El espacio fue una apuesta por el periodismo con enfoque humano, ético y transformador.
El taller, que se impartió desde las ocho de la mañana y se extendió hasta el mediodía, fue mucho más que una capacitación técnica: fue un llamado urgente a narrar lo que muchas veces se silencia o se cubre desde el morbo.
Organizado por Equality Now, la jornada reunió a periodistas de medios reconocidos como El Espectador, La Silla Vacía y Vorágine, con el objetivo de brindar herramientas éticas y responsables para cubrir la Mutilación Genital Femenina (MGF).
A través de presentaciones dinámicas, discusiones colectivas y espacios de reflexión, se abordaron los distintos tipos de mutilación, su prevalencia en el mundo y los contextos específicos en los que persiste, incluyendo su presencia en territorios colombianos.
Uno de los momentos más conmovedores fue la intervención de Sebastiana, una partera y lideresa de la comunidad Embera, quien compartió su experiencia como mujer y cuidadora, y su proceso personal al reconocer el dolor y las secuelas de la MGF dentro de su cultura. Su testimonio generó un silencio profundo en la sala: uno que no era de incomodidad, sino de respeto. El taller también incluyó recomendaciones sobre cómo abordar a las víctimas o sobrevivientes de esta práctica, cómo evitar el amarillismo, qué preguntas no hacer y cómo seleccionar imágenes que no vulneren aún más la dignidad de estas mujeres.
Entre pausas para el desayuno y un refrigerio, los asistentes también compartieron reflexiones personales y experiencias de cubrimiento en terreno.
“Al finalizar la jornada, me acerqué a quienes lideraron el espacio para agradecer la oportunidad. Fue entonces cuando me revelaron que, entre todas las postulaciones recibidas, fui la única estudiante elegida. “Tu postulación fue muy completa y auténtica. Por eso decidimos invitarte”, me dijeron. Ese reconocimiento, sumado a la riqueza del taller, reafirma la importancia de formarnos como periodistas capaces de contar lo que duele, lo que incomoda, lo que cambia. Porque narrar el dolor con respeto también es una forma de sanar”, explicó Mariana.