquí podría cultivar, y así empecé, sembrando tomate y maíz, y de hecho me salió: recogí los primeros dos tomates y me los comí con el mejor de los gustos, pero de la mazorca salió la tusa y no salió maíz. Me di cuenta que yo sola no lo podía hacer, que tenía que ir donde la gente que realmente sabe. En la persona que pensé fue en el párroco de la iglesia, porque en ese año estaban promocionando cursos del Sena y le pregunté al padre que si había alguno de agricultura, él me dijo que también quería cultivar en la iglesia y que iba a preguntar; el Sena nos abrió la posibilidad y muy rápido visitaron a los que queríamos hacer huerta, y ahí arranca este proceso de agricultura urbana, así comenzamos. Fueron dos años en que nos capacitaron, por primera vez aprendí lo que era hacer compostaje. El profesor se dio cuenta de que aquí había mucha tierra y no había que traer, así que empezamos sembrando en el piso y nos tocó trabajar un año entero para darnos cuenta que así no se podía hacer, porque aquí en el lote hay un árbol de alrededor de 230 años, un Ciprés; aprendí que ese árbol consume mucha agua, demasiada agua, y aparte de eso había muchísimos papayuelos, cerezos, bravos y duraznos; todos estos árboles fueron los que aprovecharon los nutrientes que pusimos y los frutos no nos dieron, lo que sembramos no nos dio. Ese año lo trabajamos durísimo, durísimo! y pensé en no seguir, en que era una carga muy fuerte para mí, pero la gente me animó y al otro año empezamos a hacer camas. Reciclamos madera, toda la madera que encontrábamos en la calle, y armamos las primeras camas. Decidimos que en esta casa lo que se iba a cultivar era sólo hortaliza y nos salió una hortaliza muy bonita. Ese año quitaron la ayuda del Sena porque la pasaron solamente a la parte rural y ya no a la distrital, pero en dos años, de todas maneras, es mucho lo que uno aprende; la gente estaba muy animada y seguimos nosotros solos. Luego apareció una posibilidad con la alcaldía local: vinieron, se dieron cuenta que aquí ya se estaba haciendo un proyecto, me ofrecieron trabajar con ellos y me preguntaron que si podía conseguir más personas. Así se conformó la red de agricultores urbanos de esta localidad, ya en este momento somos 12 huertas y 2 colegios.

En todo este tiempo, ya voy a cumplir 7 años, lo que realmente he aprendido de la naturaleza es que ella nos habla: yo digo que a mi la tierra y las plantas me hablan; lo que yo le he aprendido a la tierra, al contacto con la tierra, nadie me lo ha dado. Quiero contar mi vivencia porque en este momento he llegado a ser totalmente limpia: no acelero los procesos, voy como va la naturaleza. Aquí no se necesitan fungicidas, químicos ni fertilizantes porque la tierra nos provee de ellos; para fumigar utilizo las aromáticas, ya sean dulces o amargas, manejo toda la parte alelopática. Y si voy a fertilizar es lo mismo: está la sábila, está el humus, está el exiliado de la lombriz; a parte de eso saco mis propias semillas, tengo mi banco de semillas. Todo es un círculo: la tierra me da comida, obtengo el compost, tengo el humus, tengo fertilizantes, tengo fungicidas y vuelve y me da semilla!, me da comida! esto es una maravilla, es una maravilla!

Otra cosa que les quiero compartir es que, como tengo conocimiento en cocina, soy cocinera, un día me cuestioné: bueno, pero si yo puedo hacer pan con otras cosas, entonces yo puedo hacer pan con mis hortalizas!. Ahora con todas mis hortalizas hago pan, de la quinua hago té, saco leche, hago carne. Utilizo también la hoja de la quinua porque aprendí que me da el 65% de la proteína, mientras el grano me da el 100%. La huerta se me convirtió en transformar: los productos de la huerta los traigo para la cocina y transformo. Aquí en esta huerta ya he contado 15 clases de lechuga, con esas lechugas he hecho helados, mermeladas; saco diferentes ensaladas. Lo mismo, con el brócoli, los zucchinis, con las cebollas, he hecho helados y mermeladas, y puedo hacer ponqués. Hago pan, le pongo quinua y no tiene ni levadura ni huevo. Con la remolacha, los cubios, el zucchini, hago ají,… ha sido algo que la gente no conocía. Para terminar, quiero invitar a las personas a mi casa, a que vengan, conozcan y prueben, y que vean que esto es una realidad.

Huerta Elena Villamil - Dirección: carrera 5ª A número 31-40, barrio San Martín Centro. - Teléfono móvil: 3138285482, fijo: 2451100.