Gaitán: hombre de pueblo, pueblo de libertad

Gaitán: hombre de pueblo, pueblo de libertad
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Fue Jorge Eliécer Gaitán un grande, un grande que con su traje elegante, su peinado característico  y sus zapatos bien lustrados conquistó la mentalidad y el sentimiento patrio de los colombianos.

Y es que el caudillo, hijo de cuna humilde,  estuvo desde su niñez rodeado de un ambiente netamente liberal, de ideas diferentes y progresistas que marcarían por siempre su pasión por la defensa del pueblo.  A su madre, doña Manuela Ayala de Gaitán le debe su inspiración de nobles ideales y su vocación por defender los verdaderos intereses del país.

Gaitán creció convencido de que su vida estaría encaminada a la política y a la consigna de un poder que estuviera del lado de las mayorías, pues desde 1924, con su título de abogado de la Universidad Nacional hasta su candidatura presidencial en 1946, el caudillo siempre demostró su imperante deseo de cambiar los estatutos políticos de un gobierno conservador y hegemónico.

Caracterizado siempre por su disciplina y pasión, Gaitán emprendió un viaje a Italia con escasos recursos en 1926 para especializarse en criminología y luego convertirse en un exitoso abogado criminalista. Esta temporada en Roma sembró en el caudillo los ideales más fuertes del socialismo y de la movilización de multitudes, pues fue testigo de la victoria de Mussolini, aprendiendo la importancia e influencia de la oratoria.

Se puede decir que la vida de Jorge Eliécer Gaitán fue una recopilación de años dorados en los que sin importar el escenario o el rol en el que estuviese promovía la importancia de los derechos humanos. Y es que desde su juventud se mantuvo al tanto de los hechos políticos y se mostraba entusiasta por colaborar con campañas afines a su pensamiento liberal, pues fue a través de la cultura, la educación y el sentimiento de protesta que más tarde fundó un movimiento político llamado Unión Nacional Izquierdista, que  de alguna forma reglamentó la posibilidad de un gobierno diferente, uno que no estuviese ligado a la supremacía de las élites.

Además, el caudillo era reconocido en las calles como aquel que  imponía el pueblo sobre los intereses  individuales, por eso siempre intentó acceder a los cargos públicos, pues Gaitán aseguraba que la política era el medio y que la unión en el poder garantizaría la estabilidad que tanto necesitaba el país, por ello en su mandato como Alcalde de Bogotá en 1936, se caracterizó por el bienestar de los capitalinos realizando obras públicas, encuentros culturales y campañas sociales que le permitían mantener el fervor de su acogida. Sin embargo, las contiendas de sus enemigos políticos no permitieron que su gestión se prolongara por más de 8 meses, provocando que Gaitán saliera de la Alcaldía.

Pero nada detenía al caudillo, ni las amenazas de sus opresores ni los intentos por dejarlo afuera, pues no por su rápida salida del mandato bogotano dejaría de ser un personaje vital en los distintos roles del Estado, fue magistrado de la Corte Suprema de Justicia en 1939 y luego Ministro de Educación en 1940 y aunque siempre con grandes obstáculos en contra de sus proyectos, Gaitán logró darle herramientas a los colombianos para hacerlos sentir parte un gobierno que era sencillamente del pueblo y para el pueblo, empezando por ejemplo,  por crear sistemas de escolarización y bajar los índices de analfabetismo.

Candidatura del caudillo: ¡Empieza la contienda!

Para 1947, Jorge Eliecer ya gozaba de amplio reconocimiento social y político, tanto así que sus seguidores se hacían llamar ‘gaitanistas’ y con fidelidad apoyaron su candidatura a la presidencia como  único representante del Partido Liberal. Sin embargo Colombia sufría de una grave congestión política, una guerra entre rojos y azules, una sociedad que clamaba por un líder de cambio, un líder que convocara las multitudes pero que llevara su discurso a la acción, uno que sintiera las necesidades de los trabajadores y los campesinos, es por esto que Gaitán convocó a la tan conocida Marcha del Silencio en  Febrero de 1948, en la que sin pronunciar palabras y solo con banderas negras se logró una de las manifestaciones más importantes y sentidas del pueblo.

