Bogotá campesina, así es venir del campo a la ciudad

El sector clave para lograr la erradicación del hambre y mitigar los impactos del cambio climático es la agricultura familiar, que no solo produce la mayor parte de los alimentos para las economías sociales, sino que, habitualmente, desarrollan actividades agrícolas diversificadas, otorgándoles un papel fundamental a la hora de garantizar la sostenibilidad del medio ambiente y la conservación de la biodiversidad.

El 75% de Bogotá es zona rural. Según cifras estadísticas, de las 163.000 hectáreas de extensión que tiene la ciudad, 122.000 corresponden a territorio rural, es decir un 75%. El territorio rural está disperso en 9 de las 20 localidades: Sumapaz, Usme, Ciudad Bolívar, Usaquén, Santa Fe, San Cristóbal, Chapinero, Suba y Bosa, según el Instituto Distrital de Turismo.

La localidad de Usme es la que mayor población alberga, con un 34% del total de campesinos, es decir, más de 17.000. Le siguen Sumapaz con 11.600 y Ciudad Bolívar con 11.100. La ruralidad bogotana alberga pequeños empresarios agrícolas, comunidades indígenas originarias de los Muiscas, varios hacendados e industriales de las flores.

Con el plan “Coseche, venda a la fija” implementado por el presidente Iván Duque, que busca convertir a más de 300.000 agricultores en emprendedores del campo, para asegurar, no solo las ventas de productos naturales, sino también que haya materias primas de calidad y precios cómodos. Carmen Salinas, asegura haber obtenido un beneficio para su pequeño negocio. “Asistí a una conferencia sobre la inclusión económica, en donde se hablaba de los propósitos del plan para generar que todos los campesinos de Colombia puedan vender sus productos en la ciudad de Bogotá”, aseguró.

Esta iniciativa cuenta con instrumentos de financiación y dotación de bienes para garantizar que los pequeños y grandes productores tengan apoyo del Ministerio de Agricultura y del Gobierno Nacional, “se encarga de la promoción de espacios de encuentro, como ruedas de negocios, que permiten acercar a los productores agrícolas con las grandes superficies y certificación en Buenas Prácticas Agrícolas, para los que deseen vincularse al plan”, explicó el entonces ministro Andrés Valencia.

En el país hay más de cinco millones de personas que se dedican a actividades agropecuarias.

La plaza Distrital de La Concordia, ubicada en el barrio La Candelaria, un punto estratégico para turistas, habitantes del sector y trabajadores, es una de las cuatro plazas declaradas patrimonio cultural en la ciudad de Bogotá, en este espacio hay una variada oferta de oficios tradicionales de otras regiones del país y mercados campesinos. Aquí se encuentra el punto de venta de doña Carmen Salinas, una campesina de Paipa, Boyacá, que llegó hace nueve años a la ciudad de Bogotá junto con sus dos hermanos. “Yo tengo allá una finca familiar en donde cosechamos gran cantidad de hortalizas y frutas, yo me vine a Bogotá debido a la escasez económica y porque mis hermanos y yo teníamos una mentalidad más emprendedora que el resto de la familia”, dijo.

Para Carmen no ha sido fácil posicionarse en la ciudad, pero siente que el 2019 fue un año beneficioso para ella y su puesto de mercado. Cinco años atrás vendía papa y algunas verduras en la plaza de mercado de Paloquemao. “Realmente quería llegar muy lejos, pero en esa plaza no avanzaba mucho debido a toda la competencia que tenía a mi alrededor. Recuerdo que cuando llegué muchos vendedores me hicieron el feo porque venía de otro lugar y traía mis propios productos”, dijo molesta. A partir de este acontecimiento y del constante esfuerzo que hacía para mantener su negocio, el 12 de febrero de 2019 decidió trasladarse, junto con sus familiares y algunos amigos emprendedores que había hecho, a la plaza de La Concordia.

El 75% de los mercados de la asociación Agrocomunal están en Bogotá y se logró que las mujeres empiecen a tener los mismos derechos que los hombres en cuestión de tierras y trabajo, es por esto que Carmen es muy querida por todos los comerciantes de la plaza.

