Texto y fotografías: Bibian Riveros
Corrección de estilo: Santiago Cabarcas
Una sonrisa abre puertas, genera confianza y transforma la forma en que los demás nos perciben. Tiene un efecto contagioso que ilumina ambientes y hace que la vida se sienta un poco más ligera.
Este viernes 3 de octubre celebramos dos fechas que se encuentran de manera especial: el Día Mundial de la Sonrisa y el Día del Odontólogo. Es una ocasión para valorar a quienes trabajan a diario por nuestra salud oral y por mantener viva la expresión más universal de alegría.
Pero detrás de cada sonrisa hay un trabajo silencioso. Hablamos de quienes laboran lejos del consultorio, entre hornos, cerámicas y moldes: los mecánicos dentales. Son los artesanos de las sonrisas. Profesionales que, desde el silencio y bajo las luces de un laboratorio, fabrican prótesis y piezas dentales que no solo devuelven la función a la boca, sino también la seguridad y la autoestima a las personas.
Para entender su rol, entrevistamos a Víctor Reyes (@victoralfonsoreyes20), quien lleva 19 años dedicado a este oficio. Llegó a la mecánica dental casi por casualidad, mientras buscaba una carrera. Entró a un instituto que ofrecía esta formación, y solo le bastó una experiencia para decidir su futuro: la primera prótesis que entregó. “Cuando pude hacerle la primera prótesis a un paciente, eso fue lo que me gustó. Porque le cambiaba su cara, le subía el ánimo. Eso me marcó para continuar en esta carrera”, recuerda con claridad, como si hubiese ocurrido ayer.
Su trabajo es tan silencioso como fundamental. Mientras el odontólogo se encarga de la consulta, el diagnóstico y el contacto directo con el paciente, el mecánico dental fabrica las piezas que se convierten en la nueva sonrisa. “El mecánico dental viene siendo como la mano derecha del odontólogo. Nosotros hacemos los trabajos que ellos ponen en boca. Nos ayudamos mutuamente, somos un complemento”, explica.
Más allá de lo técnico, Víctor encuentra la mayor recompensa en el impacto social de su labor. Ver cómo una persona se atreve de nuevo a reír sin taparse la boca, o cómo mejora su seguridad al recuperar sus dientes, es lo que lo motiva a seguir. “Una persona sonríe ya con los dientes que tú hiciste con tus manos. Verlos contentos por haberlos recibido no tiene valor”, afirma.
Además de la autoestima, insiste en que devolver dientes es también devolver salud. Sin ellos, las personas no mastican bien, lo que afecta su nutrición, digestión y, en consecuencia, su calidad de vida. “Tener toda la dentadura completa hace parte de una buena salud; eso también es un aporte muy grande”, dice. Para él, cada pieza que fabrica es mucho más que un objeto, es una herramienta que le permite a alguien alimentarse mejor, hablar con claridad y, sobre todo, volver a sonreír.
Su historia también refleja los retos de esta profesión. Durante mucho tiempo, los mecánicos dentales trabajaron en la sombra, sin recibir el reconocimiento que merecen. “Antes, el odontólogo no quería hablar de que tenía un técnico que le ayudaba. Todavía hay clientes que no dicen quién les hizo el trabajo y se lo atribuyen ellos mismos. Pero hoy en día es diferente. Las redes sociales nos han ayudado bastante, porque ahora podemos mostrar lo que hacemos”, cuenta.
El camino no ha sido fácil. A las dificultades de visibilidad se suman los retos económicos y el desgaste físico. “De pronto uno quiere hacer algún tipo de trabajo y no puede, o a veces los recursos no alcanzan”, reconoce. Sin embargo, su vocación lo ha mantenido firme, y el apoyo de su familia —en especial el de su esposa, Diana Rubiano, quien lo animó a abrir su propio laboratorio (@vdentlaboratoriodental)— ha sido clave para seguir adelante.
Cuando piensa en el futuro de la mecánica dental en Colombia, lo imagina inevitablemente atravesado por la tecnología. "Totalmente robotizada. Menos gente, más robots. Ya hay máquinas que hacen dientes, y pueden reemplazar el trabajo en un 80% o más", asegura. Aun así, está convencido de que la sensibilidad humana nunca podrá ser sustituida del todo, ya que detrás de cada sonrisa seguirá siendo necesario alguien que entienda que no se trata solo de precisión, sino también de empatía.
Al preguntarle qué significa para él la sonrisa, responde sin titubear: “una sonrisa es felicidad. Aunque tengas dificultades, pienso que las pasas más fácil. Y es más duradera que cualquier otra cosa. Puede cambiarlo todo en un momento”. Lo dice con la certeza de alguien que ha visto cómo un gesto tan simple transforma un rostro y, con él, una vida entera.
En este día de la sonrisa y del odontólogo, su testimonio nos recuerda que cada sonrisa recuperada guarda detrás una historia de esfuerzo, paciencia y dedicación. En cada prótesis fabricada hay más que cerámica y resina: hay esperanza, dignidad y el recordatorio de que sonreír, al final, es la forma más sencilla y poderosa de ser felices.