El pulso de la vida silvestre en Colombia

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El pulso de la vida silvestre en Colombia
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Martes, Agosto 26, 2025
El pulso de la vida silvestre en Colombia resuena con una alarma cada vez más perceptible: el riesgo de extinción de numerosas especies.

Texto: Luisa Fernanda Onofre Enciso 

Edición: Luna Martínez 

Ilustración: Sara Hómez

El país alberga el 10% de la biodiversidad mundial en apenas el 0,7% de la superficie terrestre, lo que lo posiciona como el segundo más biodiverso del planeta. Con más de 56.000 especies registradas y estimaciones que sugieren la existencia de 200.000 en total, Colombia hace parte de los 17 países megadiversos del mundo. Sin embargo, esta riqueza biológica se encuentra bajo una presión sin precedentes, pues cada hora se extinguen entre tres y cuatro especies en el planeta, y Colombia no es la excepción a esta tendencia alarmante. 

La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) categoriza a más de 1.200 especies colombianas en diversos grados de riesgo: el 15% de los mamíferos, el 16% de las aves, el 25% de los reptiles y el 36% de los anfibios enfrentan alguna amenaza. 

Entre las especies en Peligro Crítico (CR) se encuentra la Rana Dorada (Phyllobates terribilis), endémica del Chocó biogeográfico. Mide apenas 5 cm, pero produce batracotoxina tan potente que una sola puede matar a diez humanos adultos. Es utilizada por los indígenas emberá para impregnar dardos y controla poblaciones de insectos en bosques húmedos tropicales. Hoy en día su hábitat se reduce por la deforestación y la minería ilegal. 

El Tití Cabeciblanco (Saguinus oedipus), endémico del Caribe colombiano, mantiene menos de 6.000 individuos silvestres. Este primate de 450 gramos presenta una estructura social cooperativa única, en la que solo una hembra se reproduce mientras el grupo ayuda en el cuidado parental. Este dispersor clave de semillas en bosques secos tropicales se enfrenta a la deforestación y al tráfico ilegal. 

El Pez Sierra (Pristis pristis), cartilaginoso prehistórico de hasta 7 metros, ha perdido el 95% de su población global. Su característica sierra dentada funciona como sensor electromagnético para detectar presas. Habita manglares y estuarios, ecosistemas críticos para la reproducción de peces comerciales. 

Múltiples especies de frailejones (Espeletia spp.) se encuentran en Peligro Crítico. Estas plantas únicas de páramo crecen 1-2 cm por año y viven hasta 150 años. Sus estructuras pilosas capturan agua de niebla, almacenando hasta 40 litros por planta adulta y liberándola gradualmente a las cuencas hidrográficas. 

En cuanto a las especies en Peligro (EN), sus poblaciones se ven severamente reducidas por la fragmentación de hábitats. 

El Delfín Rosado (Inia geoffrensis) mantiene menos de 10.000 individuos en toda la Amazonía. Este cetáceo de 2,5 metros y 207 kg presenta dimorfismo sexual marcado (machos rosados, hembras grises). Como depredador tope acuático, concentra contaminantes como el mercurio y funciona como indicador de la calidad del agua. Su sonar avanzado le permite navegar en aguas turbias ricas en sedimentos. 

La Tortuga del Río Magdalena (Podocnemis lewyana), endémica de Colombia, ha perdido el 50% de su población en tres generaciones. Con 15-30 huevos por puesta y una maduración tardía (10-15 años), su recuperación es lenta. Es consumida por su carne y huevos, y también cazada para la elaboración de aceites medicinales tradicionales en comunidades ribereñas. 

Las especies Vulnerables (VU) enfrentan un alto riesgo de extinción a mediano plazo debido a la pérdida de hábitat y a presiones antropogénicas. 

En esta categoría se encuentra el Oso Andino (Tremarctos ornatus), único úrsido sudamericano, con 2.000-2.500 individuos en Colombia. Habita bosques montañosos entre 1.000 y 4.750 m s. n. m., donde cumple un papel clave como dispersor de semillas de bromelias y frutos andinos. Su territorio ha perdido el 40% de cobertura original por la expansión agrícola. Excelente trepador, construye nidos en árboles para descanso y alimentación. 

