Edgar del castillo Murcia
Relaciones Internacionales
La revolución siempre ha sido diversificada desde su origen hasta su significado, siendo criticada por cómo se lleva a cabo y cómo se logra, de manera que se ha estigmatizado el concepto de revolución con el terrorismo o las manifestaciones e inconformidades de “revoltosos” que solo quieren generar un desorden social, generando daños a los bienes públicos y descontrolando a toda una nación. Entenderemos por revolución aquella asociada a los procesos de cambio o transformación de conciencia, es decir, una revolución en la cual los colombianos dejemos de lado el odio y la violencia (así nunca hayamos empuñado un arma) para construir paz solidaria y tolerante que genere un cambio a beneficio de todos. Se trata de una revolución interna de cada persona; una revolución basada en el compromiso de todos hacia la consolidación de ambientes más pacíficos.
Esta propuesta nos muestra la necesidad que urge a la sociedad colombiana de buscar un cambio inmediato para salir de un problema que agobia a toda la ciudadanía, una vuelta de página para cambiar la historia y brindar un futuro próspero a las generaciones siguientes; una revolución social para llegar hacia la paz.
Y no estoy hablando del tipo de revolución que quiso llevar la guerrilla por medio de las armas, o los narcotraficantes con la venta de drogas para enriquecerse de manera ilícita, o los paramilitares atormentando a los campesinos y torturando inocentes, o la fuerza pública bombardeando tierras y generando desplazamiento hacia los territorios urbanos, o el SMAD silenciando movimientos sociales que piden un cambio inmediato para poder vivir dignamente.
El Paro Agrario que desde el 19 de agosto se ha venido desarrollando en el país, es una revolución ciudadana a la que todos debemos prestar atención; por eso, miles de personas salen a las calles a exigir la paz, a reclamar derechos que les están siendo violados y a demandarle al Estado cambios en las formas en las cuales se está llevando la economía del país. La situación de estos días de protesta y paro, son una muestra de una lucha constante de sobrevivencia de millones de colombianos, lo cual ha generado, entre otras cosas, bandas criminales en barrios de bajos recursos y pandillas en los suburbios, quienes encuentran la manera de poder subsistir mediante el robo y asesinato con el fin de poner dinero en sus bolsillos. Estamos ante un país frío y cruel donde se evidencia que perder una vida es el pan de cada día.
Es hora de un cambio social, político, económico y cultural de cada colombiano y colombiana, ya que no basta con que que se firme la paz entre las FARC y el Gobierno para acabar la historia de sufrimiento y violencia del conflicto social y armado colombiano; todavía hay gente que duerme en la calle, pervive la corrupción en las entidades estatales, lo que fomenta la desconfianza en las personas hacia el Estado, los medios de comunicación manejan la información a su acomodo, y el desempleo y los bajos salarios de millones de personas que no permiten vivir dignamente, son sólo una muestra de lo mucho en que debemos trabajar.
La participación ciudadana y la revolución son la salida para una nueva Colombia, digna e incluyente, en la que pasemos de ser personas ignorantes a ser humanos activos en lo que respecta a los problemas de toda una sociedad; esto es, un avance cultural hacia la paz que se extravió hace mucho tiempo. El logro revolucionario que se busca en Colombia no es solo la firma de la paz, es lograr una sana convivencia y una equidad social para que todos y cada uno de los ciudadanos pueda aportar al avance y desarrollo del país, un cambio político que brinde un Estado social y democrático transparente, una fuerza pública que no abuse del poder y de la cual podamos sentirnos orgullosos, y dejar de lado el clientelismo político para dar oportunidad a personas que aporten a una buena gobernanza.
No estoy hablando de una sociedad comunista o chavista, ni tampoco busco ejemplos de sociedades que salieron adelante mediante una revolución; busco simplemente hacer un llamado de atención para que todos aportemos una conciencia más humana para el logro de la paz, pues todo no puede ni debe estar en manos de los dirigentes que están hablando de la paz. Tenemos un gran trabajo que puede ayudar a la construcción de paz, cambiando nuestra forma de pensar y ver a Colombia desde un enfoque positivo en la cual todos tenemos voz y voto, difundiendo la revolución de la búsqueda de la paz en escuelas, universidades y trabajos, dejar de criticar y actuar en pro de mejorar la cultura social, y cooperar con los necesitados para fomentar el desarrollo, cambiando la violencia estructural del país en todos sus ámbitos mediante la revolución, ya que acabar con las armas no es silenciar al pueblo.