Relicarios

Reconocernos como un país con dolores propios y ajenos es un paso hacia la reconciliación. Visita esta exposición hasta el 30 de septiembre en el Museo de Artes Visuales del Centro Cultural Utadeo. 

 

Su esposa decidió guardar, sin lavar, la camisa que él estaba usando el día de su muerte. Otras familias guardaron las balas, los zapatos, las cartas escritas desde la distancia, el cepillo de dientes o la billetera de velcro que su hijo, hermana, tío o nieto llevaba en el bolsillo del pantalón.

¿Por qué lavar la camisa o deshacerse de las sandalias, si allí está representada la vida que se les quitó? En un acto de duelo, 165 víctimas de violaciones de derechos humanos en el marco del conflicto armado colombiano entregaron sus pertenencias o las de sus familiares a Erika Diettes para honrar la memoria y la vida a través de la obra Relicarios.

262.197 personas murieron en 60 años de conflicto armado en Colombia, según cifras del Observatorio de Memoria y Conflicto del CNMH. En este mismo periodo, se registraron 15.738 víctimas de violencia sexual y 37.239 víctimas de secuestro. El nuestro es un país en duelo y Relicarios conserva las memorias de ese dolor. 

Erika Diettes, artista visual, recibió los objetos de las víctimas, los introdujo en cubos de tripolímero de caucho de 30 X 30 X12 centímetros y los dispuso en el suelo bajo luces amarillas, en la solemnidad de un espacio de respeto y memoria.

Luego de viajar al Museo de Antioquia y al Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti en Argentina, 109 de estos relicarios están expuestos en el Museo de Artes Visuales de la Universidad Jorge Tadeo Lozano. Hablamos con la maestra Diettes sobre su obra, nos permitimos dejar su relato sin intervenciones.

 

  
 

Relicarios para recordar

*Testimonio de Erika Diettes

Todo lo que haces, todo lo que te ha pasado tiene consecuencias. Yo siempre digo que mi trabajo es como un solo trabajo que toma diferentes formas visuales. Relicarios es una consecuencia de Sudarios (2011), así como Sudarios fue una consecuencia de Río Abajo (2008).

(En contexto: Río Abajo es una serie de 26 fotografías que capturan los objetos, en su mayoría prendas de vestir, pertenecientes a personas asesinadas y desaparecidas. Sudarios, por su parte, es una muestra conformada por retratos de mujeres víctimas del conflicto armado, quienes fueron registradas mientras manifestaban su dolor). 

Cuando hice el proceso de Río Abajo, pensé que iba a ser mucho más difícil que los familiares me prestaran las prendas y los objetos, pensé que era algo perfectamente imposible. Me encontré con la sorpresa de que muchísimas comunidades de distintos lugares empezaron a confiar en mi trabajo y a ver en él una posibilidad digna de representación de sus seres queridos.

A partir de ese proyecto, y después de muchos testimonios y entrevistas, supe que a muchas personas les haría bien depositar estos objetos en algún lugar, un lugar donde quedaran honrados. La idea de Relicarios retoma lo que hice con Río Abajo, creo que la diferencia es que en este caso el objeto sí es donado.

 

 

La obra, en su tiempo de producción, tomó 5 años y ya lleva dos años de exposición. Los años que estuve viajando no fueron años constantes, no es todo el tiempo viajando, es yendo y viniendo, yo tengo mucho ese tema de siempre regresar, voy y vuelvo.

Esta obra en particular implicó abrir un estudio en región, porque en la mayoría de los casos los dolientes fueron a visitar el estudio, me interesaba lograr que la gente viera lo que estaba pasando. Algunos de ellos me llamaban a preguntarme cuándo iba a volver al estudio para ellos poder ir a visitar a sus familiares, a "las niñas", en el caso de una señora que perdió a sus dos hijas.

Yo soy la vigía de estos objetos que contienen el duelo de esas familias. Es muy bonito todo lo que genera la obra que en sí, es más que el tiempo de producción, es un tiempo de una vida, no solo de la mía sino de las personas; de los dolientes que guardaron ese objeto durante 25 años, que ahora ya no tienen el objeto pero que siguen la exposición.

Hay una transformación de esa memoria y todos terminamos cargando esa memoria transformada, tanto ellos como yo, y así mismo las personas que van y ven la exposición. 

 

 

 

 

Memorias privadas que se hacen públicas

Esta exposición está relacionada con dos tipos de memorias congeladas. La primera, que es la más evidente, es el ámbar: esta piedra que conserva fósiles y tiempos milenarios congelados, protegidos de tal manera que están preservados para el futuro futurísimo.

Hay dos tipos de relicarios, unos religiosos que contienen fragmentos, como la lengua de San Francisco de Padua, o los relicarios que se expone en las iglesias, que son prácticamente custodias. Pero también están los relicarios cotidianos en los que se guardaba un mechón de pelo o los que se cargaban en el corazón.

