La conferencia se ocupa de prácticas artísticas realizadas en territorios del conflicto armado en Colombia entre los años 2005 y 2016, corresponden a dos experiencias de justicia transicional: la Ley de Justicia y Paz y el Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera. La tesis principal es que estas experiencias pusieron a los artistas en contacto directo con las víctimas del conflicto armado. Este contacto transforma la manera de asumir la relación entre arte y violencia, una relación permanente en la historia del arte colombiano. En estos tránsitos la dimensión del duelo, así como la metáfora del cementerio, resultan centrales: más que la denuncia, la concientización o la sensibilización del público, lo que el arte busca es —en un contexto de violencia extrema— saldar las deudas simbólicas con los muertos y los desaparecidos. Estas prácticas también han construido dispositivos de activación del habla que han cumplido un papel importante en la construcción de memoria histórica. En esta indagación se asume una posición política: la exploración del arte en escenarios de postconflicto y el potencial simbólico del arte para exteriorizar los “dolores heredados”; una forma de contrarrestar la repetición de la venganza (“los odios heredados”). En ese sentido, el dolor no se asume de manera pasiva sino a partir de su potencial político, aquel que se articula comunitariamente y crea vínculos solidarios.
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