Yo seré tu espejo; Ruven Afanador: 80 RETRATOS en el MAV

Exposiciones
Yo seré tu espejo; Ruven Afanador: 80 RETRATOS en el MAV
Fecha del evento: 
Jueves, Marzo 3, 2016 - 19:00
Fecha fin del evento: 
Viernes, Abril 8, 2016 - 19:00
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La obra de este consagrado fotógrafo colombiano, reconocido en el mundo entero, se verá en el Museo de Artes Visuales de Utadeo, gracias a la exposición "Yo seré tu espejo; Ruven Afanador: 80 RETRATOS", del 3 de marzo al 8 de abril.
Museo de Artes Visuales
Entrada libre

Consagrado fotógrafo oriundo de Bucaramanga, reconocido en el mundo del modelaje, inclinado a lo clásico, privilegia lo blanco y negro, se inspira en la gente y en las tendencias; ha trabajado para Vogue, Elle, Rolling Stone, Vanity Fair, entre otras reconocidas publicaciones. Su obra se verá en el Museo de Artes Visuales de Utadeo, gracias a la exposición "Yo seré tu espejo; Ruven Afanador: 80 RETRATOS", a partir del próximo 3 de marzo y hasta el 8 de abril.

"Cuando Ruven Afanador se fue de Colombia a los catorce años, nunca podría haber imaginado que su destino sería ser fotógrafo, y, menos, que retrataría a los grandes personajes de su época. A sus bellezas emblemáticas, a sus hombres poderosos. Ni siquiera se lo podía haber imaginado en 1992 cuando el Museo de Arte Moderno de Bogotá presentó la primera exhibición de su obra en Colombia, y aún joven, no sabía con certeza que la fotografía implica un poder que seduce y subyuga…..tanto al sujeto del lente, como al fotógrafo que lo enfoca. Aunque su pasión por el retrato está totalmente conectada a su país natal, arraigada en aquellos años de su niñez en Colombia, cuando ese niño tímido y respetuoso, espiaba a reinas de belleza y novias, la linda clientela del estudio más reconocido en la ciudad de Bucaramanga, Foto Serrano, cautivado por el fantasioso proceso de hacer retratos, fascinado por el contraste entre la persona y el personaje de la fotografía.

Y sin embargo, sus imágenes, reiteraciones que descontextualizan de su juego de espejos a esos íconos del mundo contemporáneo, hoy evocan lo más profundo de la esencia de personajes cuidadosa y perfectamente construidas, esencia revelada al ser penetrados por el ojo experto de un fotógrafo que sabe que su mirada posee una fuerza irresistible para desnudar actitudes y despertar fantasías.

“Mis personajes favoritos son los que son libres y abiertamente se entregan al momento con abandono,“ dice Afanador, sabiendo que ese momento es suyo solamente y la entrega únicamente para él. Abandono efímero que queda grabado para siempre en claoroscuros de alto contraste con un hechizo primordial que, por sensual, no deja de ser totalmente cerebral. Las referencias suelen ser intencionales. Goya, Buñuel, Cartier-Bresson. Sus ídolos, Irving Penn y Martin Chambi. Y siempre la mesa de madera y el taburete como los de la casa de su abuelo en Rionegro, en Santander. Surgen de la memoria visual de Afanador, memoria cultivada a través de años de mirar y mirar y emergen de un punto de vista singular.

Las imágenes son espléndidas siempre; algunas veces, traviesas, irreverentes atrevidas; frecuentemente decadentes; muchas, arraigadas en un clasicismo formal, evidente tanto en una “infanta” de piernas infinitas, mujeres puramente zurbaránicas, virginales y barrocas, hombres de rasgos clásicos con una exquisita audacia masculina, subrayada por cierta fuerza femenina, retando definiciones de género y belle, como en fêtes champêtre post-modernas, desolados Watteaus para estos tiempos. Generosas todas, involucran al espectador como un voyeur de momento tras momento de palpable intimidad.

