Conociendo China por tren

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Conociendo China por tren
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Foto: Tomás Ramírez

Luego de vivir por más de un año en este país era algo que definitivamente no podía seguir posponiendo: un viaje en tren a otra provincia de China. No solo los múltiples destinos por conocer en un país tan grande eran la motivación sino la experiencia en sí misma de pasar más de medio día o un día entero en un tren con decenas de chinos de distintas provincias y con distintos acentos.

El primer viaje “largo” fue de preparación y de reconocimiento: en asiento duro 硬座 (yingzuo) que es el tiquete más económico, mismo precio que un tiquete sin asiento 无座 (wuzuo) ambos en un vagón con capacidad para 116 personas sentadas -no sé cuántas de pie (en el que los únicos extranjeros éramos mi novia y yo). Fueron poco más de tres horas y media de recorrido hasta la estación 山海关 (Shanhaiguan), la más cercana al punto donde inicia la Gran Muralla China, dónde ésta se encuentra con el mar. Un lugar espectacular que justificó el viaje en el asiento duro pero que aportó la experiencia para concluir que un recorrido de mayor distancia sería agotador en este tipo de asiento. 

Unas semanas más tarde nos aventuramos a un destino un poco más lejano: 大同 (Datong) a  poco más de 8 horas desde Tianjin. El atractivo principal era visitar el monasterio colgante que desafortunadamente estaba cerrado al público por la temporada. De todas maneras los demás lugares turísticos de la zona compensaron el impasse del monasterio cerrado. En cuanto al viaje en tren esta vez fue con el tiquete de camarote duro 硬卧 (yingwo), en la cama de abajo 下铺 (xiapu). Un vagón para 66 personas de las cuales 64 eran chinos. Un viaje nocturno bastante cómodo pues la mayor parte del tiempo fue durmiendo.

 

 

Ya con experiencia “suficiente” había llegado la hora de algo grande. Un viaje sencillamente espectacular: Tianjin 天津-Shanghai上海-Zhangjiajie 张家界-Beijing 北京-Tianjin天津. El primer trayecto hasta Shanghai fueron algo más de 18 horas en camarote duro (en la mayoría de trenes que vi existe otra categoría que es camarote blando 软卧 (ruanwo) que a simple vista es el mismo camarote, la diferencia está en la distribución ya que son cubículos en un vagón, cada uno con puerta y 4 camarotes en cada cubículo). El encargado del vagón en el que viajamos cada vez que podía se sentaba cerca y conversaba con nosotros, al ver que entendíamos algo de chino otros pasajeros se animaron a saber más sobre nosotros y a hacernos recomendaciones en general. 

De Shanghai, a pesar de una llovizna constante durante los días que estuvimos, nos quedó una muy buena impresión. Llegamos a la conclusión de que nos agradó tanto porque tiene más influencia occidental. Es una metrópolis enorme con una

infraestructura envidiable (hasta donde vi) en la que los rascacielos contrastan con los múltiples e inmensos parques que hay dentro de la ciudad. También un desafío para el oído porque lo que más se habla es el dialecto local 上海话 (Shanghaihua), que dista mucho de lo que hemos aprendido. 

De la maravilla urbana a la maravilla natural. 25 horas de recorrido hasta otro paraíso en la tierra: 张家界 (Zhangjiajie). A muchos, sino la mayoría, el nombre no nos dice nada más que una ciudad china pero si decimos “las montañas de Avatar”, la cosa cambia. Como se lo he descrito a varias personas es como cuando uno viaja en avión y al mirar por la ventana ve las nubes y algo de tierra al fondo, así es la mayor parte del paisaje (pero sin el avión) en el Parque nacional natural de Zhangjiajie 张家界国家森林公园 y en la Montaña de la puerta del cielo 天门山. Un lugar maravilloso en la provincia de Hunan 湖南 en el centro sur de China.

No queríamos dejar un lugar tan bello pero el deber llamaba, además que ya teníamos los tiquetes de tren comprados (para destinos populares hay que comprar los tiquetes de tren con casi un mes de anticipación). Quizá fue por eso que el trayecto hasta Beijing se hizo eterno a pesar de que también fueron 25 horas. La mejor parte de éste es que nos dormimos con un paisaje típico de verano-otoño con mucho verde y algo de amarillo, rojo y naranja y nos despertamos en total invierno con un paisaje blanco por la nieve.  Hicimos “escala” en Beijing porque tiquetes directos  Zhangjiajie-Tianjin solo quedaban en asiento duro o sin asiento y no estábamos dispuestos a semejante viaje en una silla dura (que al final de cuentas no es tan dura).

El último trayecto si lo hicimos en asiento duro desde Beijing a Tianjin. Una hora y media que terminó con cualquier posibilidad de volver a viajar, en el futuro cercano, con este tipo de tiquete. Un calor insoportable y un olor a cigarrillo que nos acompañó en cada trayecto, sumados a la ansiedad de llegar a casa –si, después de tanto tiempo se siente como una casa- hacen que el tiempo aparentemente transcurra más lentamente, que las distancias se alarguen y que cada detalle, por mínimo que parezca, nos moleste.

Como dato general, en todos los trenes pasan vendiendo comida. Ya sea desayuno, almuerzo o cena, en unos carritos metálicos que mantienen la comida caliente. De las tres comidas probamos todas en diferentes trayectos y muy ricas la verdad. Adicionalmente pasan vendiendo “chucherías” que pueden incluir desde productos típicos de las regiones por donde pasa el tren, hasta medias y cargadores portátiles para el celular. Está también el vagón comedor pero los platos son algo costosos. Y también existe la opción de las pequeñas tiendas o personas vendiendo comida en las múltiples paradas que hace cada tren en el recorrido.

Luego de esta experiencia me voy con la sensación del deber cumplido al haber conocido otros pedacitos de China, cada uno único y espectacular. Quedan muchísimos lugares por visitar, muchísimos kilómetros por andar, personas por conocer y experiencias por experimentar. Este viaje nos abrió el apetito por conocer y nos dejó la enseñanza de que una de las mejores formas de utilizar nuestro tiempo es viajando.

 

 

Tomás Felipe Ramírez González 龚恒毅

Estudiante de Idioma china en la TJFSU

Estudiante del Instituto Confucio Utadeo 2014.

 

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