Lo que intenté hacer fue combinar estos dos conceptos. Los objetos que se contienen en esta obra son todos escogidos por los dolientes, esa decisión de qué objeto va obedece al relicario íntimo, pero la idea de exponerlo obedece al relicario sacro, al relicario que tiene que ser honrado y venerado.

 

 

Se trata, entonces, de una obra hecha para sacar el relicario íntimo, un dolor privado (en muchos casos un dolor prohibido en público, porque con la violencia paramilitar, por ejemplo, los actos de duelo solían ser prohibidos: les destruían las tumbas, las quitaban las flores). Justamente, los relicarios sacan estos objetos y estas memorias de la impunidad a la luz, como me lo dijo una doliente de Chocó.

También por eso la obra está en el suelo, yo quería generar un espacio sacro. La audiencia está obligada a hacer el recorrido de una manera diferente, tiene que agachar la cabeza para poder ver el relicario, es una exposición que implica ciertos ejercicios físicos que invocan el respeto.

 

 

El duelo común

Al duelo hay que entenderlo como un estado permanente, es un estado que te modifica la vida, eres una persona diferente a partir de la ausencia de esa persona.

En la medida en que podamos entender eso y en que podamos entender nuestro propio duelo, podremos entrar a un espacio de comunión y solidaridad con el otro, sabiendo que ese mismo duelo puede ser el de él, y el mismo duelo de él es el mío propio. Cuando tú pones duelos individuales y los unes en un duelo público, hay una acción transformadora.

En esta obra hay testimonios de víctimas de la guerrilla, de los paramilitares, de falsos positivos, sobrevivientes de secuestros. Relicarios quiere mostrar el dolor de un país entero, es el duelo que somos Colombia: eso implica violencia sexual dentro del conflicto, secuestros, desapariciones, falsos positivos… implica todo y tanto que nos desborda hasta las palabras.

Es una exposición que permite ese sentido de unidad. Se trata de visitarla y honrar los nuestros propios y los de todos.

 

***

Esta exposición permanecerá abierta hasta el 30 de septiembre de 2018. El trabajo periodístico Relicarios. Memorias de un país en duelo fue desarrollado por el equipo de la Oficina de Comunicación de la Universidad Jorge Tadeo Lozano. 

Fotografía: Alejandra Zapata

Video: Simón Sánchez

Diseño y Desarrollo web: Diego Sánchez y John Beltrán

Reportería: María Alejandra Navarrete

 

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Relicarios

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Relicarios
Martes, Septiembre 18, 2018
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Memorias de un país en duelo

Reconocernos como un país con dolores propios y ajenos es un paso hacia la reconciliación. Visita esta exposición hasta el 30 de septiembre en el Museo de Artes Visuales del Centro Cultural Utadeo. 

 

Su esposa decidió guardar, sin lavar, la camisa que él estaba usando el día de su muerte. Otras familias guardaron las balas, los zapatos, las cartas escritas desde la distancia, el cepillo de dientes o la billetera de velcro que su hijo, hermana, tío o nieto llevaba en el bolsillo del pantalón.

¿Por qué lavar la camisa o deshacerse de las sandalias, si allí está representada la vida que se les quitó? En un acto de duelo, 165 víctimas de violaciones de derechos humanos en el marco del conflicto armado colombiano entregaron sus pertenencias o las de sus familiares a Erika Diettes para honrar la memoria y la vida a través de la obra Relicarios.

262.197 personas murieron en 60 años de conflicto armado en Colombia, según cifras del Observatorio de Memoria y Conflicto del CNMH. En este mismo periodo, se registraron 15.738 víctimas de violencia sexual y 37.239 víctimas de secuestro. El nuestro es un país en duelo y Relicarios conserva las memorias de ese dolor. 

Erika Diettes, artista visual, recibió los objetos de las víctimas, los introdujo en cubos de tripolímero de caucho de 30 X 30 X12 centímetros y los dispuso en el suelo bajo luces amarillas, en la solemnidad de un espacio de respeto y memoria.

Luego de viajar al Museo de Antioquia y al Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti en Argentina, 109 de estos relicarios están expuestos en el Museo de Artes Visuales de la Universidad Jorge Tadeo Lozano. Hablamos con la maestra Diettes sobre su obra, nos permitimos dejar su relato sin intervenciones.

 

  
 

Relicarios para recordar

*Testimonio de Erika Diettes

Todo lo que haces, todo lo que te ha pasado tiene consecuencias. Yo siempre digo que mi trabajo es como un solo trabajo que toma diferentes formas visuales. Relicarios es una consecuencia de Sudarios (2011), así como Sudarios fue una consecuencia de Río Abajo (2008).

(En contexto: Río Abajo es una serie de 26 fotografías que capturan los objetos, en su mayoría prendas de vestir, pertenecientes a personas asesinadas y desaparecidas. Sudarios, por su parte, es una muestra conformada por retratos de mujeres víctimas del conflicto armado, quienes fueron registradas mientras manifestaban su dolor). 

