Texto: Akemi Amaya
Correción: Bibian Riveros
Ilustración: Julián Díaz
No es una amenaza en el horizonte; es una epidemia que devora a la población desde adentro, un grito ahogado que nadie quiere oír. Más del 40% de los colombianos adultos ha luchado contra algún trastorno mental. Piensa en esto por un segundo: es casi la mitad de tus amigos, tu familia, tus vecinos. No son cifras, son personas rotas. La depresión no es tristeza, es un abismo que te traga por completo. Y si eso no te golpea, esto lo hará: el suicidio no es un rumor, es un hecho. En 2022, más de 2,800 vidas fueron extinguidas por su propia mano. Y los que están muriendo no son solo "alguien", son nuestros jóvenes, la población de 18 a 29 años. ¿Y cuál es la respuesta? Silencio, estigma y la maldita idea de que "eso se te pasa con ganas".
Y si alguien tiene el valor de buscar ayuda, se encuentra con una burla cruel. La salud mental está en el papel del sistema de salud, en esa letra chica que a nadie le importa. Pero en la realidad, es un laberinto de burocracia. Citas que tardan meses, psicólogos saturados y psiquiatras que son un lujo para unos pocos. Mientras un corazón se desmorona, el sistema le pide que llene un formulario, que espere en una fila y que, por favor, no se desespere. El estigma no es un fantasma, es una pared. Es el miedo que te impide decir "no estoy bien". Por eso, en lugar de buscar ayuda, la gente se esconde, se aísla y se rompe en soledad.
En medio de esta desidia, el único salvavidas es una voz en el otro lado del teléfono. En el país existen líneas de ayuda, parches en una herida abierta, pero vitales para los que se están ahogando. No son una solución, pero son el primer paso. El 106 en Bogotá es la voz de la calma en una ciudad que nunca duerme. La línea nacional del Ministerio de Salud es el 192. tTienes la 123 con acceso a servicio directo de psicología desde casa y transporte directo a centro de salud. Estos son números que debes tener grabados en tu teléfono, porque, en una crisis, cada segundo cuenta.
Mientras el sistema público colapsa, ha surgido un nuevo frente: el negocio de la salud mental. Plataformas, aplicaciones y consultorios privados ofrecen "terapias en línea" a precios que muchos no pueden pagar. El mundo digital se ha convertido en un refugio clandestino, un lugar donde puedes ser honesto sin miedo, pero solo si tienes una tarjeta de crédito a la mano. Es una solución de emergencia, no la ideal, pero es una que funciona cuando todo lo demás falla. Una industria que prospera mientras el acceso básico es negado a la mayoría.
Y detrás de todo esto, está el gran elefante en la habitación: la negación política. Los gobiernos han preferido invertir en obras de cemento, en armas o en promesas vacías, mientras la salud mental se pudre en el abandono. No es una prioridad, es una estadística. Y mientras no se asuma que este es un problema de Estado, de política pública, de presupuesto, la bomba de tiempo seguirá sonando. La ignorancia es el mayor enemigo en esta guerra. Es hora de que el país se mire al espejo y reconozca la fragilidad de su propia alma.
La crisis de salud mental no se va a resolver con una campaña en redes sociales o con promesas vacías de políticos. Esta es una guerra, y solo se ganará cuando la sociedad entera deje de ser cómplice de su propio sufrimiento. Es hora de un llamado a las armas, de la única clase que importa: un llamado a la acción.
La educación no puede ser solo matemáticas y geografía. Se les debe enseñar a los niños a entender sus emociones, a nombrar sus miedos. Y en la casa, si no hablas de salud mental, eres parte del problema. Deja de fingir que todo está bien y empieza a crear un espacio donde se pueda hablar, donde no se juzgue el dolor. El estigma es una plaga, un cáncer social. Para combatirlo, exijan la verdad, compartan sus historias. Denuncien el silencio cada vez que lo vean, porque quiero estar bien.
El gobierno debe dejar de ver la salud mental como una partida menor en el presupuesto. Necesitamos más psiquiatras, más psicólogos, más centros de atención. La atención de salud mental debe ser tan fácil de conseguir como un analgésico. No dejen a nadie atrás. El momento para hablar es ahora. El momento para actuar es ahora. No esperen a que otra persona, un familiar o un amigo, se convierta en una cifra más en las estadísticas de la muerte. Es hora de despertar.
ADVERTENCIA: Esto no es una metáfora. Si tú o alguien que conoces necesita ayuda de inmediato, no esperes. Llama a las líneas de ayuda o busca a un profesional. La vida está en juego.