Construcción de paz desde un enfoque de género
Por: Angélica Bernal Olarte, profesora asociada del Programa de Ciencia Política y Gobierno e investigadora del Observatorio de Construcción de Paz.
El pasado 24 de julio, las delegaciones del Gobierno Nacional y las FARC-EP presentaron a la opinión pública el Comunicado Conjunto No. 82, cuyo tema central fue la inclusión del enfoque de género en el proceso de paz. Más allá de si este logro tiene o no precedentes internacionales, el comunicado es de una importancia capital para Colombia en tanto se reconoce que para avanzar en la construcción de la paz, es necesario asumir y enfrentar injusticias como las que han padecido las mujeres colombianas en el marco del conflicto armado, pero también ligadas a factores estructurales, culturales e históricos del país.
La incorporación del enfoque de género en los Acuerdos da cuenta del incansable trabajo de las organizaciones de víctimas, las organizaciones de mujeres y de la comunidad LGTBI, así como el impulso y aporte de especialistas nacionales e internacionales en temáticas como la violencia sexual. Al respecto se debe tener en cuenta que muchas de las organizaciones de mujeres colombianas participaron en procesos de paz anteriores, y de manera permanente, han trabajado por construir condiciones para una salida política y negociada al conflicto armado. En ese sentido, el anunció constituye un logro político del trabajo de activistas que, en todo el país, mostraron que las mujeres han sido víctimas de la guerra, pero también incansables constructoras de la paz, demandantes de justicia, justicia y reparación y no repetición.
En el comunicado se afirma que se incluyó el enfoque de género en particular en los cinco puntos de la agenda de negociación:
1- Reforma Rural Integral: “Hacía un Nuevo Campo Colombiano”;
2- Participación Política: “Apertura democrática para construir la paz”;
4- “Solución al Problema de las Drogas Ilícitas”;
5- “Víctimas”;
Y en los acuerdos alcanzados hasta el momento sobre el punto 3: “Fin del Conflicto”.
En cada uno de esos documentos se expresa la voluntad de las partes de incorporar medidas específicas para transformar las condiciones institucionales, sociales y políticas que han impedido a las mujeres ejercer como ciudadanas de pleno derecho. Se considera entonces que la construcción de la paz es un camino que debe ser allanado también a partir del logro de la igualdad de género. Uno de los aspectos más relevantes del documento es que va que más allá de la expresión de la voluntad política e incluye ocho ejes temáticos en los cuales, la pregunta por las situaciones, condiciones y posiciones de las mujeres estará presente, dichos ejes son:
Acceso y formalización de la propiedad rural en igualdad de condiciones.
Garantía de los derechos económicos, sociales y culturales de las mujeres y personas con identidad sexual diversa del sector rural.
Promoción de la participación de las mujeres en espacios de representación, toma de decisiones y resolución de conflictos.
Medidas de prevención y protección que atiendan los riesgos específicos de las mujeres.
Acceso a la verdad, a la justicia y a las garantías de no repetición.
Reconocimiento público, no estigmatización y difusión de la labor realizada por mujeres como sujetas políticas.
Gestión institucional para el fortalecimiento de las organizaciones de mujeres y movimientos LGTBI para su participación política y social.
Sistemas de información desagregados.
Cada uno de estos aspectos abre a su vez múltiples retos e interrogantes en términos de cómo se traducirán en medidas de reforma o adecuación institucional, cambios normativos y en general, medidas concretas que permitan materializar lo acordado. Sin embargo, estos compromisos en sí mismos, servirán como herramienta de negociación política para las ciudadanas colombianas y sus organizaciones, que seguramente serán las principales veedoras en su aplicación. La tarea fundamental será entonces, mantener presente el hecho de que incorporar el enfoque de género requiere del uso de herramientas técnicas y políticas que son manejadas por mujeres en muchas regiones del país, es decir que hay un saber hacer acumulado y dispuesto a aportar, que debe ser aprovechado.
Como ejemplo de ello está el acuerdo sobre participación política: “Apertura democrática para construir la paz”, en cuyo marco se planteó ya la creación de una Misión Electoral Especial que buscará formular propuestas para modernizar y hacer más transparente el sistema electoral, así como ofrecer mayores garantías para la participación política en igualdad de condiciones y mejorar la calidad de la democracia. Ese escenario es clave para desarrollar el eje 3 referido a la “promoción de la participación de las mujeres en espacios de representación, toma de decisiones y resolución de conflictos”, por lo tanto, es necesaria la participación de expertas que puedan proponer y promover medidas que permitan transformar las barreras que han impedido hasta ahora una participación y representación adecuada de las mujeres, en sus diferencias y diversidades.
Lo logrado hasta ahora tiene un potencial enorme en términos de la lucha histórica de las mujeres por la igualdad de género en el país. No obstante, el camino aún es largo y dispendioso y por ello, las voces diversas de las mujeres deben seguir encontrando escenarios de expresión y sobre todo debe contar con el compromiso permanente de quienes firman los acuerdos de paz para que se concreten en transformaciones que les ofrezcan garantías de vida digna a ellas y sus comunidades.