Cuando hice el proceso de Río Abajo, pensé que iba a ser mucho más difícil que los familiares me prestaran las prendas y los objetos, pensé que era algo perfectamente imposible. Me encontré con la sorpresa de que muchísimas comunidades de distintos lugares empezaron a confiar en mi trabajo y a ver en él una posibilidad digna de representación de sus seres queridos.

A partir de ese proyecto, y después de muchos testimonios y entrevistas, supe que a muchas personas les haría bien depositar estos objetos en algún lugar, un lugar donde quedaran honrados. La idea de Relicarios retoma lo que hice con Río Abajo, creo que la diferencia es que en este caso el objeto sí es donado.

 

 

La obra, en su tiempo de producción, tomó 5 años y ya lleva dos años de exposición. Los años que estuve viajando no fueron años constantes, no es todo el tiempo viajando, es yendo y viniendo, yo tengo mucho ese tema de siempre regresar, voy y vuelvo.

Esta obra en particular implicó abrir un estudio en región, porque en la mayoría de los casos los dolientes fueron a visitar el estudio, me interesaba lograr que la gente viera lo que estaba pasando. Algunos de ellos me llamaban a preguntarme cuándo iba a volver al estudio para ellos poder ir a visitar a sus familiares, a "las niñas", en el caso de una señora que perdió a sus dos hijas.

Yo soy la vigía de estos objetos que contienen el duelo de esas familias. Es muy bonito todo lo que genera la obra que en sí, es más que el tiempo de producción, es un tiempo de una vida, no solo de la mía sino de las personas; de los dolientes que guardaron ese objeto durante 25 años, que ahora ya no tienen el objeto pero que siguen la exposición.

Hay una transformación de esa memoria y todos terminamos cargando esa memoria transformada, tanto ellos como yo, y así mismo las personas que van y ven la exposición. 

 

 

 

 

Memorias privadas que se hacen públicas

Esta exposición está relacionada con dos tipos de memorias congeladas. La primera, que es la más evidente, es el ámbar: esta piedra que conserva fósiles y tiempos milenarios congelados, protegidos de tal manera que están preservados para el futuro futurísimo.

Hay dos tipos de relicarios, unos religiosos que contienen fragmentos, como la lengua de San Francisco de Padua, o los relicarios que se expone en las iglesias, que son prácticamente custodias. Pero también están los relicarios cotidianos en los que se guardaba un mechón de pelo o los que se cargaban en el corazón.

Lo que intenté hacer fue combinar estos dos conceptos. Los objetos que se contienen en esta obra son todos escogidos por los dolientes, esa decisión de qué objeto va obedece al relicario íntimo, pero la idea de exponerlo obedece al relicario sacro, al relicario que tiene que ser honrado y venerado.

 

 

Se trata, entonces, de una obra hecha para sacar el relicario íntimo, un dolor privado (en muchos casos un dolor prohibido en público, porque con la violencia paramilitar, por ejemplo, los actos de duelo solían ser prohibidos: les destruían las tumbas, las quitaban las flores). Justamente, los relicarios sacan estos objetos y estas memorias de la impunidad a la luz, como me lo dijo una doliente de Chocó.

También por eso la obra está en el suelo, yo quería generar un espacio sacro. La audiencia está obligada a hacer el recorrido de una manera diferente, tiene que agachar la cabeza para poder ver el relicario, es una exposición que implica ciertos ejercicios físicos que invocan el respeto.

 

 

El duelo común

Al duelo hay que entenderlo como un estado permanente, es un estado que te modifica la vida, eres una persona diferente a partir de la ausencia de esa persona.

En la medida en que podamos entender eso y en que podamos entender nuestro propio duelo, podremos entrar a un espacio de comunión y solidaridad con el otro, sabiendo que ese mismo duelo puede ser el de él, y el mismo duelo de él es el mío propio. Cuando tú pones duelos individuales y los unes en un duelo público, hay una acción transformadora.

En esta obra hay testimonios de víctimas de la guerrilla, de los paramilitares, de falsos positivos, sobrevivientes de secuestros. Relicarios quiere mostrar el dolor de un país entero, es el duelo que somos Colombia: eso implica violencia sexual dentro del conflicto, secuestros, desapariciones, falsos positivos… implica todo y tanto que nos desborda hasta las palabras.

Es una exposición que permite ese sentido de unidad. Se trata de visitarla y honrar los nuestros propios y los de todos.

 

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Esta exposición permanecerá abierta hasta el 30 de septiembre de 2018. El trabajo periodístico Relicarios. Memorias de un país en duelo fue desarrollado por el equipo de la Oficina de Comunicación de la Universidad Jorge Tadeo Lozano. 

Fotografía: Alejandra Zapata

Video: Simón Sánchez

Diseño y Desarrollo web: Diego Sánchez y John Beltrán

Reportería: María Alejandra Navarrete

 

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