Gracias a esta oportunidad pude disfrutar de la vida en Tianjin, una ciudad hermosa y tranquila. Probé deliciosa e inusual comida, me perdí más de una vez en sus tranquilas calles y encontré el camino de vuelta a la Universidad de Estudios Extranjeros gracias a la amabilidad de todas las personas.
Todos nuestros compañeros chinos fueron amables y estaban dispuestos a ayudarnos cada vez que se lo pedíamos. Nos acompañaron en el bus, en el metro o caminando a librerías, el zoológico – donde pude observar a un panda -, a parques y al río. Este último es uno de los lugares más hermosos que yo he conocido. Quedaba cerca de la Universidad así que siempre que tenía una oportunidad iba de nuevo y nunca me cansaba de verlo, de día o de noche.
Todo el viaje se trató de caminar: caminar por las atestadas calles donde regateábamos con los chinos para obtener buenos precios, caminar alrededor de la Universidad buscando lugares nuevos para comer, caminar por los monumentos como la Ciudad Prohibida, la Plaza de Tiananmén y el Templo del Cielo cuando fuimos a Beijing. Y aunque todos terminábamos exhaustos todos los días salíamos para observar y encontrar cosas nuevas.
Me sorprendió lo segura y tranquila que es la ciudad. Aunque me perdí un millón de veces, jamás me sentí preocupada o asustada. Además, tuve muchas oportunidades de practicar chino, escuchando e intentando comunicarme con las personas.
Toda esta experiencia fue inolvidable y cuando tenga la oportunidad de volver lo haré sin dudarlo.
Angélica Paola Farfán Mendieta
Estudiante de Diseño Interactivo
Universidad Jorge Tadeo Lozano