Oye cómo va: Dia de la danza

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Oye cómo va: Dia de la danza
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Martes, Abril 29, 2025
El estudio temblaba bajo la música, ella, entró al centro sin saludar con el pelo pegado a la nuca y los tobillos calientes de tanto esperar. Apoyó su pie derecho sintiendo el piso con la planta entera y comenzó a moverse.

Escrito por: Luna Martinez 

Correción/edición de estilo: Akemi Amaya 

Ilustración: Sara Hómez 

No era una secuencia; era una urgencia. Su cuerpo bajaba,subía , se torcía en direcciones inesperadas. Las rodillas se doblaban como si se hundiera en algo espeso luego se convertía en un impulso seco. Sus manos no bailaban; buscaban equilibro, danzaban como antenas. Al fondo, el ritmo golpeaba fuerte y breve; como una carcajada de metal. 

Giró, giró sin ningún aviso y el peso cambio de piernas sin hacer ruido. Sus caderas marcaban un ritmo corto, rapido, insistente en casa paso como un zigzag como si su cuerpo dudará antes de lanzarse. No repetía nada, se empujaba hacia adelante, frenaba con el pecho, retrocedía medio paso y volvía a lanzarse. La música la empujaba desde abajo, atravesaba sus talones, subía por sus gemelos como electricidad húmeda. El sudor bajaba por lo brazos y se estrella con el suelo. Tenía la boca entreabierta, no por falta de aire, sino porque no lograba cerrarla totalmente. 

No miraba a nadie pero, en sus ojos algo estaba abierto. Su cuerpo entero parecía responder a una voz sin lengua, su cuello se doblab, la espalda se arqueaba como si el sonido la jalara. Saltaba apenas unos centímetros, lo justo para caer en otro ritmo, otra pisada distinta, urgente. En el espejo no buscaba corregirse, no estaba ahí para eso, estaba para probarse. Cada movimiento era una réplica del tambor: firme, afilado, lleno de deseo. 

Las gotas en el suelo marcaban un trayecto. Cada una tenía un origen en el cuerpo, un momento en que ella algo había soltado. Lo músculos ya no buscaban sostenerla, la seguían. Si tropezaba, resbalaba, seguía; encontraba otra forma de seguir bañando. El ritmo no la dejaba detenerse, le latía entre lasmcostillas como un corazón ajeno. 

Entonces una voz estalló sobre el ritmo —trompetas, timbales, sudor, garganta rota—: “Oye cómo va, mi ritmo, bueno pa’ gozar.” 
Ella giró una última vez, empujada por la fuerza de esas palabras que parecían hechas con los huesos de la calle. Y justo ahí, la música se apagó de golpe. 

Ella se detuvo, pero no bajó los brazos. El pecho seguía moviéndose, pero más lento. No habló. Caminó hacia la esquina, recogió su toalla. En el suelo quedó una figura invisible: líneas, pausas, empujones. El ensayo había pasado como una tormenta. 

Reconocimiento personería jurídica: Resolución 2613 del 14 de agosto de 1959 Minjusticia.

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