“Ninguna colectividad en el mundo ha dado una demostración superior a la presente. Pero si esta manifestación sucede, es porque hay algo grave, y no por triviales razones. Hay un partido de orden capaz de realizar este acto para evitar que la sangre siga derramándose y para que las leyes se cumplan, porque ellas son la expresión de la conciencia general. No me he engañado cuando he dicho que creo en la conciencia del pueblo, porque ese concepto ha sido ratificado ampliamente en esta demostración, donde los vítores y los aplausos desaparecen para que solo se escuche el rumor emocionado de los millares de banderas negras, que aquí se han traído para recordar a nuestros hombres villanamente asesinados. “Gaitán a su pueblo. Marcha del Silencio, 7 de febrero de 1948. 

El Bogotazo: una historia que revolucionó a los bogotanos.

El caudillo del pueblo como era conocido Jorge Eliecer Gaitán, llenaba la Plaza de Bolívar con el  poder de sus discursos, deleitando a miles de ciudadanos bogotanos que notaban la firmeza y la agudeza de su postura política que amenazaba la estabilidad política colombiana. Sus seguidores eran demasiados, pero sus enemigos también lo eran.  Sin embargo su lucha por el pueblo y para el pueblo siguió firme y persistente, hasta que llegó  el 9 de abril de 1984. Día en el que la historia política de Colombia se partió en dos.

Ese día, la mañana se tornaba gris como anunciando algo inesperado. Durante el transcurso del día el clima no mejoró. Pero aun así la agenda de este líder político no daba espera. Se dispuso a salir de su oficina hacia la una de la tarde para encontrarse con un joven estudiante de Derecho, de origen cubano llamado Fidel Castro, a quién le concedería una entrevista en la que tocaría temas sobre Congreso de las Juventudes Latinoamericanas. Pero lo inesperado sucedió. No cumpliría su cita, pues  al salir de su oficina que se encontraba al centro de Bogotá, en la Avenida Jiménez con Carrera séptima, tres disparos perpetraron el cuerpo de Jorge Eliecer Gaitán ocasionándole la muerte.

El centro de la ciudad se inundó de horror. Centenares de transeúntes corrieron para auxiliarlo, pero la indignación, la incertidumbre, la rabia, la impotencia e inconformidad de otros bogotanos -la mayoría de los sectores más pobres de la ciudad- que veían en Gaitán la esperanza política de un país con menor desigualdad económica y con una Reforma Agraria justa, se desató una guerra que sacudió los cimientos de la capital. Y para hacer justicia por su cuenta, brutalmente ´lincharon´ al  presunto asesino Juan Roa Sierra, quien según algunos relatos de testigos, fue ajusticiado de la peor forma. Lo arrastraron totalmente desnudo por la carrera séptima y luego lo  descuartizaron. 

Mientras el caos se tomaba la carrera séptima, Castro se disponía a dar una breve caminata mientras llegaba la hora de su cita, pero observó una multitud de gente que se abalanzaba contra  los edificios céntricos del Estado. El tranvía también fue un caos y muchos lugares se consumieron en llamas. Entretanto Jorge Eliécer Gaitán se debatió entre la vida y la muerte, sin embargo su lucha terminó a las 2 de la tarde en la Clínica Central.

En definitiva, la ciudad fue devastada por los enfrentamientos entre los partidarios liberales y conservadores, entre el Estado y los alzados en armas, entre los saqueadores y quienes trataban de recomponer el orden de una ciudad. A tal punto de  dejar cerca de  3.000 personas muertas o desaparecidas y más de 146 edificaciones destruidas en el centro de la ciudad.

Sin suda los recuerdos del bogotazo partieron en dos la historia política en Colombia, tanto por el insólito asesinato de un connotado líder político, como también por hecho de  haberse afectado la pacífica convivencia del país. Pero para los colombianos el nombre y el honor de El caudillo, trasciende de generación en generación otorgándole su admiración por su lucha en contra de las desigualdades sociales que únicamente provocan más injusticia y menos transformación.

"Si avanzo, seguidme. Si me detengo, empujadme. Si os traiciono, matadme. Si muero, vengadme". Jorge Eliécer Gaitán

 

¡Con el Bogotazo, todo cambio!

