El tiempo está en contra de nosotras.

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El tiempo está en contra de nosotras.
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Foto: Laura Suárez

La semana pasada fuimos a Beijing por qué se iba a festejar la fiesta de fin de año que organiza la Embajada de Colombia, pero como no habíamos ido nunca a esta ciudad decidimos que ir solo por unas cuantas horas no era suficiente,  así que decidimos ir desde la mañana para poder echarle un vistazo a uno de los lugares turísticos de esta bella ciudad.

Nuestro viaje empezó tomando por primera vez el tren de alta velocidad, también conocido como tren bala, estando dentro del tren no se siente su velocidad pero en realidad sí va muy rápido. Cuando llegamos a Beijing tomamos el metro directo desde la estación del tren hasta la plaza de Tiān'ānmén que queda al lado de la Ciudad Prohibida. Al llegar sentí como que había entrado por una puerta dimensional y volví al pasado, a pesar de que día a día se moderniza más, casi podía imaginar cómo fue la vida en la época de las dinastías, su majestuosidad maravilló mis ojos con el claro ejemplo de la precisión y elegancia de la arquitectura china.

Luego de tomar cualquier cantidad de fotos, como buenas turistas pasamos a visitar la tan famosa Ciudad Prohibida en la que un gran retrato de Mao Tse Tung adorna la puerta principal de ésta. Todo fue más que bueno, precisamente ese día el clima no estaba tan frío como los otros y no había rastro de contaminación, el cielo estaba muy azul, tanto que no era común, así que nos facilitó el recorrido.

Dentro de la ciudad prohibida las gigantescas edificaciones son prueba de la disciplina y pasión con la que los chinos trabajan, los edificios de la Ciudad Prohibida muestran cómo fue la vida e historia de China y cómo vivían los emperadores. Todo está decorado con el color favorito de los chinos, el rojo, el color que los representa y que según ellos atrae la buena suerte.

Después de ver todos los edificios subimos por una pequeña colina hasta llegar a la cima en donde hay una especie de casita, dentro de esta hay un gran boda- la cual no dejan ver ni fotografiar por asuntos religiosos- pero allí fuimos privilegiadas al ver el paisaje de la ciudad y de los edificios antiguos. Era ya en la tarde, así que nos sentamos a comer mientras esperábamos que atardeciera, fue hermoso cuando por fin el sol se empezó a ocultar formando bellos matices de naranja y rojo, dándonos un poco de calor en este crudo invierno y adornando también el cielo azul con pequeños destellos casi mágicos.

Además de que la entrada es muy económica, sobre todo para estudiantes, entrar y conocer un poco más de la cultura china es una vivencia inolvidable.

De ahí tomamos un bus que nos dejó cerca de la calle comercial Wang Fu Jing, una de las más famosas del mundo. Recorrimos esta calle donde están las marcas más prestigiosas a nivel mundial, ya era de noche y estamos en Navidad así que vimos todo lleno de pequeñas luces, acercándonos un poco más a lo que es la vida moderna. De paso entramos en la calle donde venden comida exótica, muchos pinchos de animales, unos que incluso aún estaban vivos, y diferentes platos típicos de la gastronomía china, postres, dulces, platos fuertes, sopas, de todo un poco.

Caminamos y caminamos hasta que llegamos al club donde se haría la reunión. Al llegar el cónsul nos recibió muy bien,  casi que me sentí en casa. La música y el ambiente eran como en Colombia, siempre cálido y familiar, hicieron unas rifas con unos números que elegíamos al entrar, rifa de la cual no gane nada.

Pudimos pasar un rato muy agradable hablando con otros paisanos que a pesar de que extrañan su patria, tanto como yo, están enamorados de China y la amabilidad de su gente porque acogen al extranjero como un miembro más de su familia. Ya luego bailamos un poco para recordar el sabor latino que llevamos dentro y así culminó la noche, llena de buenos amigos y alegría.

Aunque el tiempo no alcanzó para hacer todo lo que debimos haber hecho, fue una experiencia inolvidable. Espero poder ir de nuevo para disfrutar de todo lo que Beijing ofrece, por qué hay mucho que ver pero poco tiempo para disfrutarlo como debe ser.

 

Laura Suárez, Tianjin (China).

Estudiante de Idioma chino en la TJFSU.

Becaria del Instituto Confucio Utadeo.

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