Richard Avedon me dijo una vez: “la fotografía es la realidad, pero no la verdad.” Los retratos de Afanador son todo lo contrario: no son la realidad, pero son la verdad. Reflejan a seres célebres, bellos muchos, en un espacio que transciende la obsesión contemporánea con la fama, un lugar privado y honesto, de intensa complicidad con el fotógrafo, espejos de lo fundamental y único, meditaciones sobre lo eterno de la frágil condición humana, en luz plateada. En blanco y negro siempre, Afanador renegocia con su lente, una individualidad perdida dentro de la identidad grupal, llevándolos a que abandonen inseguridades y vergüenzas en la intensa intimidad creada por una iluminación mágica y el urgente click de su cámara. Confronta una pierna escape, desnuda, escultural, de una imponente confeción de volantes, desafiando, burlona, la falsa coraza de la celebridad. Provoca una mujer encadenada, irrevocablemete esclava a los estragos de la fama. Conmueve el ex-presidente en su otoño, achicado y atrapado en un despacho de aplastante simetría. Desarma grupos andinos que lucen los andariveles de su entorno, con el mismo empaque y vanidad con que los grupos de lujosas capitales lucen los suyos. Intrigan rostros que se esconden, huidízos y enigmáticos, detrás de altos cuellos negros, a recobrar el misterio robado por la notoriedad. Hipnotiza en todas, dejándonos ver algo oculto, que quizás sospechábamos.

Treinta años después que fué embrujado a través de las vitrinas del estudio de Bucaramanga, sigue fascinado por aquel proceso de hacer retratos. Cada foto nace en el momento en que acepta la comisión de una de las prestigiosas revistas internacionales que constatemente buscan su original visión. Semanas antes de la toma, hurga la coleccion de recortes que tiene en su estudio de Chelsea, en Nueva York, o en la biblioteca de su apartamento, a una corta cuadra de éste, y pasa horas nutriéndose de información visual. Después escoge el lugar de la toma y esboza la escenografía en su cabeza. En todas las ciudades en que trabaja, tiene un equipo de gente de confianza, a los que no tiene que darles muchas explicaciones, y ellos son los que se encargan de adquirir la utilería, siempre una mesa de madera y un taburete como los de casa de su abuelo en Rionegro; montar luces, graduar cámaras, organizar espacios y estilistas. Luego viene la selección de ropa, mezclas de alta costura, vintage, o objetos cotidianos de los mismos personajes; y da dirección para el cabello y maquillaje, observando al personaje se mira en el espejo, algo sutil y personal que le revela mucho. Los montajes suelen ser sencillos, aunque siempre elaborados en lugares insólitos. La iluminación es clave: se calibra hasta encontrar la que envuelva a todo en una magia interporal. Entonces es que comienza la singular seducción que lleva a la entrega de aquello que Ruven Afanador, fascinado espejo, ya había visto.

Cuando Gloria Zea, hasta hace poco Directora del Museo de Arte Moderno de Bogotá, le propuso esta exhibición, Ruven Afanador sintió la intensa emoción que se percibe cuando nos llega algo de profundo simbolismo. Además del honor especial de ser reconocido en su tierra natal, el vínculo de Ruven Afanador con el Museo de Arte Moderno de Bogotá, es de inigualable significado personal y profesional, ya que fue una misma Gloria Zea, quien reconoció, presintiédolo, su singular talento temprano en su carrera, presentando la primera exhibición de su obra en 1992, y quien, através de los años, ha sido una constante fuente de aprecio, ánimo y apoyo. Reconocido internacionalmente por sus espectaculares editoriales de moda, sus extraordinario retratos y sus tres suntuosos libros, es Gloria, una vez más, quien primero le pide que reúna una retrospectiva de su obra de retratos, y la destaca en el Museo de Arte Moderno de Bogotá. La exhibición, 80 fotografías de personajes seleccionadas por él mismo, abarca de la década de los ochenta hasta el presente, y será donada por Afanador a la colección permanente del Museo, donde generaciones de colombianos, podrán ver, en las palabras del escritor Hector Abad Faciolince , “todo lo que ha descubierto el ojo deslumbrante de Ruven Afanador con magia nueva.”

Texto enviado por:

MARÍA ELVIRA ARDILA

Curadora

Museo de Arte Moderno de Bogotá

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