Voces que transitan: un mosaico de experiencias

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Voces que transitan: un mosaico de experiencias
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Domingo, Marzo 30, 2025
Marsha P. Johnson (1945-1992) fue una figura icónica y pionera en la lucha por los derechos de las personas LGBTQ+, especialmente por las personas transgénero y de color.

Escrito: Akemi Amaya, Carolina Labrador, Daniela Pineda    

Correción/ edición de estilo: Santiago Cabarcas

Nacida en Nueva Jersey en 1945, en el seno de una familia afroamericana, desde temprana edad enfrentó desafíos relacionados con su identidad de género. Esta experiencia marcó su vida y la llevó, a los 17 años, a mudarse a Nueva York, donde adoptó el nombre de Marsha P. Johnson. La "P" en su nombre, según ella misma, representaba “Pay It No Mind” (No le hagas caso), un lema que reflejaba su actitud desafiante frente a la discriminación y el rechazo. 

Marsha fue una de las primeras mujeres transgénero visibles en una época en la que la comunidad trans enfrentaba una violencia y discriminación extremas. Se unió a la comunidad LGBTQ+ del Greenwich Village en Nueva York, especialmente en áreas como Christopher Street, que se convirtieron en el epicentro de la resistencia queer. 

En 1970, junto con Sylvia Rivera, fundó el colectivo "Street Transvestite Action Revolutionaries" (STAR), dedicado a brindar apoyo a personas transgénero y sin hogar. STAR surgió como respuesta a la carencia de recursos para las personas trans, muchas de las cuales, al igual que Marsha, se veían obligadas a trabajar en la prostitución debido a la discriminación sistemática y falta de oportunidades laborales. Esta organización no solo ofrecía refugio, sino también apoyo emocional y político. Marsha promovió valores fundamentales como la solidaridad, el cuidado mutuo y la visibilidad trans, destacando la urgencia de una inclusión auténtica en un contexto de opresión. 

Marsha también es reconocida por su participación en los disturbios de Stonewall en 1969, un evento crucial en la historia del movimiento LGBTQ+. Aunque el rol exacto de Marsha sigue siendo debatido, su presencia en ese momento fundamental es innegable. Estos disturbios, una respuesta a las constantes redadas policiales en bares gay, marcaron el inicio de un movimiento más visible por los derechos civiles LGBTQ+. Enfrentando el racismo y la transfobia, Marsha se convirtió en un símbolo de lucha y dedicó su vida a construir un mundo donde las personas trans vivieran con dignidad y respeto. 

El legado de Marsha P. Johnson sigue siendo un pilar del activismo LGBTQ+. Su filosofía de "Pay It No Mind" no solo desafiaba las expectativas de la sociedad, sino que también recordaba que la lucha por la justicia social debe ser inclusiva, especialmente para las personas más marginadas. Su trabajo y valentía inspiran a generaciones de activistas y representan la importancia de la visibilidad, la solidaridad y la inclusión. 

Dos voces trans en Bogotá 

Los enfoques cualitativos demuestran la dimensión de las problemáticas socioculturales; sin embargo, para este artículo, resulta esencial adoptar una metodología que priorice la escucha activa, la empatía y el profundo respeto por las narrativas individuales, evitando simplificaciones excesivas. Así, Lola y Ángel comparten en sus propios términos y palabras sus historias de vida, sus luchas y sus triunfos. 

Para Ángel, la voz poética conecta profundamente con su ser. El arte y la escritura representan una lucha y un acto de resistencia contra la transfobia, además de ser herramientas para su crecimiento personal. En su poema La maté, el autor expresa una identidad que busca surgir, ser amada y reconocida. La obra explora el miedo, no por abandonar lo que se le impuso ser, sino por las implicaciones de hacerlo. En un torbellino de sensaciones, Ángel revela: “Ella poseía... todo lo que yo envidiaba, todo lo que yo quería, lo que tanto anhelaba”. Sin embargo, la transformación final llega con la aceptación: “Porque ahora soy yo, no una extraña que vive en mis entrañas, sino algo que reconozco”. 

Para Lola, es importante reconocerse como mujer trans desde adentro y no solo desde afuera. Para ella, verse a sí misma y sentirse una mujer es algo que nace de la mente; es decir, muchas veces los prejuicios y rechazos no vienen del exterior, sino del fondo de nuestros corazones. 

Lola nos relata cómo fue su proceso de transición, enfrentando en cada paso diferentes puntos de vista y desafíos que no solo provenían de su entorno o de cómo la sociedad la percibía, sino también desde su propia consciencia. Con un tono tranquilo pero decidido, nos describe una vida llena de altibajos, una montaña rusa de emociones: “Es como todo en la vida, es una montaña rusa. La transición, evidentemente, también es una montaña rusa, pero me hacía sentir cada vez más yo, cada vez más cómoda. Cada vez que me veía al espejo, me sentía bien, me sentía tranquila, parce.” 

Lola es una mujer de 26 años que se enorgullece de ser quien es hoy en día, consciente de que, aunque no es fácil ser auténtica en un mundo que exige uniformidad, siempre es mejor mantenerse fiel a uno mismo: “Al final del día, tu vida es tu vida, y nadie más va a vivirla por ti. Si tú te sientes tranquilo con quien eres, el resto viene por añadidura, diría yo.” 

Tal como dice Lola, la transición es un proceso que no ocurre de la noche a la mañana. Es algo que comienza lentamente, quizá sin que ella misma se diera cuenta. No habría imaginado que, a sus doce años, aquella pequeña voz en su cabeza que le sugería una visión diferente de sí misma sería el inicio de un proceso que solo puede describirse como una metamorfosis:

“Obviamente es algo muy duro ¿no?, pero va a haber muchas cosas que tienes que  

dejar atrás. [...] Es como la analogía con la mariposa, porque es eso precisamente,  

como esa transformación de una oruga y que en ese proceso de oruga a mariposa  

pasan muchas cosas, en ese capullo pasa de todo, se destruyen muchas cosas para  

crear un ser tan hermoso que es capaz de volar. 

O también tengo como otra analogía que me gusta mucho y es... Las perlas en el mar, como que la transformación de las perlas suele ser un proceso doloroso, ¿no? Es como, la arena suele entrar a las conchas y las conchas en su método de defensa, sobre la arena que entra, empiezan como a formar una capa, que es lo que termina creando la perla, y siento que muchas veces también puede ser así, ¿sabes? como todo este dolor [...] y como, alquemizarlo.  

Tantas veces que una no se reconoce, que una no se siente, que una no se ve, que una piensa que es como... o que una no es, precisamente, te llevan como a puntos tan bajos... Pero esos puntos bajos los puedes convertir en la mariposa, en la perla, en ese proceso que toca vivirlo para ser quien uno es.”  

El Día de la Visibilidad Trans, celebrado el 31 de marzo, conmemora la primera vez que los medios de comunicación estadounidenses reconocieron públicamente a una persona trans. Esta fecha destaca la importancia de visibilizar la diversidad y la riqueza de la esencia humana. Al explorar estas experiencias personales, buscamos abordar con mayor profundidad las barreras sistémicas y sociales que enfrentan las personas trans, así como las diversas formas en que encuentran resiliencia, alegría y autenticidad en sus vidas. Las personas trans están aquí, presentes cada día en nuestra realidad. Es nuestro deber como sociedad promover sus derechos, pues, constitucionalmente, donde terminan nuestros derechos comienzan los de los demás. 

Reconocimiento personería jurídica: Resolución 2613 del 14 de agosto de 1959 Minjusticia.

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