El Manatí del Caribe (Trichechus manatus) alcanza 4 m y 600 kg, consumiendo entre 40 y 50 kg diarios de vegetación acuática. Estos “jardineros” marinos mantienen la salud de praderas submarinas que sirven de vivero para peces comerciales. Su metabolismo lento y baja tasa reproductiva (una cría cada 3-5 años) los hace vulnerables a perturbaciones. 

La Palma de Cera (Ceroxylon quindiuense), árbol nacional y palma más alta del mundo (60 metros), forma ecosistemas únicos entre 1.800 y 3.000 m s. n. m. Estas palmas centenarias (200+ años) albergan más de 600 especies de epífitas, 160 de aves y 300 de artrópodos. La extracción histórica de cera ha reducido su población original en un 85%. 

El Roble Negro (Quercus humboldtii), único roble sudamericano, forma bosques andinos excepcionales entre 1.000 y 3.500 m s. n. m. Estos árboles de hasta 35 metros y 500 años sustentan ecosistemas con más de 2.000 especies de plantas vasculares, funcionando como corredores biológicos cruciales. Su madera, muy valorada, ha reducido la cobertura en un 90%. 

Las especies Casi Amenazadas (NT) requieren monitoreo constante por sus tendencias poblacionales decrecientes. 

En Colombia destacan el Cóndor Andino (Vultur gryphus), ave nacional con envergadura de 3,3 metros y apenas 150-200 individuos en el país. Esta ave carroñera cumple un papel ecosistémico vital al eliminar patógenos y reciclar nutrientes. Su baja tasa reproductiva (una cría cada 2-3 años) y longevidad (70 años) la hacen vulnerable a las perturbaciones ambientales. 

El Jaguar (Panthera onca), depredador tope de 60-120 kg, ha perdido el 80% de su distribución histórica. Requiere territorios extensos (100 km² por individuo) y regula poblaciones de herbívoros, manteniendo el equilibrio ecosistémico. Su presencia indica la salud del ecosistema y actúa como especie “sombrilla” que protege múltiples especies asociadas. 

La pérdida de biodiversidad representa una amenaza para los servicios ecosistémicos, valorados en más de 125 billones de dólares anuales a nivel global. En Colombia: 

  • Regulación hídrica: los bosques regulan el 70% del agua dulce nacional; la deforestación altera los patrones de precipitación. 
  • Captura de carbono: los ecosistemas almacenan 8.000 millones de toneladas de carbono; la deforestación libera anualmente 120 millones de toneladas de CO₂. 
  • Polinización: más del 70% de los cultivos dependen de polinizadores, un servicio valorado en 1.500 millones de dólares anuales. 
  • Control de plagas: los murciélagos consumen 2.000 toneladas de insectos por noche, proporcionando control natural de plagas. 

Eventos como la COP16 en Cali (2024) subrayaron la urgencia de implementar el Marco Mundial de Biodiversidad de Kunming-Montreal, que busca proteger el 30% de tierras y océanos para 2030. Colombia debe ampliar su sistema de áreas protegidas del 15,7% actual a, por lo menos, el 30% del territorio nacional. Los Pagos por Servicios Ambientales (PSA), implementados en más de 300.000 hectáreas, y las Reservas Naturales de la Sociedad Civil (más de 900 registradas) demuestran que la conservación requiere participación ciudadana activa. 

Como universitarios, nuestra capacidad de innovar, investigar y liderar nos convierte en agentes de cambio cruciales. La conservación de la biodiversidad es un imperativo ético, económico y cultural. Cada especie perdida es una biblioteca biológica que se quema, una solución médica que desaparece, un servicio ecosistémico que se degrada. 

El momento de actuar es ahora: informarse, involucrarse y comprometerse es el primer paso para garantizar que las futuras generaciones conozcan un Colombia tan biodiverso como el que conocemos hoy. 

Reconocimiento personería jurídica: Resolución 2613 del 14 de agosto de 1959 Minjusticia.

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