Conozca a Alfredo Acero, el primer biólogo marino de Colombia

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Conozca a Alfredo Acero, el primer biólogo marino de Colombia
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Martes, Agosto 21, 2018
Estudiantes
El tadeísta es uno de los mayores conocedores en temas de acuicultura y pesca en el país. Ha representado a Colombia en eventos, congresos y foros alrededor de 66 países del mundo, trabajando con entidades como la OEA, la OEI y el Inderena. También fue uno de los impulsores del INPA.
Fotografías: Alejandra Zapata - Oficina de Comunicación / Archivo personal Alfredo Acero

Alfredo Acero Sánchez recuerda el sonido del rechinar de los pisos de madera del segundo piso de la Casa Vieja, ubicada en la carrera séptima con calle 23, lugar que se convirtió, durante 12 años (1954 a 1966), en la primera sede de la Universidad Jorge Tadeo Lozano. Gracias a la letra inicial de su primer apellido, Acero fue, en 1967, el primer biólogo marino de la Universidad y del país, pues esta disciplina, hasta el momento, era desconocida en Colombia. Sin embargo, él, junto con los otros cinco biólogos marinos graduados en la primera cohorte, serían los pioneros y encargados de abrir campo a los profesionales del ramo y a las propuestas académicas que, inspiradas en este programa, fundaron posteriormente otras universidades. El tadeísta, con un ejercicio profesional de 55 años, nos cuenta cómo era la Universidad en sus primeros años, así como la evolución de esta disciplina y la importancia de enfocar la atención de los colombianos en el mar. 

Corría el año de 1962 y para ese entonces la carrera de Biología Marina se denominaba Ciencias del Mar, adscrita en ese entonces a la Facultad de Recursos Naturales y Agrología. Acero quería estudiar Medicina, pero debido a sus compromisos familiares terminó inclinándose por la Ingeniería Civil, carrera en la que se matriculó, pero que, por azares de la vida, terminó enamorándolo el mar, tras acompañar a uno de sus amigos de infancia, Fernando Vargas, a una charla en Utadeo, que impartió el entonces decano de ese programa, Luis Ortiz Borda.

Alfredo Acero recibe, de manos de Fabio Lozano, el título de biólogo marino

Acero, recuerda con emoción, que tras salir ese día de la Universidad fue a pedir que le devolvieran la matrícula que había pagado en Ingeniería Civil, y aunque a su padre le pareció una locura, termino apoyándolo. El 20 de enero, Acero inició clases con un grupo de sesenta estudiantes. En ese momento, se estudiaban tres años en la Universidad y los dos restantes por fuera del país, con algunas instituciones con las que Utadeo tenia convenio en países como Francia y Estados Unidos. Tampoco existía el actual sistema de crédito, sino por aprobación de materias.

En la Casa Vieja, Acero recuerda que en el primer piso quedaba un pequeño teatro, lugar que hizo despertar en él una pasión por ese arte, a tal punto que luego conformó un grupo de teatro en el Inderena (para ese momento, Instituto de Desarrollo de los Recursos Naturales Renovables), ente del que hizo parte desde su fundación y del que, en 1974, llegaría ser su gerente. Por su parte, en el segundo piso de la edificación, se encontraban los salones de clase. El salón de los biólogos quedaba contiguo a la decanatura y a los lados quedaban los salones para los delineantes de Arquitectura, mientras que en el fondo se situaba el laboratorio: “Como bajaban muchos buses por la 23, todas nuestras balanzas del laboratorio se movían y tocaba sostenerlas para que no se cayeran por las vibraciones”, comenta el tadeísta en medio de risas.

Este es el Premio Jorge Tadeo Lozano que recibió Alfredo Acero

Ya en el segundo año, Acero y sus compañeros se trasladaron al edificio social de la calle 22 con carrera quinta, y en el tercer año de estudios, fueron testigos de la construcción del primer edificio del campus de la Universidad. A partir del cuarto año, inició sus estudios en la Universidad de Miami (Estados Unidos), pero, tras experimentar unos problemas de salud, finalizó sus estudios en Baja California, en la frontera con México. Estando allí, presentó su trabajo de grado que consistía en el diseño de un puerto pesquero en Mazatlán, el cual años después fue construido, mientras que en Colombia planteó su trabajo de grado sobre la industrialización del camarón langostino. Su graduación, recuerda, fue con todos los honores, pues recibió el Premio Jorge Tadeo Lozano por parte del rector de la época, Fabio Lozano, gracias a su promedio académico de 4,69.

