Un día, luego de un tour por la ciudad, se presentó la oportunidad, tenía la tarde libre. Había comprado un mapa del centro de la ciudad y veía que el edificio no se encontraba lejos de la Universidad de Estudios Extranjeros de Tianjin, donde me encontraba para el Campamento de Verano. Con un pretensioso espíritu aventurero decidí que lo más interesante sería ir caminando. Mi entusiasmo por ir era tal, que logré convencer a mi novia y a un grupo de 6 compañeros, de tal forma que ésa tarde de tiempo libre, salimos en busca del edificio más grande de Tianjin. Eran aproximadamente las 6:00 pm.
Estaba oscureciendo cuándo empezamos a cruzar las primeras calles, viendo la punta del edificio a lo lejos. Hablábamos y bromeábamos entre todos, de vez en cuando nos deteníamos a tomarnos fotos, y en algunas tiendas que descubríamos a medida que nos alejábamos de la universidad. Monumentos y obras artísticas fueron también parte del recorrido.Luego de varias cuadras el ánimo comenzó a disminuir. Ya era de noche y no reconocíamos donde estábamos. La punta del edificio continuaba viéndose pero no era claro si nos estábamos acercando. Yo sólo decía “sigamos que seguro no falta mucho”, los demás creo que me hacían caso porque ya habían gastado mucho tiempo como para devolverse sin más.
Tras pasar una zona residencial con pequeñas casas y muchos árboles, llegamos a una gran intersección de avenidas de avenidas. Fue como encontrarse con un gran río. Cruzando el panorama cambiaba a muchos edificios aparentemente empresariales. Entre todos, aún se veía la punta de la Torre de Tianjin.La moral se fue al suelo y todos decidieron volver. No los podía culpar, era muy tarde, tanto que el Starbucks que estaba enfrente de nosotros había cerrado. Aun así yo quería seguir. Afortunadamente mi novia decidió seguir conmigo, aunque su cara de como quién le acepta un capricho a un niño, me dejaba clara la situación. Yo lo sabía pero no me importaba.
Cruzamos la avenida y continuamos caminando entre los edificios. Luego de un rato se pudo ver casi todo el edificio, no habían más “obstáculos”, era al fin una señal de que nos acercábamos, no sabía la hora pero creía firmemente que no faltaba mucho para al fin llegar al edificio. Nos tomaríamos varias fotos y regresaríamos victoriosos a mostrarles a todos que lo conseguimos.Seguimos caminando y luego de un rato me di cuenta de dos cosas. La primera es que la punta del edificio se veía de un tamaño casi igual que al comenzar a caminar, se podía ver casi toda la estructura pero si la tapaba con las manos, la punta no había cambiado. Y la segunda, aunque suene muy dramático, en todo el recorrido dos cosas no habían cambiado: la punta del edificio y la luna. Eso estábamos haciendo, ir caminando a la luna. Su tamaño era tal que siempre se veía igual. En ese momento me rendí, dimos media vuelta en busca de un taxi que nos regresara. Con eso finalizó la travesía. Eran poco más de las 9:30 pm.
Días después fuimos al Museo de Planeación de Tianjin como parte del Campamento de Verano, y me di cuenta que esa noche tan solo habíamos llegado a la mitad del camino aproximadamente. Y comprendí que en efecto las dimensiones en China son bastante diferentes; sus edificios, sus cuadras y sus mapas.
Juan Camilo Martínez.
Profesional en Relaciones Internacionales.
Estudiante del Instituto Confucio Utadeo.