Durante los últimos 30 años Hermann de la Parra se ha descubierto a sí mismo a través del arte y para conmemorar su recorrido artístico ha decidido presentar su obra perfomática Impromptu: El manifiesto de la mariposa negra la cual ha preparado durante los últimos seis años. El lugar escogido para esta celebración es uno de los espacios culturales más emblemáticos de Utadeo: el Auditorio Fabio Lozano.
Este proyecto empezó a escribirse, como un manifiesto que el artista quería leer, dibujar, pintar, coser, bordar, fotografiar y filmar en formato cine. Además de ejercer a través del movimiento -performance- incluyó la danza y la teatralidad, para construir un mensaje directo y una conversación espiritual consigo mismo. Su obra es autobiográfica, habla sobre la complejidad de sus emociones y su exagerada manera de sentir y de expresarlas.
Desde muy pequeño De la Parra descubrió su amor por el escenario, a sus escasos tres años, recuerda el día en que su padre lo llevó por primera vez al circo y para él, fue un enamoramiento inmediato, algo se movió dentro de su ser y entendió que no quería ser solo un espectador de lo que sucedía en el plató, necesitaba ser protagonista. Se considera a sí mismo un rebelde con causa desde el momento en que la curiosidad artística nació en él.
Imaginó otros escenarios y mundos en su cabeza, por eso en su infancia adaptarse a la realidad fue muy difícil, su ser artístico no tenía límites, no podía aceptar normas, reglas, ni ningún tipo de autoridad. Sus padres nunca cortaron sus alas y lo apoyaron, así que a los 13 años lo enviaron a Nueva York de donde recuerda que, al ver por primera vez un musical en Broadway, el impacto fue tal, que declaró que su vida iba a tener lugar en el arte y los escenarios.
Empezó su recorrido artístico en la danza, estudió ballet, danza contemporánea y danza moderna, con tres maestros de reconocimiento mundial en este campo, Priscilla Welton, Carlos Jaramillo y Marianela Boám. Luego su curiosidad se trasladó a la actuación y la dramaturgia, formándose junto a los grandes de la escena nacional y quienes fueron referentes trascendentales en su formación: Esther Farfán, emblemática actriz colombiana de la década de los 70; Santiago García, el padre del teatro en Colombia y su compañera de batallas, la maestra Patricia Ariza.
Durante ese proceso formativo y en su exploración de otros espacios artísticos, se encuentra por primera vez con la performance, ahí sintió el estallido total de su espíritu y encontró la manera ideal de expresarse. Comenzó a construir vestidos y puestas en escena con la intensión de homenajear a los artistas colombianos con los que conectaba. Fue transgresor para muchos, pero esto le abrió las puertas de la escena artística y lo llevó a ser invitado como observador a las clases de arte de la Universidad Nacional de Colombia, llegando así al clímax de su formación, inspirando y dejándose inspirar por otros artistas en formación.
Desde Holocausto -su primera performance- hasta Impromptu: El manifiesto de la mariposa negra, se ha presentado en casi todos los escenarios de Bogotá, siendo solista y con la intención férrea de educar y de abrir caminos a los artistas jóvenes interesados en este arte. El camino ha sido largo, disciplinado, apasionado y con una dedicación extrema. Ha mostrado su trabajo de forma gratuita, apoyado por las instituciones públicas. Para Hermann de la Parra el arte debe ser un derecho al que deben tener acceso todos los colombianos.