Aunque cuando terminó su carrera, la profesión aún era desconocida, pasó tan solo un año para que Acero iniciara su vida profesional y el contacto con agencias internacionales y entidades gubernamentales nacionales. En 1968 inició como profesional de campo de la FAO en Buenaventura, entidad que luego le ofreció realizar una especialización en Noruega sobre un tema de vanguardia para ese momento, que era la evaluación de recursos pesqueros usando ultrasonido. Sin embargo, una oferta del Ministerio de Agricultura lo hizo desistir de esta posibilidad. El 2 de enero de 1969 sería testigo de la puesta en marcha del Inderena, del cual inició como profesional de campo y del que fue gerente por cuatro años, hasta 1978, actividad que alternó con la de profesor en Utadeo y otras prestigiosas universidades del país. 

Primera cohorte de Biología Marina en Utadeo (Primera fila izquierda, Alfredo Acero)

A partir de allí iniciaría una fértil carrera profesional, que le permitió a Acero representar a Colombia en congresos, conferencias y foros sobre acuicultura y pesca, en 66 países del mundo, entre ellos como experto FAO, donde asesoró a países como Bolivia en procesos de evaluación de recursos pesqueros en aguas continentales, así como co-director en temas de acuicultura y pesca de la Unión Europea para Colombia, Venezuela, Ecuador y Perú. También participó en el proyecto de Corredor Marino del Pacífico Oriental para el Banco Interamericano de Desarrollo y fue consultor de la OEA: “Nos encargamos de hacer programas y proyectos para que se ocuparan biólogos marinos en el país. Abrimos la puerta para muchos de los profesionales que hoy día están ejerciendo”.

Sin embargo, una de las iniciativas de mayor impacto que ha dejado este tadeísta a la pesca colombiano es la creación del INPA (Instituto Nacional de Pesca y Acuicultura), el cual se creó en 1990 y cuyas directrices supusieron el desarrollo tecnológico de la pesca continental en nuestro país.

Una de sus mayores satisfacciones profesionales, cuenta, es haber sido compañero y amigo de Jorge Hernández Camacho, conocido en el mundo de la ciencia como “El Sabio Hernández”, a quien denomina como un “maestro natural”. Con él, Acero publicó el libro “Los peces del Norte de Colombia”, investigación que recoge la clasificación y distribución de más de 400 especies de estos animales, y que se convirtió, durante décadas, en un libro obligado para los estudiantes de Biología Marina.

Sin embargo, en más de cinco décadas de ejercicio profesional, es consciente que el país le ha dado la espalda a la pesca como motor de desarrollo económico y fuente de empleo, aunque, asegura, la acuicultura ha tenido un mejor desarrollo, en parte, porque tiende a parecerse a la agricultura.

El tadeísta advierte a las nuevas generaciones de biólogos marinos que es necesario establecer un equilibrio entre la sostenibilidad y el desarrollo pesquero, logrando el máximo rendimiento sostenible para las especies, sin afectar su supervivencia, pero tampoco afectando la seguridad alimentaria de los colombianos: “El futuro del mundo está en el mar, y por lo tanto, debemos buscar todas las disciplinas que tengan que ver en cómo utilizar el mar las próximas generaciones. Se habla de ir a otros planetas y es una posibilidad, pero el mar está aquí y es la mayoría de nuestro globo terrestre. Hoy se pueden desarrollar burbujas de población urbana dentro del mar que podrían defenderse más que los que viven en tierra. En el mar está el 80 y el 90% de los organismos vivos y nutrientes que necesitamos. Por lo tanto, el mundo va a tener que mirar al mar muy pronto y van a tener que ver cómo llegan a fuentes de alimentación, porque las terrestres se están acabando”, asegura.

La Casa Vieja, la primer sede de Utadeo - Archivo Universidad

Hoy, a sus 75 años, este bogotano, más que nunca, se siente un “gomoso” de su profesión. Actualmente es consultor de la OEI en temas de acuicultura: “He tenido muchas satisfacciones con mi profesión. Si yo pudiera reencarnar y me preguntaran qué quisiera estudiar, sin dudarlo volvería a estudiar Biología Marina en Utadeo”, enfatiza con vehemencia este tadeísta, quien dice que la mejor herramienta que le dejó la Universidad fue la disciplina por investigar, leer y comprender, pero ante todo, la sed por innovar.

Reconocimiento personería jurídica: Resolución 2613 del 14 de agosto de 1959 Minjusticia.

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