Luego que se acordara la creación de un catastro multipropósito en la mesa de negociaciones para el fin el conflicto, el planteamiento alterativo del partido Liberal que pretende que el Instituto Geográfico Agustín Codazzi (IGAC) realice el levantamiento catastral en todo el país, es analizado por el profesor emérito de Utadeo, Salomón Kalmanovitz, en su más reciente columna de opinión en El Espectador, titulada “Trabas al catastro multipropósito”. Para el columnista, el IGAC es incapaz de cumplir, en la medida que se ha venido deteriorando su gestión con el paso del tiempo, fruto del clientelismo, la imprecisión de sus levantamientos prediales y la falta de control a sus encuestadores.
Según Kalmanovitz, el catastro multipropósito reestructura la misión catastral, brindando un mayor manejo técnico, efectividad y rapidez al proceso, evitando el monopolio que ejercía el Instituto: “El IGAC insiste en su vieja misión que concebía el catastro como un vehículo para cobrar básicamente el impuesto predial y no como un sistema complejo de variables económicas, sociales y medioambientales. Esas variables son fundamentales para diseñar los planes de desarrollo municipales y departamentales, para el ordenamiento territorial de cada municipio, para hacer planes de protección medioambiental, clasificar las tierras según su misión agrícola o pecuaria, especificar zonas mineras, madereras, bosques y parques”, menciona el columnista.
La propuesta incluía la armonización del levantamiento catastral con el registro de la propiedad del Sistema Nacional de Notariado y Registro, logrando dirimir conflictos entre propietarios y poseedores de los bienes, pues hasta el momento, estos dos sistemas no dialogan entre sí. Sin embargo, dichas ventajas se perderían de llegarse a aprobar la ponencia del Partido Liberal: “El catastro multipropósito tiene muchos enemigos: no solo los evasores ancestrales de los impuestos municipales, sino los grandes usurpadores de propiedades ajenas. Ahora se le suman apetitos partidistas voraces que pueden terminar condenándolo al fracaso definitivo”, sentencia Kalmanovitz.
