El 27 de abril se presentó en el edificio de posgrados de Utadeo la poeta y periodista argentina Carolina Zamudio. Poeta -no poetisa-, como se hizo llamar siempre María Mercedes Carranza al momento de hablar de su oficio. Carolina Zamudio conversó con los estudiantes de la carrera de Estudios Literarios y Edición acerca del oficio de la poesía, de las convicciones del poeta y del punto de vista de una mujer de las letras que, desde su lejana Argentina, relata y vive lo que siente.
La timidez de los arboles (2018), su libro más reciente, fue una de las primeras paradas en donde tanto poeta como entrevistador dieron pie a reflexiones y anécdotas de la producción literaria. Algo para empezar fue una confesión como la siguiente: “El trabajo de la escritura es muy ingrato”. Así lo confesó Carolina quien, entre risas y serenidad, dio a entender a los jóvenes que el camino de las letras es arriesgado, poco valorado y muchas veces infructuoso.
Sin embargo, para ella la poesía va más allá del canon clásico que suelen pintar las instituciones o la misma academia, ya que lo compara con el trabajo del obrero raso, esas personas que día tras día ponen ladrillo sobre ladrillo para dar forma a grandes construcciones. Así, de poco en poco, se configura el poema. Dentro de su poesía es fundamental entender que hay una senda dibujada que permite al lector ahondar sin mapas o guías, como ella misma mencionó en la charla: “Te muestro el bosque pero tú busca el árbol”.
Aquel árbol puede ser un amor perdido, un dolor guardado por años o la muerte de un ser querido. La pluralidad de emociones que se esconden en el ser humano corriente que vive y goza dentro de una realidad aceptada, que es delimitado por la sociedad y la cultura, que etsá inmerso en la cotidianidad pero también en la fantasía, es el ecosistema donde surgen los poemas de Carolina Zamudio.
Con su acento marcado y entonado con orgullo, desmitificó la idea de la Musa, escuchando aquí a una voz femenina que se alza dentro de una literatura muchas veces masculina, para expresar con modestia que “quizá la Musa está en la finalización del trabajo” y no antes ni durante como se suele pensar. Al tener el poema listo, la escritura en forma y con cierto grado de pulcritud, es que uno puede hablar de la Musa inspiradora, ya cuando el trabajo se ha realizado y el escritor se encuentra satisfecho.
A pesar de tener una formación periodística, la poesía se fue formando poco a poco en su interior. Al preguntarle por el mal de “la hoja en blanco”, no dudó en responder que nunca había sufrido aquella sensación, al contrario, sufre actualmente de exceso de producción. Esto se ha visto enriquecido con su posición como directora de la revista Literariedad, un faro que ilumina a grandes y desconocidos poetas por igual, a lo largo de Latinoamérica.
En la revista puede hacer varias cosas que le apasionan: escribir, publicar a otros y leer constantemente. Más que escribir, Carolina recomienda leer insistentemente. Uno de los asistentes a la conferencia le preguntó lo siguiente: ¿cuáles escritores sería indispensable leer al momento de empezar el oficio de escritor? La poeta quedó pensativa por un momento pero resolvió dar algunos nombres como Irene Gruss, Juan L. Ortiz, Alfonsina Storni y Osvaldo Lamborghini.
Para finalizar, afirmó convencida que “el poeta es un testigo de su tiempo”, invitando a los estudiantes e invitados a seguir por el camino de las letras y creer con ahínco en su propia historia. Tal vez una de las anécdotas más impactantes -y a la vez hilarantes- que comentó Carolina Zamudio, fue la de un poeta bogotano que llevó a casa de su padre a un amigo, también poeta. El padre, al conocer el oficio del otro, le preguntó contundentemente: “Ah, usted es poeta. Y en la vida real, ¿a qué se dedica?”.
Por: Jorge Llanos
Oficina de Comunicación Utadeo