“Es una mujer con una mentalidad gigantesca, ella levantó su negocio y ahora tiene los ingresos suficientes para pagar a dos empleados que se encargan de ayudarla a levantar cajas y otras cosas”, explicó Gloria Arévalo, otra mujer que tiene un puesto de café en la plaza.

Según Julio Salinas, el hermano menor de Carmen, la base principal de su pequeña empresa, que consta de tres locales en donde comercializan todo tipo de productos agrícolas, es el bajo costo y la implementación de lo que ellos llaman “alimentación sana” para generar en todos los clientes una buena imagen de los alimentos de otras regiones: “Siempre he pensado que los alimentos campesinos ofrecen alternativas un poco más justas en términos económicos, las cadenas de alimentos tienen costos muy elevados”, manifestó. Para él y su hermana los ingresos familiares han aumentado y ha sido más sencillo logrando la venta directa con los consumidores.

Este sector está en auge en la ciudad de Bogotá porque han logrado conectar la cultura rural y la urbana. Pedro Rodríguez, un campesino que lleva más de 10 años laborando en la plaza, dice que ha creado lazos de amistad con todos los bogotanos “al principio había escuchado que los rolos eran muy serios y amargados, pero con el pasar del tiempo fui aprendiendo un poco de ellos y son los que han hecho que la plaza se mantenga. Sin clientes no hay ventas”, explicó Pedro.

Carmen Salinas es una de las campesinas beneficiadas por el proyecto “Coseche y venda a la fija”.

Otra de las razones por las cuales Carmen ha estado a gusto con su negocio, es porque considera que lo que hace reduce el impacto ambiental, “hoy en día hay muchos mercados campesinos, nosotros mismos nos encargamos de traer en camiones toda la mercancía, otros tipos de negocios utilizan químicos, pero nosotros nos alejamos del excesivo uso del plástico con el que suelen empacar las frutas y verduras, ofreciendo cosas frescas que se podrían comer inmediatamente”, asegura.

Según la Secretaría de Integración Social, algunos de los mercados que están en parques y plazas de la ciudad de Bogotá se mantienen desde hace aproximadamente 40 años y hacen parte de una iniciativa de la Alcaldía Distrital que permite que los productores de la región puedan comercializar productos frescos garantizando la eliminación de los intermediarios.

De acuerdo con varios estudios que realizó la Secretaría junto con la Alcaldía Mayor, los mercados campesinos arrojaron ventas por más de $400 millones en 2018, “con los mercados realizados en cuatro localidades de Bogotá y las 15 cabeceras de la provincia, se beneficiaron más de 1.061 productores de la región, gracias a varios programas de inclusión económica hemos logrados que pequeños emprendedores campesinos crezcan en la ciudad”, mencionó José Miguel Santos, entonces secretario de asistencia social.

Uno de los proyectos que llevó la Alcaldía de Bogotá pasada, la Secretaria Distrital de Desarrollo Económico (SDDE) y El Centro de Estudios de Políticas Internacionales (CEPI) para ayudar a estos pequeños empresarios, fue el foro ‘Emprendedor forma emprendedor’, que se realizaba anualmente en el mes de marzo en la Plaza de los Artesanos con la participación de varios panelistas, quienes resolvían dudas, educaban y alentaban a todos los asistentes interesados en emprender.

En Colombia se pierden o desperdician 9,76 millones de toneladas de comida al año.

Fue un proyecto que perteneció a la Ruta de Emprendimiento que ofreció la entidad desde hace dos años como un servicio de la Alcaldía para darle asesoría técnica a todos los emprendimientos, atendiendo 15 sectores estratégicos entre los que se destacaban muebles, industrias creativas, industrias gráficas, artesanías, motos, farmacéutico, entre otros.

“Hacemos el proceso y acompañamiento para la validación de una idea de negocio, les ayudamos a construir el canvas, les fortalecemos el plan de negocio a través de capacitaciones y procesos de formación con algunos aliados, como lo que hicimos con CEPI”, comentó Luz Angélica Segura, subdirectora de emprendimiento de la Secretaría de Desarrollo Económico de la pasada administración.

