LEONARD BERNSTEIN, CENTENARIO (1918-1990)

“La música no trata sobre nada en especial, la música es. Son notas, preciosas notas y sonidos unidos de tal forma que disfrutamos al oírlos. La música es la forma de sentirnos al escucharla. No es una historia, ni un cuadro, es un sentimiento y lo más maravilloso es que no hay límites para esos sentimientos. La música es movimiento, siempre va a alguna parte, cambiando y fluyendo, de una nota a otra. Ese movimiento puede decirnos cómo nos sentimos, mejor que un millón de palabras”.

                                                                                         LEONARD BERNSTEIN, 1958

Se celebra en 2018 el centenario de Leonard Bernstein, figura fundamental en el arte de los Estados Unidos y quien abordó la música desde diferentes perspectivas: compositor, pianista, director, divulgador.  Y precisamente esas diferentes facetas en su quehacer musical, especialmente la de director con múltiples compromisos, impidieron que su labor creativa fuera más allá. Así lo sostiene el escritor Alex Ross en el libro “El ruido eterno”, donde recuerda la época en que Bernstein aceptó el nombramiento de director de La Orquesta Filarmónica de Nueva York: “Quizá Bernstein pensaba que podría organizarse como su ídolo Gustav Mahler, dirigiendo durante la temporada y componiendo en verano. Pero Mahler no daba conferencias, ni participaba en programas de entrevistas, ni daba discursos políticos. Logró a buen seguro grandes cosas con la Filarmónica –sus magistrales conciertos para jóvenes, su promoción de colegas estadounidenses como Charles Ives, pero en 11 años produjo sólo dos obras importantes: Salmos de Chichester y la Tercera sinfonía. Dedicó gran parte de su carrera a ser intérprete”.

Leonard Bernstein fue, posiblemente, el director de orquesta más importante durante muchos años por su trabajo al frente de la Orquesta Filarmónica de Nueva York desde 1944. En la creación musical recordamos sus cinco musicales (el más importante West Side Story), tres sinfonías, dos óperas, una misa y otras piezas importantes. Siempre destacó su compromiso con la defensa y divulgación de la música americana y sobre todo fue un músico completo con gran versatilidad y personalidad arrolladora, dones que puso al servicio de la música. Lo recordamos en sus palabras: “Yo soy un fanático de la música. No puedo vivir un solo día sin escuchar música, sin tocar música, sin estudiar música o sin reflexionar sobre ella. Y todo esto independientemente de mi actividad profesional como músico”.

El sello Sony en celebración del centenario de nacimiento de Bernstein lanzó al mercado en marzo “Leonard Bernstein, The composer”, una edición de 25 álbumes que incluyen las sinfonías esenciales del compositor, pianista y director de orquesta neoyorquino, fallecido en 1990, así como trabajos para conciertos y teatro, ballesta y canciones, todo ello presentado en cuatro grandes apartados. Uno de ellos, Bernstein dirige a Bernstein que incluye  las grabaciones estéreo para Columbia realizadas entre 1960 y 1974,  remasterizadas con la mejor tecnología desde las cintas originales. A propósito del lanzamiento de esta colección el escritor y periodista español Rubén Amón destacó algunos de los momentos más significativos en la formación y producción del maestro norteamericano:”El largo proceso de maduración se remonta hacia finales de los años 30, cuando Bernstein ingresó en la Universidad de Harvard y prosiguió sus estudios de piano con Isabella Vengerova en Filadelfia, aunque las mayores influencias en el terreno de la dirección orquestal provinieron del contacto con el histórico maestro húngaro Fritz Reiner.  Una vez decantada su vocación hacia el podio, Lenny pudo frecuentar el círculo de discípulos de Koussevitzky, quen le nombró principal asistente en 1942. Dos años más tarde sobrevino aquélla sustitución de Bruno Walter y el comienzo de una carrera profesional jalonada por su primer concierto con la Filarmónica de Israel (1947) y por su debut en la Scala (1953), el Metropolitan (1964) y la Opera de Viena (1966)”.

Además, Bernstein, felizmente comprometido con el repertorio contemporáneo, tuvo ocasión de estrenar la Sinfonía Turangalila de Messiaen (1949), la Segunda sinfonía de Charles Ives y la Quinta sinfonía de Hans Werner Henze, pero nunca renunció a su propia trayectoria creativa: Jeremiah simphony, Salmos para Chichester, Tercera sinfonía, On the town, el ballet Fancy Free, la opereta Candide y su obra más conocida West Side Story.

Bernstein fue un personaje comprometido políticamente y este hecho le acarreó muchos problemas  pues sufrió el hecho de ser un judío neoyorquino de la izquierda de su país investigado por el FBI. Y es muy importante recordar este aspecto de su vida que influyó de manera determinante en algunas de sus obras. La más reivindicada que es West Side Story con pandilleros blancos y puertorriqueños, que busca la conexión con el público utilizando técnicas vanguardistas y melódicas a la vez con claro trasfondo social, tal como lo describe Alex Ross en El ruido eterno.

El profesor catalán Andre Jaume, quien ha escrito numerosos artículos sobre Leonard Bernstein destaca su generosidad con la música, con los músicos y con los musicófilos: “Si hubiera que elegir una virtud que definiera la labor de Bernstein sería la generosidad. Siempre puso su talento al servicio de sus maestros, de sus compañeros, del público y de los más jóvenes. A diferencia de la mayoría de sus colegas, tenía una enorme facilidad para admirar”.

La emisora HJUT celebra el centenario de Leonard Bernstein con una programación especial dedicada a este maestro como compositor y director en Música Nocturna, lunes a viernes, 11:00 a 12:00 p.m., y los festivos del 4 y 11 de junio que incluyen a otros grandes artistas de los Estados Unidos.

                                                                              Orlando Ricaurte López

                                                                              Comité de programación, HJUT