Con la expresión “un ciudadano, un voto”, se ha creado la ilusión de que cada uno de los votos tienen el mismo valor en los sistemas democráticos, como el nuestro. Sin embargo, para el consejero y ex rector de Utadeo, José Fernando Isaza, en su columna de opinión en El Espectador, destaca que en la práctica esto no es del todo cierto, no solo en sistemas políticos como el estadounidense sino, por ejemplo, el nuestro, con el caso de la Consulta Anticorrupción.
Según el columnista, cuestiones como el umbral distorsionan el valor del voto, en la medida que los resultados de la consulta tienen validez jurídica solo al superar un mínimo de votos, de los cuales la mitad más uno debía ser por el sí. Matemáticamente, esta opción cumplió y rebasó el número de votos para ser aprobada, pues obtuvo más de 11,5 millones de los 6 millones que se requerían. Sin embargo, no tuvo fuerza legal por el umbral.
En Estados Unidos, por su parte, la elección del presidente se realiza mediante los delegados estatales, quienes son elegidos por el todo o nada. Es decir, señala Isaza, el candidato ganador en un Estado obtiene todos los votos de los delegados del colegio electoral: “El Partido Republicano es experto en concentrar sus campañas en la obtención de las mayorías del colegio electoral y no necesariamente en lograr la mayoría de la votación popular”, señala el consejero.
Así, por ejemplo, en las elecciones del 2000, aunque Al Gore le ganó a Bush en el voto popular, el candidato republicano se alzó con la presidencia, pues perdió la votación del colegio electoral: “En Florida, después de muchos reconteos de votos, denuncias de fraude y limitaciones a los votos de las minorías, Bush ganó por 1.700 votos y obtuvo todos los delegados electorales. En 2016 Trump ganó con 63 millones de votos, 2,8 millones menos que H. Clinton”.
A nivel geopolítico este tipo de variación en los votos también tiene sus efecto. Tal es el caso de la ONU, donde cada país, sin importar su población, tiene derecho a un voto, lo cual ha derivado en episodios como que Israel no cumpla su mandato de volver a las fronteras de 1967 y de no continuar con los asentamientos en Palestina.