Este foro fue un espacio diseñado para que los asistentes conocieran el marco constitucional y legal del emprendimiento en Colombia y cómo aplicarlo para los procesos de formalización y funcionamiento, explicado por el abogado Juan Falkonerth. Asimismo, adquirieron herramientas para utilizar las plataformas digitales, monetizar sus emprendimientos y llegar a más clientes. Todo fue dirigido por Karem Suárez, YouTuber financiera.

“CEPI tiene tres ejes fundamentales, el primero es promover la participación de los jóvenes en modelos académicos de Naciones Unidas, para eso nosotros hacemos un proceso de participación, acompañamiento y los incentivamos. El segundo es el trabajo con la comunidad, donde hacemos actividades académicas como foros, encuentros, eventos de networking para emprendedores e interesados en general. El tercero es nuestro canal de YouTube llamado ‘Es con argumentos’, en el cual hacemos una apuesta para demostrar que creadores de contenidos jóvenes pueden generar contenidos de alta calidad académica”, explica Juan Falkonerth, fundador de CEPI, añadiendo: “Contamos con alrededor de 50 jóvenes que reciben este beneficio directo de las capacitaciones logrando tener un impacto de aproximadamente 100 jóvenes de manera indirecta. Todo esto lo hemos logrado a pulso, trabajando desde hace dos años con algunos profesores que dedicamos nuestro tiempo libre para liderar este proyecto”.

‘Yo le Compro a Bogotá’ es otra de las estrategias del Estado, la cual incluye la realización de 14 ferias comerciales en la Plaza de los Artesanos, principalmente, con las que se benefician más de 1.500 empresas y emprendimientos de la ciudad y a las que asisten alrededor de 25 mil ciudadanos. De esta manera, se acompañaron 869 emprendimientos en 2017 y 1.273 unidades productivas fortalecidas, teniendo un avance del 446% en ese año.

Jesús trae desde Choachí los huevos de sus gallinas para vender en el mercado Campesino cada fin de semana.

Para impulsar a los campesinos a que vendan sus productos sin intermediarios, la Secretaría Distrital de Desarrollo Económico abrió sus puertas cada sábado y domingo en diferentes lugares de la ciudad para que disfrutaran del tradicional mercado campesino, ubicándose en lugares como el parque Santander, parque Alcalá, parque Molinos, Plaza Fundacional de Fontibón, Los Rosales, Plazoleta de Suba, y la principal, la Plaza de los Artesanos, que es donde se encuentra la Secretaría. Allí, más de 259 productores de la ruralidad tienen la oportunidad de vender sus productos y contactar con clientes potenciales.

“Traemos la producción de la semana acá a la Plaza de los Artesanos cada ocho días”, dijo Jesús Labino, un campesino que semana a semana viene a Bogotá a vender los huevos criollos que dejan sus gallinas sueltas en su finca de La Vereda Resguardo, en el municipio de Machetá, Cundinamarca. Conoció el proyecto debido a que él, en un inicio, vendía su producto a otro comerciante de la zona, y el coordinador de la Secretaría, después de verlo cada semana, le ofreció un puesto en la feria que le ha cambiado la vida.

La institución no solo brinda el espacio para que aquellos comerciantes del campo vendan sus productos, sino que acompaña al emprendedor con diferentes cursos gratuitos, capacitaciones, talleres, foros y actividades personalizadas para mejorar el desarrollo de su compañía.

Jesús lleva seis meses en el proyecto, y a pesar de no tener su empresa constituida legalmente, desea que sus huevos sean uno de los más vendidos y lograr, más adelante, crear su propio emprendimiento para que su esposa pueda trabajar con él en Bogotá.

Tanto en los países desarrollados como en desarrollo, la agricultura familiar continúa siendo el sistema predominante en el sector rural. El número de unidades familiares es de más de 500 millones en todo el mundo, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en la guía de emprendimientos de agricultura familiar para la paz, donde expone todas las metodologías para la innovación social y tecnológica para el desarrollo rural.

