Escrito y fotografías por: María Navarro y Luna Martínez
Edición de estilo: Sofia Rodríguez
La conversación, moderada por Camilo Hoyos del podcast Paredro, reunió a Adriana Martínez, directora de la Biblioteca Nacional, y a las editoras Pilar Quintana, Camila Charry, Natalia Mejía y Ana Lucía Barrios, responsables de esta monumental iniciativa. Con la presencia de 97 autoras en 10 antologías, la colección confirma su impacto en el panorama literario nacional y en la resignificación del canon colombiano.
Durante el evento, se destacó el carácter patrimonial del proyecto, que no solo preserva la memoria literaria femenina, sino que también la democratiza al distribuir los libros en las 1.560 bibliotecas públicas del país y, próximamente, en librerías a través de editoriales independientes.
Pilar Quintana subrayó la importancia de este trabajo como un "acto de sacudir el canon", recordando que históricamente la escritura de las mujeres ha sido relegada o ignorada. La Biblioteca no solo rescata textos literarios, sino también testimonios vitales que evidencian cómo las mujeres han enfrentado mayores obstáculos para ejercer su creatividad.
La nueva colección incluye géneros como poesía, cuento, ensayo, dramaturgia, crónica, literatura infantil y testimonial. Cada antología fue cuidadosamente editada para ofrecer una muestra representativa del trabajo de autoras de distintas regiones del país. Entre los descubrimientos más celebrados está la tradición oculta de dramaturgia escrita por mujeres desde hace más de 160 años, y la publicación de textos de autoras indígenas y raizales.
El ensayo introductorio, ¿De qué escriben las escritoras en Colombia?, escrito por Quintana, analiza los desafíos históricos que enfrentaron las mujeres para publicar, y desmonta el mito de que solo escribían sobre temas triviales o domésticos: "Escribían de todo —amor, guerra, política, ciencia— igual que los hombres", afirmó.
Con esta segunda entrega, la Biblioteca de Escritoras Colombianas consolida su propuesta de abrir grietas en el canon literario y sembrar semillas de nuevas investigaciones. A lo largo de 2025, el equipo realizará presentaciones en todo el país, para seguir difundiendo la voz de estas mujeres que escribieron, lucharon y soñaron, muchas veces en contra de todas las adversidades.
Como parte de la programación de la Feria Internacional del Libro de Bogotá (FILBo), el domingo se realizó en la Carpa Gastronómica una lectura dramatizada de textos pertenecientes a la Biblioteca de Escritoras Colombianas. Esta colección monumental reúne obras de 97 autoras en diez antologías, y busca no solo rescatar el legado literario femenino, sino también resignificar el canon nacional, llevándolo a más de 1.560 bibliotecas públicas del país y, próximamente, a librerías.
Durante la actividad, dos actrices interpretaron fragmentos de piezas teatrales escritas por Waldina Dávila, Judith Porto y Piedad Bonnet, tres voces fundamentales que, desde distintas épocas, usaron la escena para explorar, cuestionar y reimaginar la vida de las mujeres en Colombia.
La lectura dramatizada no fue simplemente un ejercicio de memoria. Fue un acto de encarnación. Devolverle el cuerpo, el ritmo y la emoción a textos que durante mucho tiempo permanecieron ocultos o ignorados. Cada palabra pronunciada pareció abrir un espacio en el aire, como si aquellas autoras regresaran por un momento para reclamar su lugar en el presente.
En un país donde tantas veces la voz femenina ha sido relegada al olvido, esta lectura fue un recordatorio de la necesidad urgente de escucharlas, de reconocerlas como parte viva de nuestra historia literaria y social. La Biblioteca de Escritoras Colombianas no solo salva nombres: salva preguntas, pasiones, heridas, sueños que alguna vez fueron escritos —muchas veces— contra todo obstáculo.
Y así, mientras las palabras viajaban de las bocas de las actrices al oído atento de los presentes, se hizo evidente que rescatar estos textos no es solo un gesto académico: es un acto de amor y de justicia. Porque cada obra recuperada, cada fragmento leído en voz alta, no solo ilumina el pasado, sino que siembra posibilidades nuevas para el futuro.