En esta ciudad, me encuentro yo, Daniela Vélez, empezando uno de los años más importantes de mi vida hasta ahora. Probablemente soy del 0.001% de colombianos que han visitado la ciudad de Lanzhou ¿Qué cómo es que terminé acá? Bueno, gracias al Instituto Confucio y a Hanban quienes ofrecen becas para estudiar chino cada semestre. Pero es algo más complicado que eso.
Inicialmente había aplicado a la Universidad de Estudios Extranjeros de Tianjin, al igual que mis otros 7 compañeros que en este momento se encuentran en esta excelente Universidad, por motivos de tiempo y de suerte, tal vez, no alcance a aplicar a ésta y enviaron mis papeles a la Universidad de Lanzhou. Fueron una serie de acontecimientos afortunados que hicieron que yo terminara en este desconocido lugar.
Lo primero que pensé cuando me dijeron Universidad de Lanzhou fue “bueno, no lo conozco pero es China”. Luego, cuando vi lo lejos que estaría de las grandes y famosas ciudades, sentí algo de nervios de venir sola y de pronto no encontrar la forma de encajar, la decisión fue como deberían ser muchas de las decisiones de la vida, simplemente probar y “tirarme de cabeza”.
Llegue a Lanzhou el 3 de septiembre, después de un viaje de casi 3 días debido a escalas y cosas de esas. Lo primero con lo que me encontré fue un gran contraste con ciudades como Tianjin o Beijing, pues en Lanzhou la mayoría de personas pertenecen a la minoría Hui quienes practican la religión musulmana. En mi cabeza tenía el estereotipo de que los musulmanes todos debían vestir de cierta manera y hasta llegue a pensar que no parecerían chinos, pues no es así, por supuesto que hay quienes prefieren vestir como su religión se lo pide pero la gran mayoría son como cualquier chino de otra ciudad.
Al empezar las clases, 2 días después de mi arribo, aún no estaba muy adaptada al lugar, había tenido dificultades con cosas como la habitación, pues no era nada como mi habitación durante el Campamento de Invierno al cual asistí en el 2013 en Tianjin, tampoco estaba adaptada a la comida, y por supuesto aún no entendía nada cuando alguien intentaba hablarme en mandarín.
Ahora, después de 21 días en Lanzhou, mi habitación está mucho mejor, ya tengo 3 o 4 platos favoritos entre esos el 饺子 y el 牛肉, una sopa de noodles y carne de res con algunos vegetales y mucho picante para mi gusto- por eso siempre lo pido diciendo 不要辣 (sin picante), no soy tan valiente como mi roomate italiana Camilla, ella podría comerse un chile entero-. Y por supuesto ya entiendo el chino cuando me hablan, me ha ayudado mucho escuchar música en chino.
También he podido practicar mucho mi inglés porque hasta ahora no he conocido a nadie que hable español, se ha convertido casi en mi primer idioma acá en China, es mi forma de comunicarme con Camilla y con otros compañeros en la Universidad.
Hay una comunidad grande de Kazajistán, he conocido personas de Kenia, Nigeria, Pakistán, Uzbekistan, Alemania, Georgia, Taiwan, Corea, Nepal, Bután, Rusia, Yemen, Ucrania, Malawi entre otros.
Creo que estoy viviendo una experiencia totalmente diferente a la que pude haber tenido en una gran ciudad del este, como Shanghai o Beijing, porque están demasiado occidentalizadas. Lanzhou conserva ese estilo de ciudad china, por supuesto también tiene las luces de neón en todo lado, pero sigue siendo muy china. Estoy convencida de que aprenderé mucho de esta ciudad y que este año va ayudarme a crecer en muchos aspectos pues estoy viviendo en la verdadera China.
Daniela Vélez Ramírez.
Estudiante de Idioma chino en la Universidad de Lanzhou.
Becaria del Instituto Confucio Utadeo.