El día del campesino se celebra el primer domingo de junio desde 1965. El objetivo, según el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, es “reconocer la labor de los campesinos en el desarrollo económico, el abastecimiento de alimentos y conservación de las tradiciones culturales rurales del país”.

CEPI es un grupo de estudiantes que pretenden incursionar en el estudio científico de los diferentes modelos internacionales.

El Ministerio reveló que más de cinco millones de personas se dedican a actividades agropecuarias, el 34,7% de los productores son mujeres, y el 65,3% son hombres, según el DANE, y el 38% de las unidades productoras son las mujeres quienes toman las decisiones.

Este es el caso de Rosa Robles, una campesina de Boyacá, quien hace 20 años se dedica a la agricultura urbana en la ciudad, y hace 10 años llegó a Bogotá a cosechar lo que ahora es el sustento de su familia con ayuda del Estado. “Me dedico a la parte de la salud, cosecho plantas medicinales en un espacio de ochocientos metros cuadrados que me suministra la Secretaría Distrital”, contó mientras arreglaba con amor las plantas que tiene en su puesto de venta.

El artículo 1 de la ley 1900 de 2018, por medio de la cual se establecen criterios de equidad de géneros en la adjudicación de las tierras baldías, vivienda rural y proyectos productivos, se modifica la ley 160 de 1994 y se dictan otras posiciones, expresando en el artículo que “la presente ley tiene por objeto promover la equidad en el acceso de la mujer a la adjudicación de los terrenos baldíos nacionales, en la asignación de vivienda rural, la distribución de recursos para la promoción de proyectos productivos, para fomento de la actividad agropecuaria, así como fijar mecanismos que garanticen su real y efectiva aplicación con el fin de erradicar cualquier forma de discriminación”.

Los actores que hemos expuesto a lo largo del reportaje han sido afortunados, guerreros y trabajadores, sin embargo, a muchos campesinos les toca más difícil, puesto que varios factores económicos, sociales y políticos pueden afectar sus tierras, sus cosechas, sus ganancias, su nombre y su producción.

El día del campesino se celebra el primer domingo de junio desde 1965.

“La situación del campesinado colombiano no puede entenderse sin una comprensión del conflicto armado y la violencia. En palabras de líderes campesinos, estas realidades se concretan en que su vida ha estado marcada por el miedo a la expulsión o desplazamiento, la discriminación, no tener derechos, la incriminación, la coerción y al oprobio. El campesinado se ha formado en esta dinámica, no es un sujeto extraño a ella, sin embargo, gracias a su capacidad de innovación y adaptación, continúa siendo un actor relevante en el campo”, dice el Cuaderno del Informe de Desarrollo Humano publicado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.

“Es necesario hacer decididos esfuerzos para evitar el crecimiento sin empleo, sin raíces, sin equidad, sin voz de las comunidades y sin futuro. […] Crecimiento sin empleo, en el que la economía en general crece pero sin que aumenten las oportunidades de empleo […]. Crecimiento sin equidad, en que los frutos del crecimiento económico benefician principalmente a los ricos, dejando a millones de personas sumidas en una pobreza cada vez más profunda […]. Crecimiento sin voz de las comunidades, en los países donde el crecimiento de la economía no ha ido acompañado de un fortalecimiento de la democracia o de la potenciación de la gente […]. Crecimiento sin raíces, que hace que la identidad cultural de los pueblos desaparezca […]. Crecimiento sin futuro, en que las generaciones actuales despilfarran los recursos que necesitarán las generaciones del futuro” (Informe sobre Desarrollo Humano, PNUD, 1996, ¿Crecimiento económico para propiciar el desarrollo humano?: 4).

Líderes campesinos desplazados

Los derechos de los campesinos, expuestos en los artículos 64, 65 y 66 de la Constitución Política, promueven el derecho progresivo a las tierras, a acceder a un sistema judicial, a tener información clara sobre los insumos y cosechas que se están dando en temporadas, a contar con un sistema de crédito y financiación y a determinar el valor de su producción. Si bien es cierto que los campesinos constituyen un grupo específico en condición de vulnerabilidad, el Estado colombiano ha puesto en marcha políticas públicas, desde el enfoque de derechos civiles e individuales, que benefician a los campesinos a través de diferentes mecanismos, con el fin de garantizar una generación de ingresos dignos.

