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La paradoja argentina

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La paradoja argentina
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Lunes 04 de Enero 2016
Tomado de https://igdigital.com/2014/08/la-cepal-bajo-su-proyeccion-de-crecimiento-para-la-argentina/

Argentina tuvo uno de los niveles de salarios más altos del mundo a principios del siglo XX.

Su dotación de tierras fértiles y mano de obra calificada, provista por una generosa inmigración, le permitió volverse un gran proveedor de cereales y carne para el mercado mundial e iniciar su industrialización. Buenos Aires emulaba a París. En 1910, Argentina era casi tan rica como Australia que se especializaba en la exportación de bienes similares.

La llamada década infame de los años 30, en la que una dictadura de derecha se instauró en el poder, frenó el crecimiento de la economía argentina. El peronismo inauguró en la siguiente década un largo período populista que intervino la economía para forzar la industrialización, a costa de los sectores exportadores. Le siguió una gran inestabilidad política con el intento de excluir el populismo del poder con golpes de facto y una férrea dictadura militar (1976-1983) que salió para que gobernara el partido radical que no tardó en ser desplazado de nuevo por el peronismo, primero por su ala de derecha con Menem; más adelante, el ala izquierda del peronismo con los Kirchner gobernó en familia durante 12 años. Entre 1998 y 2005 la economía creció sólo al 1,4% anual, pero en el período 2006-2013 lo hizo al 6,1%, impulsada por la bonanza de las materias primas.

Los Kirchner repitieron la fórmula de expoliar a los exportadores para financiar el gasto social, preocupándose menos por fomentar la industrialización. Se instauró una tasa de cambio fija que a la vez que racionaba las divisas disponibles, desincentivaba las exportaciones. Se estableció además un oneroso impuesto contra las exportaciones de soya y cereales que alcanzaban precios internacionales altos, lo que las frenó. Era como matar la gallina de los huevos de oro para repartirla entre el pueblo, con el agravante de que también se abusó de la emisión del banco central para financiar al Gobierno que originó una inflación del 25% anual, que es un pesado impuesto obviamente no consultado con el pueblo.

Un estilo desafiante y testarudo de la primera mandataria no le ayudó a disipar los malos resultados económicos que se empezaron a manifestar desde 2011 en pleno auge de las materias primas; por eso, la oposición de centroderecha ganó las elecciones de 2015. Macri liberó de una el sistema cambiario, redujo los impuestos a la soya, permitiendo que el peso se devaluara de nueve pesos por dólar a 13, menos de lo esperado porque los exportadores reintegraron divisas no registradas. La devaluación puede que empeore la inflación, por lo cual el banco central elevó su tasa de interés al 38%. Según el banco Barclays la economía se contraerá 1% en 2016, pero puede crecer 3,5% en 2017 por la llegada de inversión extranjera que fuera espantada por el populismo.

La debilidad de las instituciones del Estado en la Argentina, al igual que en toda la América Latina, determina que no pueda escapar de la especialización en materias primas ni crecer vigorosamente. Se requiere de estabilidad política de largo plazo, reglas claras y obedecidas por todos, división de poderes que impida el autoritarismo, impuestos progresivos que financien la infraestructura y una educación de calidad que transforme a la gente que es la que en últimas puede desarrollar la economía. Ese es precisamente el caso australiano: mientras que el ingreso por habitante en Argentina crecía 2,5 veces entre 1910 y 2010, en Australia lo hacía cinco veces.

Salomón Kalmanovitz | Elespectador.com

Donde fue publicado: 
El Espectador