Escrito por: Carol Parra, Seryme Pérez, Luna Martinez y Daniela Martinez
Correctora de estilo: Akemi Amaya
La FICCO, creada en el 2016 con las ganas y los espacios cedidos del pueblo, aunque humildes, en sus inicios se hacían reuniones donde profesionales en el área y aficionados tenían discusiones y se producía un trabajo colaborativo hacia temas de interés general. Con el tiempo y las ganas, Chamorro Ramírez, creador y fundador de la FICCO, da cada vez más voz y visibilidad a los creadores, diseñadores y editores de estas espectaculares producciones visuales. Aunque con relativa frecuencia cambian de punto de exposición, estando ya en Maloka, Toogeek y la biblioteca Luis Ángel Arango, además de un formato virtual con talleres y exposiciones en pandemia. Sus ediciones siempre retornan a sus raíces, tal y como en esta novena edición en la Biblioteca Virgilio Barco los días 15 y 16 de marzo. Actualmente la FICCO es dirigida por el comunicador social y audiovisual Santiago Suescún Garay, sucesor de Chamarro y administrador de las ideas de este, con el apoyo de Biblored, Secretaría de Cultura, Recreación y Deportes, Alcaldía Mayor de Bogotá y algunos otros inversores que hacen este maravilloso proyecto posible.
Entre las varias actividades a realizar, Piragna nos tenía un taller sorpresa y fue absoluta al encontrar dos talentosos diseñadores gráficos. Christin Rozo y Samuel Huertas, quienes fundaron la revista satírica «El Arrugante» hace ya año y medio, tratando de hacer un punto intermedio irreverente entre MAD y el New Yorker con tintes a un estilo de dibujo ochentero estadounidense y con un absurdo que raya en lo ridículo, pero que aporta un sentido dentro de la revista; esta tiene ya tres ediciones. Su cuarta edición va llegando a mediados del próximo mes, se hará un lanzamiento con un show de comedia y se estará anunciando en las redes sociales de @alasdecucaracha.
Fotografía por: Carol Parra
Todos fueron creativos por un día
Fuimos con @indiferent_x y @honguito_rosaa, dos rolos muy rolos que se integraron a las ideas capitalinas y dejaron volar su imaginación en los talleres Scketch n’ Pub y Kanuto, creando personajes y aprendiendo las diversas formas que hay para hacer cómics. «Me gusta cómo hay muchas cosas por hacer. Es chévere ver que se puede hablar hasta de plantas de una manera atractiva», dijo @honguito_rosaa cuando descubrió el cómic La promesa olvidada de Kazumi Morimmiya. Y, en cuanto al taller Scketch n’ Pub, @indiferent_x se refirió a él como «un espacio muy chimba donde uno puede aprender de otros creativos. No hay cosas buenas ni malas, sino que todo es un modo de expresarse». Mostrando así cómo estos espacios nos pueden ayudar a integrarnos y a entender que en medio de los vagones de Transmilenio, los cines de centros comerciales y las calles inundadas por la lluvia, todos nos parecemos e imaginamos con lo que tenemos en nuestras manos. También aprendimos con Kanuto sobre cómo un diario post-pandemia se convirtió en un proyecto mucho más grande que el de su propia intimidad, haciendo voz documental frente a los paros nacionales y a los estragos que, como ciudadanos, nos tragamos como una cucharada de sopa caliente.
Dentro de los talleres que ofrecía el festival, pudimos participar del taller de Historias de ciencia ficción, a cargo de Bernardo Mesa de Gremio Geek Colombia, quien aparece en sus redes como @bet4escritor. Para Bernardo, es importante consignar nuestros sueños, que sigamos dibujando, que sigamos creando. Por esta razón, Bernardo se toma el tiempo de explicar la composición de un cómic, el orden de las viñetas y la composición de cada una de estas, especialmente en el género de la ciencia ficción, con el objetivo de acercarnos más al ejercicio de la creación a través de este medio, pues el cómic es la amalgama perfecta entre la escritura y el dibujo, tal como lo expresa el mismo Bernardo. Durante el taller, nos hacemos partícipes del mundo del cómic a través de una actividad en la que hicieron parte todas las familias asistentes: Crea tu propio cómic.
El ejercicio de contar una historia de ciencia ficción y poder comunicar toda una historia en un comic strip, o tira cómica, es todo un reto que nos hace pensar en todas esas historias que nos rodean y que nos gustaría compartir con amigos o familia, por más extrañas y fantásticas que sean. «Debemos escuchar con respeto y amor las ideas de otros» es la premisa con la que nos deja este taller, pues una vez que terminamos nuestro cómic, llega el momento de compartirlo, para poder apreciar las historias y el arte de los demás, para poder conectar a través de este. Finalmente, Bernardo nos hace una única petición: que practiquemos el cómic en casa y que nunca dejemos atrás nuestros sueños.
Fotografía por: Daniela Martinez
La perspectiva de los artistas
El Festival Independiente de Cómic de Bogotá es un lugar donde las historias toman forma en papel y tinta. Entre mesas llenas de fanzines y cómics, hablé con varios artistas sobre su experiencia en el evento. Todos coincidían en algo: la diversidad es su mayor fortaleza. Aquí no hay estilos únicos ni narrativas predefinidas, cada creador encuentra su espacio y se siente parte de algo más grande sin perder su identidad.
Con cada edición, el evento ha crecido, y los participantes sueñan con que el cómic y el fanzine independientes ganen más reconocimiento en la escena cultural de la ciudad. «Queremos que esto no sea solo un nicho, sino algo mucho más grande», nos dijeron antes de despedirnos. Mientras salía con varios fanzines en la mochila, pensé que este festival es como un mapa dibujado a muchas manos: cada artista traza su propio camino, pero juntos crean un territorio donde el arte independiente sigue creciendo.
También es una oportunidad importante para el crecimiento de los proyectos independientes. "Sin estos espacios, ¿cómo nos encontrarían?", me preguntó una autora que ha trabajado de manera autogestionada por años. El festival no solo les permite vender, sino también conectar con nuevos públicos, hacer comunidad y seguir adelante en un mundo donde lo independiente rara vez tiene el espacio que merece.
El festival termina, pero la conversación sigue. Entre risas, trazos y relatos compartidos, la FICCO deja en claro que el cómic independiente en Bogotá es más que un grupo de autores dispersos: es una comunidad. Una que se expande con cada edición, que se fortalece en cada encuentro y que, con cada viñeta, sigue escribiendo su propia historia. Si aún no has sido parte de esta experiencia, mantente atento a la próxima edición y atrévete a descubrir el universo de historias que aquí cobran vida.
*Foto de portada: Luna Martinez*