A pesar de la implementación de dichos mecanismos, un gran porcentaje de campesinos de las zonas más violentas del país no cuentan con el respaldo del Estado, la oficina de Derechos Humanos de la ONU en Colombia ha seguido durante cuatro años las cifras de todos los líderes sociales asesinados, entre esos afrocolombianos, indígenas, ambientalistas, campesinos, periodistas, LGBTI y defensores de los derechos de las mujeres.

Otro de los problemas principales que afrontan los campesinos en las zonas rurales, y es el motivo por el cual muchos de ellos vienen a Bogotá, es el desplazamiento forzado. Según la Agencia Prensa Rural, en Colombia el desplazamiento forzoso ha sido un fenómeno recurrente en la historia del país, en gran medida porque ha estado envuelto en crímenes internos de manera permanente durante la época republicana. Un claro ejemplo es la época de La Violencia, que transcurre entre 1948 y 1958. La violencia conservadora y liberal obligó a desplazarse aproximadamente a dos millones de personas, sacudiendo la estructura agraria del país a favor de una pequeña minoría que erigía su fortuna sobre miles de muertos y en detrimento de los campesinos.

Rosa Robles lleva 20 años dedicados a la agricultura urbana en la ciudad.

“Hace dos años me encontraba en mi finquita en Antioquia, y a altas horas de la noche, grupos armados me sacaron a las patadas, no me quedó más opción que coger la poca ropa que tenía e irme a la capital a buscar suerte”, contó el campesino Luis Piñares. Más casos como este se han denunciado en todas las zonas rurales de Colombia, y según un informe realizado por el periódico El Tiempo, algunas organizaciones sociales y plataformas de derechos humanos plantearon como solución consolidar una presencia integral y efectiva dentro de las zonas rurales, fortalecimiento de la autoprotección de indígenas y campesinos, acabar con la estigmatización establecida hacía líderes sociales y retomar los diálogos bilaterales con el Eln.

No se puede hablar del campesino sin hablar de la violencia que también hace parte de la protección de sus cultivos, de la expropiación de sus tierras y de las veces que han tenido que migrar y llegar a ciudades principales para poder comer.

El campesinado en Colombia ha sido históricamente marginado tanto cultural como social y económicamente de los procesos de la sociedad en general. De esta forma ha sido dominado por grupos que han organizado el territorio, a través de reformas desde el Estado, acorde a los intereses de una élite, en detrimento de las necesidades de la mayoría campesina, agudizando las condiciones de desigualdad y pobreza que confluyen en la marginación de las comunidades desde todos los aspectos. Sumado a ello, las políticas implementadas donde se refuerzan las acciones militares en las zonas rurales han agudizado los conflictos sociales y armados. Esto ha evidenciado históricamente la relación de estas presiones con los intereses que tiene el capital extranjero en algunas regiones de Colombia.

Como Carmen, Jesús y Rosa, son varios los campesinos que emprenden en una nueva ciudad sin dejar de lado sus tierras, su familia, su infancia, sus raíces y sus tradiciones; buscando por medio de sus productos que van desde las plantas, los alimentos, hasta las artesanías, salir adelante y crear empresas para ayudar a los demás.

“Mi sueño es poder tener mi propia empresa y que mi esposa esté a mi lado, alejarme de ella ha sido lo más difícil. Sé que hay competencia, pero también sé que cuidamos a nuestras gallinas con amor y eso nos hace mejores en el mercado”, cuenta, ilusionado, Jesús, mientras mira las canastas de huevos que están ubicadas perfectamente en un espacio de alrededor de dos metros, en donde su vida ha mejorado desde hace algunos meses, alejándolo de la realidad que, en ocasiones, atormenta a su gremio.

Reconocimiento personería jurídica: Resolución 2613 del 14 de agosto de 1959 Minjusticia.

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