Imagínense a un mexicano y dos colombianos entre 23 y 25 años en China -el país de nunca jamás- con todo lo que ello implica, con sed de aventura y ánimos de huir del cruel invierno en las vacaciones. Ya que tiene la imagen, agregue un poco de irresponsabilidad, falta de planeación y presupuesto.
La primera parada era la ciudad sureña de Guangzhou.
En la búsqueda de ahorrar tiempo y algunos yuanes, contactamos al conocido de un conocido nativo de Guangzhou, gerente de ventas de una empresa de repuestos de iluminación para vehículos, el cual nos ayudaría a encontrar un hotel dentro del presupuesto.
Para no ahondar en detalles, ninguno de los tres logramos recordar el nombre de éste benefactor, y no necesariamente por nuestra falta de memoria, sino porque el nombre de su empresa opacaría cualquier otro detalle: GPUSSY. La compañía apareció ante nosotros en letras brillantes y rojas en una tarjeta de presentación de nuestro nuevo amigo.
GPUSSY nos invitó a comer con su esposa grávida y ahí fue cuando conocimos las delicias de la comida cantonesa, en mi opinión, la mejor de China.Lo que sigue daría para escribir un libro entero, sin embargo me limitaré a contar esta casual anécdota.
Regresamos a nuestras labores académicas en Wuhan, una ciudad con la población de Bogotá, al centro de China. Transcurrió un año, y GPUSSY permanecía en nuestras mentes y corazones, fue un digno representante de la hospitalidad china, y para mí era el momento de regresar a Guangzhou como parada intermedia para llegar a Tailandia.
Previo a mi viaje, entré en contacto con una mujer de Fuzhou y residente en Guangzhou, con la que estaba buscando estadía a través del website www.couchsurfing.com -una página en la que se crea un perfil, se detallan intereses y se ofrece un sofá, una cama adicional o simplemente servir de guía a viaje de manera gratuita-.Esta vez mi aventura no sería tan espartana; contaba con algunos ingresos adicionales y pude pagarme un buen hotel.
Mi cyber-amiga WenBo (en español Camila) se encontró conmigo en el malecón del Río La Perla (珠江- Zhū Jiāng) y conversamos de los temas normales que hablaría un extranjero con una china en una primera conversación; gustos, cómo llegó a China, estudios, trabajo.
Después de algunas cervezas nos adentramos en el sinuoso tema amoroso y para entonces yo ya sabía que ella trabajaba en una constructora hacía poco tiempo. Me contó una triste historia de amor en la cual se involucró con su antiguo jefe (el gerente de ventas de la empresa), ignorando que este era casado y que su esposa pronto daría a luz.
El pretendiente logró engañarla por un año presentándola como su novia oficial ante un grupo de personas que él contrató para actuar como familia ante los ojos de ella. De repente, algún movimiento sagaz e inconsciente se ejecutó en mi cerebro, y me impulsé a preguntarle:
- ¿Qué actividad tenía la empresa en la que trabajabas antes?
- Repuestos de iluminación para vehículos - Respondió Camila
- ¿Cuál es el nombre de esa empresa? - Pregunté inquietamente
- GPUSSY. - Respondió ella.
Juan Pablo Acevedo.