Quienes habitaban la Plaza de San Francisco se habían convertido en personas resistentes y desconfiadas,  pues de su amabilidad y gentileza que había antes del 9 de abril de 1948 se desvaneció. Y fue así que el centro de la ciudad se transformó y tomó otro rumbo. Quienes vivían entre la Avenida Jiménez y la carrera 7 decidieron alejarse y migrar hacia el norte de la ciudad. Con esto prosperó el barrio Chapinero y los demás barrios que iban hasta la calle 100. De esta manera inició la transformación urbana de la capital colombiana.

Asimismo, ese  9 de abril dio paso a la transformación de la plaza de Bolívar. Las cuatro fuentes que la decoraban terminaron siendo arrasadas borrando elementos históricos que serían significativos para la historia de Bogotá. Sin embargo el cambio más impactante en la sociedad fue la transformación de la mentalidad de la gente humilde y trabajadora de Bogotá, pues su pensamiento revolucionista comenzó a tomar fuerza y se integró poco a poco en la sociedad.

El legado que dejó este hecho atroz fue que Colombia que se transformó, pero con el paso del tiempo también perdió  como siempre. Perdió un líder que necesitaba, un líder que no volvería y una esperanza de un país mejor. Durante varios años  la violencia se ha  perpetrado hasta nuestros días. La lucha entre conservadores y liberales se convirtió en una lucha de guerrillas contra el Estado. Y años más tarde del Bogotazo,  los paramilitares y el narcotráfico entraron como patrocinadores del conflicto armado en Colombia.

Una historia que hoy en día se sigue repitiendo, pues no ha valido perder grandes líderes políticos como El caudillo  para que esta guerra tenga un buen final.

 

Un homenaje merecido para El Caudillo 

Con el legado histórico que dejó Jorge Eliécer Gaitán se prestó para rendirle un homenaje en la ciudad de Bogotá. Allí se encuentra una gran cantidad de monumentos, placas, escenarios, bustos, barrios que intentan de rememorar las luchas y actuaciones del Caudillo; entre ellos cabe rescatar la casa Gaitán, el teatro Municipal Jorge Eliécer Gaitán, las placas en el lugar donde fue asesinado, del  busto al sur de Bogotá, su casa y museo donde reposan sus restos, un lavadero comunitario en el centro, y finalmente lo vemos a diario en los billetes de mil pesos. Hasta el momento Gaitán se mantiene vivo en los recuerdos de los colombianos, sin reconocer que  es la persona con más monumentos en Colombia.

Sin embargo, uno de los mayores legados que dejó Jorge Eliécer Gaitán para que trascendiera y conviviera diariamente en la cotidianidad de los colombianos, fue el billete de mil pesos. El Banco de la República rindió un  homenaje  a El Caudillo por medio de este billete que lo adornan dos fotografías que fueron tomadas antes de su asesinato, dos de sus  frases más significativas “Yo no soy un hombre, soy un pueblo” y “El pueblo es superior a sus dirigentes”. Y también, plasma la figura de Fidel Castro justo al lado de la firma de Gaitán como símbolo de fraternidad y amistad.

Sólo hay que meterse la mano al bolsillo para evocar a uno de los hombres más significativos del panorama nacional en el siglo XX. Y aunque este billete desapareciera como está pasando en la actualidad, los colombianos siempre recordarán a uno de los mejores líderes políticos que luchó por la igualdad de todo un pueblo.

Gaitán, el gladiador del Bogotazo

La esencia y firmeza de los discursos de Jorge Eliécer Gaitán fueron capaces de cautivar multitudes con sus promesas de igualdad, liberación y prosperidad. Pero en todo momento fue más allá del discurso. Logró hacer lo que ningún otro líder político había logrado en ese momento, “convertir el sustantivo en verbo” cada vez que enfrentaba humildemente a los colombianos. Aprovechó cada uno de sus pasos que dio en el poder para hacer realidad aquellas promesas que le había ofrecido a todo un pueblo.

Pero más allá de esto, sus dotes de orador, su ideología revolucionaria, sus promesas llenas de optimismo y sobre todo sus acciones que confirmaban fielmente sus palabras, Gaitán antes y después de su asesinato, se convirtió en una figura amada por el pueblo, en la única esperanza de igualdad, y finalmente, en un mártir que al morir nos dejó un legado que trascenderá como forma de lucha a las adversidades que podría vivir el pueblo.

 

“Sí es posible salir adelante, si realmente se cree en lo que se lucha”

Jorge Eliécer Gaitán