‘Novela de crímenes’, la anomia de los países hispanoamericanos

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‘Novela de crímenes’, la anomia de los países hispanoamericanos
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Jueves, Abril 26, 2018
Así transcurrió la cuarta mesa temática organizada por RenasCentro y la Biblioteca de Utadeo.
Fotografía: Camilo Penagos - Oficina de Comunicación Utadeo

Dos médicos y un abogado se reunieron el pasado jueves 19 de abril, en el tercer piso la Biblioteca de Utadeo, para charlar en torno a la novela negra.

La conversación que se realizó con motivo de la cuarta mesa temática organizada por RenasCentro y la Biblioteca de Utadeo y que contó con una asidua asistencia de público, fue moderada por Diana Paola Guzmán, profesora de Utadeo, y Danny Foliaco, de RenasCentro. Como invitados participaron el escritor español Javier Alonso García Pozuelo (uno de los médicos) y los profesores Jaime Andrés Rivera (el abogado) y Douglas Niño (el otro médico).

Con tono enfático, Javier García dio inicio a una charla que consideró marcada por el azar, resaltando la casualidad de reunirse con otro médico y un abogado. Se trata de profesiones que, a su parecer, se estudian muchas veces para satisfacer el deseo de los padres y aquietar el temor de que sus hijos no logren vivir de la escritura. Mencionó el caso de Flaubert, quién estudio Derecho y solo tras la muerte de sus padres se dedicó de lleno a la escritura.

 

 
De izquierda a derecha: Douglas Niño, Diana Paola Guzmán, Jaime Andrés Rivera, Javier Alonso García Pozuelo y Danny Foliaco. 

 

Este comentario, más que una crítica, lo expuso como tema de reflexión, por medio de una historia que situó en 1862, en un pueblo al sur de Inglaterra, cerca del Canal de la mancha, dónde un joven de origen humilde, cuya familia debía arrendar las habitaciones de su casa para subsistir, fue influenciado por uno de los inquilinos, un patólogo consultor, para estudiar medicina.

Este joven, que resulta ser Arthur Conan Doyle, viaja entonces a estudiar Medicina en la Universidad de Edimburgo y es allí donde conoce al médico forense Joseph Bell, en quién se inspirará para crear, años más tarde, al personaje más reconocido de la novela policiaca, Sherlock Holmes, y convertirse gracias a él, en uno de los escritores mejor pagados de la historia, con sus publicaciones mensuales en la revista The Strand Magazine.

Por su parte, Jaime Rivera (ejerciendo su formación de abogado), se introdujo en la charla con una pregunta al público: ¿Cuál es la diferencia del género policiaco con la novela negra?

Uno de los asistentes planteó que el crimen como enigma es el elemento esencial y resolverlo la finalidad del género policiaco, mientras que en la novela negra pasa a ser solo el detonador o el pretexto para ahondar y poner de manifiesto otros temas o problemas de la sociedad.

 

 

Jaime Rivera lo resumió en una frase, “la novela negra hace un fresco de la sociedad”, por esa razón Latinoamérica, donde los conflictos sociales no se resuelven y se tornan cada vez más oscuros, es un caldo de cultivo para la novela negra, señaló parafraseando al escritor nicaragüense Sergio Ramírez Mercado.

En este punto de la charla le llegó el turno al médico de profesión y profesor de semiótica Douglas Niño, quien combinó el saber de sus disciplinas para exponer su teoría de semiótica agentiva, planteando un símil entre la novela policiaca y la consulta médica. Tanto el detective como el médico tienen algo que resolver: el primero, el crimen; el segundo, la enfermedad. Para conseguirlo, lo primero que hacen es investigar los indicios, los síntomas. Con una diferencia, y aquí resaltó lo dicho anteriormente en relación con los dos géneros: que mientras en la novela policiaca la agenda del detective es resolver el crimen, en la novela negra no es más que un pretexto para hablar de otras cosas, las cuales vendrían a ser la verdadera agenda.

“La novela negra es un espacio para hablar de aquello que no se puede hablar en otros géneros”. Sin embargo, según Niño, muchas veces esas novelas tienen bordes difusos y no es fácil ubicarlas en uno u otro género.

 

 

Por último, dos intervenciones del público orientaron el debate con el que se cerró la charla. La primera, la falta de fe en las instituciones presente desde el siglo XIX donde el personaje de Sherlock Holmes actúa por fuera de la institución policiaca para restaurar el orden. La segunda, la diferencia cultural que hace que no nos identifiquemos con la figura del detective en Latinoamérica, ya que aquí, ese tipo de crímenes son investigados por los periodistas.

Una joven estudiante citó al escritor (y también abogado) colombiano Gustavo Forero Quintero, quien le otorga el nombre de “Novela de crímenes” a la novela negra y a la policiaca. Señaló que el escritor, en su análisis de novelas colombianas, engloba ambos géneros literarios utilizando esa expresión genérica y los vincula con la teoría de la anomia, al ser una literatura que da cuenta de la ausencia de ley, la desorganización social y la incongruencia de las normas sociales, aspectos muy marcados en los países Hispanoamericanos.

 

César Augusto Rodríguez (Cesaguro)

Oficina de Comunicación Utadeo

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