Como parte de una actividad de la asignatura Didáctica del Lenguaje Audiovisual, se realizó un trabajo de campo con 11 estudiantes quienes guiados por la docente Myriam Figueroa partieron desde muy temprano en dirección a San Basilio de Palenque, una de las poblaciones más representativas de la cultura africana en el continente americano.
Para algunos estudiantes este viaje fue toda una aventura que desconocían por completo, y que les permitió abrir sus horizontes y potenciar su creatividad. La docente Figueroa explica que: “la idea era hacer una práctica de fotografía para captar por medio de imágenes la riqueza cultural y también la problemática que rodea un municipio desde lo social, lo económico, lo político, etc”.
El plan era sencillo y desde su partida a las 7 de la mañana todos tenían claro que se trataba de un ejercicio de observación donde por medio de su lente captaban la realidad, sin embargo, antes de llegar al municipio que queda a 30 minutos de Cartagena, se les ocurrió hacer una serie de videos con base a la investigación previa que cada uno había realizado del municipio bolivarense. Durante el viaje se expusieron los temas o propuestas para no perder ni un minuto al llegar a Palenque.
“Algunos entrevistaron a personas de allá, otros grabaron con niños cómo comen, y se fueron integrando con la comunidad lo cual dejó como resultado un trabajo muy interesante del cual ya estamos preparando una muestra para divulgar el resultado de este ejercicio”, afirmó la docente de esta asignatura del programa de Producción de Radio y Tv.
Esta visita también dio pie para dar a conocer el lado prosaico de la docente que nos envió una pequeña crónica de lo que pudo percibir a través de su mirada y cómo este pueblo pueblo con una historia tan rica, vive sumido en una situación precaria de salud, analfabetismo y otras problemáticas con las que han convivido por años.
A continuación la crónica de la docente Myriam Figueroa:
San Basilio de Palenque… la cuna del son palenquero
Bajo un sol abrazador e implacable, un pueblo camina lento entre calles polvorientas, este es San Basilio de Palenque, un lugar en donde los tambores suenan por doquier, pero eso sí, enredado entre su son se escucha y se siente la tristeza, la melancolía, la nostalgia de un pueblo que a pesar de haber roto sus cadenas, se ha quedado en el tiempo. Allí nada cambia, todo continúa igual, las palenqueras siguen cargando su historia, entre las frutas, sumidas en las labores domésticas y llevando la responsabilidad de la economía del hogar, quemando sus pestañas y acalorando sus manos al ritmo del paloteo de la paila que contiene el dulce de coco o la popular alegría. Algunos hombres trabajan en el campo y otros en las esquinas o bajo un palo, hablan de lo cotidiano, mientras tanto, los niños a pie descalzo juegan sin temor a nada, sin pensar ni preocuparse de nada, solo de ser felices y vivir la vida en medio de su pobreza e inocencia.
Sus pobladores mantienen vivos los rituales de la vida y de la muerte, sus tradiciones, el respeto por los ancianos y la experiencia de sus años, ellos son la memoria viva de los nativos. Y es que en San Basilio de Palenque las horas no pasan, el silencio es ruidoso, en las calles los cerdos se confunden entre la gente, los perros y los lánguidos burros deambulan con sus pesadas cargas, mientras tanto, las mujeres cocinan y lavan la ropa, algunas hacen dulce, otras hablan con sus vecina de sus hombres, arrulladas por el relajante camino que van trazando las manos de aquella que le hace su colorido peinado de trenzas, hombres y niños en la plaza disfrutan de la visita constante de los turista, algunos sirven de modelos, pero eso sí, si les dan para la gaseosita.
Todo esto se vive, se siente, se respira en San Basilio de Palenque, un pueblo sumido en la pobreza, en el olvido, pese a la riqueza cultural que lo envuelve en el concierto de las comunidades afroamericanas. Sus gentes, su poblado, su historia, su lengua, son testimonios de procesos de creación e identidad de la diáspora Africana en América. En Colombia, son la vivencia del puente África-América y nada más, mientras… los tambores siguen sonando.