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Para qué son las reservas internacionales

Para qué son las reservas internacionales
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Lunes 30 de Marzo 2015
Tomado de http://www.economiabolivia.net

Las reservas que acumula un banco central contribuyen a defender una economía que se vea abocada a una caída de sus ingresos externos regulares. Se pueden medir como el número de meses de importaciones que requiera un país, suponiendo que esos ingresos sean de cero.

Las reservas las adquiere el banco central generalmente con emisión primaria y su objetivo es más frenar la volatilidad de la tasa de cambio y no su nivel, que depende de los fundamentos macroeconómicos del país y del entorno externo: desequilibrio fiscal (resuelto con endeudamiento externo), desequilibrio entre ahorro en inversión privados (compensado con inversión extranjera y endeudamiento en dólares), términos de intercambio que reflejan los precios de nuestras exportaciones e importaciones y flujos internacionales de capital; más que todo, de las políticas monetarias de las grandes economías del mundo.

Cuando el Banco de la República adquirió dólares para alcanzar un nivel de reservas de US$47.000 millones, y las invirtió en bonos del tesoro de Estados Unidos que tienen muy bajos rendimientos, incurrió en una pérdida que tuvo que ser asumida por el presupuesto de la nación. De esta manera la emisión así generada era compensada con una contracción del gasto público.

En las circunstancias actuales, la devaluación propiciada por la normalización de la política monetaria norteamericana y la vertical caída de los precios de nuestras exportaciones de carbón y petróleo valoriza en pesos las reservas acumuladas durante los años de vacas gordas. El patrimonio del banco se infla en $32,9 billones, si se mantiene la caída de $700 en el valor del peso contra el dólar durante 2015, una pequeña parte de los cuales puede girarlas al Gobierno.

Jorge Iván González escribe en Razón Pública que el Banco de la República le podría girar al Gobierno US$8.000 millones de las reservas, para que éste haga política contracíclica, rompiendo la corta tradición de que se emita directamente a favor del Gobierno. En el pasado, la cuenta especial de cambios incluía las valorizaciones por la devaluación y fue una fuente importante de la alta inflación entre 1970 y 1991, algo que ahora se evita separando los ingresos reales del banco por sus inversiones en bonos de Estados Unidos, Europa y Japón (estos dos últimos dan pérdida por haber devaluado sus monedas).

Eso me trae al mayor riesgo que arrastra el permitir que el banco central financie directamente al Gobierno, algo que los constituyentes de 1991 limitaron al permitirlo sólo mediante una decisión unánime de su junta directiva. Se puede tornar en una adicción inflacionaria, evidente en Argentina (27% de inflación anual extraoficialmente) y sobre todo en Venezuela con una inflación de 68,5% el año pasado. En los años ochenta del siglo pasado, el Banco de la República financió al Gobierno hasta con el 6% del PIB en varios años para compensar una fuerte caída en la actividad económica y fue cuando las élites decidieron quitarse de encima el impuesto a sus dividendos. Cuando disfrutamos del aumento de la renta minera, que se pensó como permanente, el presidente Uribe devolvió 3 puntos del PIB de impuestos a los empresarios extranjeros y nacionales, mediante exenciones, la introducción de Sociedades Anónimas Simplificadas (SAS) y el desgreño en el cobro de las regalías.

Sería además una mala señal reducir el nivel de nuestras defensas en esta fase de deterioro de nuestros ingresos externos.

Salomon Kalmanovitz | Elespectador.com

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El Espectador