Por: Camilo Llanos
Hablar de Elvis Presley es hablar de historia musical estadounidense, pero también de uno de los artistas más influyentes del siglo XX, el cual dejó un legado que aún continúa en nuestros días, por eso traer su historia se puede considerar un trabajo difícil porque de qué manera puedes capturar su esencia y además elegir qué momentos mostrar de su larga carrera.
Baz Luhrmann fue el elegido para llevar la historia de Elvis a la pantalla grande, uno de los pocos y verdaderos autores que sobreviven en el cine actual, que cuenta con una filmografía corta, pero auténtica y contundente (Strictly Ballroom, Romeo + Juliet, Moulin Rouge, Australia, The Great Gatsby). Todas sus cintas tienen un estilo grandilocuente, lleno de un incesante y excesivo desfile de imágenes, sonidos y elementos que lo pueden convertir en un exponente moderno del barroco, además de tener una preferencia por la tragedia y el melodrama romántico.
Tengo que decir que en ocasiones su estilo es su mayor virtud y al mismo tiempo su mayor pecado, pero en su nueva película, Elvis, su mano autoral, sin duda, es una virtud tan efervescente y estimulante que va acorde al estilo y figura musical que era Elvis Presley.
La vida de Elvis se cuenta desde la perspectiva del “coronel” Tom Parker, el infame mánager del Rey del Rock, donde se aborda el descubrimiento de Elvis Presley (Austin Butler) por parte de él mismo en conciertos locales, hasta el estrellato mundial. La preparación de conciertos, las giras nacionales, el impedimento de hacer giras mundiales, el caótico contexto social y cultural, así como el desprestigio y la alabanza hacia el estilo del cantante, son los temas que se tocan en las dos horas con cuarenta minutos que dura la cinta.
“Elvis” es una película vertiginosa, que desarrolla en poco tiempo muchos eventos de la vida del cantante. Sin embargo, en esa rapidez no abordan a profundidad las drogas, el exceso de fiestas o la vida sexual de Elvis, más bien deciden darle mayor peso al contexto social, político y cultural de cada una de las etapas de la carrera, su relación tóxica con el mánager Parker y guiños a sus vínculos afectivos.
Baz Luhrmann decide concentrarse más en entregar una experiencia inmersiva a nivel musical, actoral y visual, y el resultado es triunfal, aunque no profundo o delirante.
El diseño de producción es algo impecable, ya que está muy bien recreada la época del gran Elvis Presley y los vestuarios también es algo impresionante. Todo se siente como un acompañante más mientras avanza la tragedia del rey.
Siento que esta cinta en todo ese apartado se aleja de biopics musicales como “Bohemian Rhapsody” y se acerca un poco más a lo hecho en “Rocketman”.
Punto aparte la actuación de Austin Butler, que es algo increíble y que de una vez lo catapulta a ser nominado a los premios Oscar. Hace una actuación donde se mete en el personaje y lo hace con respeto; se le notan los tres años de preparación que tuvo para desempeñar el rol de la leyenda musical, ya que en la cinta tiene un rango actoral y vocal (en las canciones que sí canta), logrando llenar al personaje por completo tanto en las escenas de conciertos con expresividad y energía ilimitada, como en las escenas más íntimas y contenidas.
En pocas palabras, “Elvis”, la película biográfica del “rey del rock and roll”, es un resultado sobresaliente pero que al mismo tiempo le hace honor a uno de los más grandes artistas de todos los tiempos, gracias a su ritmo frenético, su seductor montaje y sus sobresalientes actuaciones que van a mantener enganchado al público. Un espectáculo cinematográfico que acerca al público a la gran figura que fue Elvis Presley, pero que al mismo tiempo no cuenta nueva información y no explora o desarrolla más sobre algunas facetas o problemas que tuvo esta gran estrella.
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